- Un hombre de 86 años acuchilla a su mujer, de 83, y su suicida
- ¿Violencia de género o desesperación?
El caso del matrimonio fallecido en Castrillón y su clasificación como violencia machistahttp://www.lne.es/cuencas/2013/08/26/polemicas-paralelismos/1460388.html
Francisco Palacios La polémica surgió cuando el Gobierno del Principado y el Ayuntamiento de Castrillón expresaron en un comunicado que Isabel Ortega había sido este año la primera víctima mortal de la violencia de genero en Asturias. Isabel había muerto apuñalada por su marido, José Fernández, que posteriormente se suicidó. Ambos eran octogenarios. Ella padecía Alzheimer en grado severo y él una grave dolencia cardíaca, según la prensa.
El mensaje de las dos administraciones advirtiendo de que se trataba de un crimen machista es cuando menos imprudente e inoportuno. Se atiene a lo políticamente correcto, a la cuestionada Ley Orgánica de la violencia de género, tal vez para envolver otras deficiencias e insuficiencias administrativas.
Visto desde fuera, la acción de José pudo ser fruto de la desesperación, la impotencia, la frustración, el afecto, la compasión, el agotamiento, o todo a la vez, ante una situación extrema. Pero de ningún modo se puede catalogar como un crimen machista. Sobre todo conociendo los cuidados que José venía dispensando a su esposa.
Un día antes de hacer público el comunicado institucional, Laureano Caicoya, presidente de la Fundación Alzheimer de Asturias, declaraba que era una absoluta barbaridad tildar la tragedia de Piedras Blancas como un episodio de violencia de género: «Yo entiendo lo que hizo esa persona. No es una caso excepcional, por desgracia se da con cierta frecuencia, y que sea hombre o mujer no tiene nada que ver. Sencillamente llega un momento en el que no puedes seguir un minuto más». Asimismo, el concejal de Servicios Sociales del Ayuntamiento de Castrillón ha declarado que tampoco está de acuerdo de que se trate de un caso de violencia de género.
Por otra parte, es evidente que el cine es capaz de profundizar en la conflictiva realidad humana como acaso ningún otro arte. Así, con buen criterio se ha establecido en este periódico un paralelismo entre lo ocurrido en Piedras Blanca y el argumento de la película «Amour» (Amor), estrenada en España a principios de este año. Sus personajes, Anne (Enmanuel Riva) y George (Jean-Luois Trintignant) , son un matrimonio de octogenarios, profesores jubilados que llevan una vida activa, hasta que Anne sufre una enfermedad invalidante, que le obliga a permanecer postrada en la cama. Su marido la cuida también con afecto y entrega. Y en una reacción brusca y desesperada ahoga a su mujer con una almohada ante el abismo de una enfermedad dolorosamente irreversible. Ella le había dicho que así no merecía la pena seguir viviendo. Él se suicidó después, dejándose morir por inanición.
Dirigida por Michael Heneke, «Amour», que obtuvo varios premios internacionales, entre ellos un Óscar, es una película refractaria a cualquier sentimentalismo, sin respuestas ciertas, pero nunca fue calificada como una película machista. Ni que propagara la violencia de género. Aunque ha suscitado, especialmente en Francia, intensos debates sobre el sentido y los límites de la eutanasia, con diversos análisis y puntos de vista contrapuestos.
Respecto a la tragedia de Piedras Blancas apenas hubo polémicas de mayor enjundia, más allá de las provocadas por el extemporáneo comunicado del Principado y el Ayuntamiento de Castrillón. Al respecto, un profesor de Derecho Penal sostiene que la muerte extingue cualquier responsabilidad, por lo que el debate en este sentido ya resulta estéril.
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