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domingo, 21 de octubre de 2012

Los tuyos, los míos, los nuestros 2.0 (las nuevas fronteras de la familia)

Domingo, 21 de Octubre, 2012
¿Qué pasa cuando los segundos matrimonios se separan? Cuando las relaciones de años de padrastros, hijastros y hermanastros se acaban y no hay lazos biológicos que los mantengan unidos. Un fenómeno que llegó para quedarse y que podría tener implicancias sociales y legales
LA ESCENA es cada vez más habitual. Ceremonia de matrimonio. Vestido blanco. Traje elegante. Ramo. De un lado un hombre divorciado con los hijos de su primera relación. Del otro, una mujer en la misma situación. Interactúan, conversan, se conocen. Con los años, las dos familias se vuelven una. Los hijos terminan haciéndose amigos después de tantos almuerzos de domingo, cumpleaños o simples tardes de ocio. Se forjan relaciones, de hijos, de hermanos, de familia.
Y, de repente, la pareja se separa.
Entonces todos esos parientes pasan a ser ex parientes. Pero sin lazos biológicos o legales que los obliguen a mantener el contacto. Es ahí donde surgen preguntas. ¿Debo seguir yendo al estadio con mi ex padrastro?, él me llevó por primera vez, pero ya no está con mi mamá. ¿Tiene sentido invitar a mi ex hermanastra al matrimonio?, compartimos cinco años pieza, pero ya no nos vemos. ¿Tengo que seguir llamando para su cumpleaños a la mamá de mi ex padrastro?
Un estudio de Pew Research mostró que 42% de los adultos en Estados Unidos reconocen la figura de, al menos, un padrastro en su vida. Se suma que los segundos matrimonios tienen más probabilidades de terminar en divorcio que los primeros (67% versus 50%). ¿Terceras nupcias? 74% de fracasos. Y en Chile no es diferente. Datos de la Encuesta de Protección Social muestran que 41,3% de los separados vuelve a casarse o convivir (aproximadamente 178 mil personas). Y de éstos, 73% se vuelve a divorciar.
La ley de matrimonio civil impulsó la cifra de los que van por otra oportunidad. Según datos del Registro Civil, en 2005 eran 2.889 los hombres chilenos que se casaban por segunda vez, 27 por tercera, uno por cuarta y uno por quinta o más. La comparación con 2010 es implacable: 10.327 hombres se casaron por segunda vez, 432 por tercera, 31 por cuarta y tres por quinta o más.
Claudia Cáceres, terapeuta familiar del Departamento de Divorcio y Familias Ensambladas del Instituto Chileno de Terapia Familiar, cuenta que hace 12 años, cuando fundaron esa repartición, esta constitución familiar era un tema emergente. “Hoy, en cambio, es común. El aumento ha hecho que el concepto de familia se vaya ajustando a esta realidad. No hay estadísticas oficiales de familias ensambladas, así que menos van a haber de cuántos de ellos se separan, pero es claro que en un tiempo más van a ser la composición dominante por lejos”, dice. Así lo asume también Andrew J. Cherlin, profesor de sociología y políticas públicas de la U. Johns Hopkins y autor de El giro del matrimonio: el estado del matrimonio y la familia hoy en América, quien definió el fenómeno en New York Times como “un área realmente nueva en la frontera de la vida familiar y el parentesco”.
Familia… ¿familia?
Todo esto llevó a los investigadores Marilyn Coleman y Lawrence H. Ganong, del Departamento de Desarrollo Humano y Estudios Familiares de la U. de Missouri, a entrevistar a 29 personas entre 18 y 32 años con ex padrastros. “Teníamos curiosidad por saber qué sucede cuando hay separaciones entre padres biológicos y los padrastros”, dice a La Tercera Marilyn Coleman. Y lo que encontraron fue que la mayoría de los adultos que enfrentan esta situación se pueden clasificar en tres categorías por la forma en que perciben la relación con sus ex padrastros.
La primera es la relación “No expresada”, quienes nunca consideraron al padrastro como un familiar, generalmente porque éste participó de su vida poco tiempo o cuando eran muy chicos. Los “Rechazados”, quienes consideraban al ex padrastro como un familiar durante el matrimonio, pero después del divorcio ya no, muchas veces teniendo opiniones negativas de éste por mala relación o influencia familiar. Y finalmente están las relaciones “Expresadas” de quienes reconocen a su ex padrastro como una figura relevante, comúnmente debido a que éstos fueron los únicos padrastros en sus vidas, estuvieron presentes cuando transitaban los 10 u 11 años y por bastante tiempo. En este caso el ex padrastro sigue siendo parte de sus vidas.
Es el caso de Carmen y Jaime, quienes se casaron en 1990. El tenía dos hijas, Natalia (14) y Susana (12). Ella a Gloria (5). En 1993 nació Josefina, la hija de ambos. Las dos menores vivían con ellos en el hogar familiar. Hasta que a los siete años de matrimonio se separaron. Aunque la relación de Jaime con Gloria continuó. El le dio mesada durante la adolescencia, examinó a su primer pololo, la llevó de vacaciones, asistió a sus graduaciones del colegio y la universidad. Hoy, la joven de 26 años le dice “papá” y él la considera una más de sus cuatro hijas. Las hermanastras mantienen contacto, están presentes en los cumpleaños, matrimonios y nacimientos. Siguen siendo una familia. “Para el día del padre las cuatro juntan plata para un regalo único”, cuenta Carmen.
No es raro que estas relaciones perduren en el tiempo. Coleman explica que cuando los divorcios se producen con los hijos en edades cercanas a los 20 años, los lazos no se ven debilitados. “De hecho, cuando se tiene una relación muy estrecha con el ex padrastro, hay varios casos en que los jóvenes pasan más tiempo con ellos que con sus familiares biológicos”, dice la investigadora. Aunque para los niños el distanciamiento también puede ser muy traumático. “Cuando son más chicos, entre uno y siete años, se produce un vínculo y apego muy significativo, y la separación después de esos años opera como una pérdida emocional similar a la de un padre biológico”, dice Cáceres.
Alejamiento
Pero no todas son historias felices. Como la de Fernando (42) y Karla (19), que fueron familia por 13 años. “Siempre nos llevamos bien, él fue la imagen paterna con la que crecí y aunque sabía que no era mi papá lo consideraba parte de mi familia. Pero desde que se separó de mi mamá la relación cambió, me di cuenta de que había cosas de él que no me gustaban. Además, se portó mal con mi mamá. Hoy solo hablamos cuando viene a buscar a mi hermano”, cuenta Karla. Antonia Raies, también del Instituto Chileno de Terapia Familiar, cuenta que el alejamiento es lo que más se ve en las consultas, con padrastros que al principio muestran buenas intenciones para no romper el lazo, pero que con el tiempo se dan cuenta de lo difícil que es mantener contacto al no haber vínculo biológico ni legal.
Otras veces las relaciones se vuelven más complejas. Así le pasó a Carlos (42), quien vivió con Ignacio (20) cuando este estudiante de derecho tenía entre cinco y 11 años. Y a pesar de que hasta hoy se reúnen dos veces al mes, hubo un hito que marcó su relación posseparación: “Me enojé mucho cuando no me invitó a la fiesta de su nuevo matrimonio. Pero después entendí que, más allá del cariño que nos tenemos, no somos parte de una familia directa”, reflexiona Ignacio. Es acá donde la situación se torna compleja, poniendo a prueba qué tan fuertes eran los lazos forjados por años. “Las reacciones son muy variables. Para mantener la relación antigua, los miembros de la familia tienen que trabajar duro. Viéndose con regularidad y ayudándose mutuamente”, dice a La Tercera Andrew J. Cherlin.
Los especialistas concuerdan en que este cambio social llegó para quedarse, haciendo que a la tradicional fotografía de la mamá, el papá, los hijos y el perro, se sumen nuevos actores, como la madrastra y sus hijos. Algo que a futuro podría tener también implicancias legales. “Los niños tienen más de dos figuras parentales en su vida. Sin embargo, el sistema legal aún no reconoce este cambio en las estructuras familiares”, dice Coleman. Y es posible que pronto llegue el día en que el sistema legal tenga que hacerse cargo de esta realidad, entregando -por ejemplo- el derecho de visita a un ex hijastro.
http://diario.latercera.com/2012/10/20/01/contenido/tendencias/26-120930-9-los-tuyos-los-mios-los-nuestros-20-las-nuevas-fronteras-de-la-familia.shtml

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