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sábado, 25 de enero de 2014

El exceso feminista

Sábado, 25 de Enero, 2014
Enlaces:
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 - "La calle y la noche también son nuestras"
 -  Mujeres, bolleras y trans salimos a la calle unidas contra el patriarcado
- Feminismo es ser putas, zorras, borrachas, drogadictas, agresivas, sucias…
- Rafael Correa desata las iras del lobby LGTB por denunciar el fundamentalismo de género
El feminismo es un resentimiento
Vivimos en la era de los excesos, además los justificamos, el sacrificio es despreciado, la disciplina es tachada de sumisión inculcando el culto al yo y dando la espalda al de comunidad/familia/pueblo, a la maternidad o paternidad, la responsabilidad es banalizada y la austeridad -o lo espartano- es tachado de idiotez o una especie de masoquismo. Somos hijos de la cultura del capitalismo, somos creyentes de una religión material y con fecha de caducidad. Aquí todo es perecedero. Por fortuna no todos escuchamos los sermones emitidos desde los púlpitos de este sistema (sus medios de comunicación, adoctrinamiento o “información”) o creemos ver a dios todopoderoso en quienes manejan las fortunas del planeta.
Los excesos conducen -y condenan- al espíritu del que los lleva a cabo a la no existencia, es decir, nos volvemos seres vacíos, hemos matado nuestra esencia, nuestro ser, el alma está moribunda. Ese vacío nos obliga a seguir con los excesos, puede ser el alcohol, cualquier otra droga, el sexo, las compras, internet, redes sociales, la moda, puede ser la anorexia, bulimia, vigorexia…los excesos pueden incluso esconderse en la misma obesidad, la no fuerza de voluntad es una señal de alarma de que nuestro espíritu necesita alimento, no el cuerpo. Lo más socorrido para el que ha caído en la trampa de este consumismo a todos los niveles, es el uso y abuso del alimento para llenar el vacío del espíritu, algo que no se soluciona con la ingesta de alimentos, es precioso alimentar el alma. Cualquier especialista si se le pregunta de las razones por las que alguien cae en los distintos trastornos de alimentación, o de la dependencia a cualquier cosa, es un daño de fondo que siempre va acompañado de la falta de confianza en uno mismo o el resto, la falta de autoestima, o un daño emocional que ha derivado en ello, una inseguridad que forma parte del espíritu herido.
El feminismo, a día de hoy, es la cultura del exceso, puedes defender la gordura hasta el exceso, puedes defender el aborto hasta el exceso y la barra libre, puedes defender la libre sexualidad hasta la prostitución, puedes consumir lo que quieras hasta la sumisión a dicho vicio. Todo lo que huela a disciplina es repelido, señalado. Toda referencia a sacrificio suena a religión, a rosarios y ovarios, a patriarcado, a los hombres y sus imposiciones, aunque éstas, estén tan sólo en sus cabezas. Muchas actitudes y dogmas feministas dañan nuestro espíritu si las llevamos a la práctica, tal es el caso del aborto, o un sexo de todo a 100, o el culto al ego hasta llegar a un estado de paroxismo.
El cáncer del espíritu femenino es el feminismo. Ir en contra del feminismo “es como ser negro y del KKK” nos han llegado a decir las acólitas del feminismo. No señoras, se puede ser mujer y defender la justicia sin distinción de sexo, entender que los derechos son justos por derecho y no por sexo, es básico. La defensa de los derechos masculinos como núcleo a parte no existe, ellos defienden derechos en forma de comunidad, de un sector asalariado concreto, de pueblo, nación, no seleccionan, si piden que se abonen las horas extras no se hace sólo para los machos de la fábrica, lo hacen para todos los trabajadores. El feminismo sólo los pide para la mujer, por lo tanto es antisocial, es egoísta, supremacista e impositor, ya que sólo atiende sus propias demandas, nada importan las del resto de humanos. En esas exigencias feministas no existen demandas maternales. Más allá de la lucha primigenia de tiempos de lactancia materna en horario laboral, y la reducción de jornada hasta que el menor tiene cierta edad, NO SE HA PELEADO NI UN DERECHO MÁS con referencia a la maternidad por parte del feminismo. El monotema es el aborto. ¿Cómo vamos a sentirnos representadas por ellas? No viven en nuestro mundo, en la realidad de la gran mayoría de las mujeres. Como vamos contra la corriente de pensamiento impuesto, estamos locas, y se nos señala, porque no cumplimos con uno de los dogmas sermoneados desde los pulpitos del capitalismo.
Para muchas mujeres, que se han tragado los discursos feministas y que intentan cumplir con el “estilo de vida liberado” que pregonan y que ven que no pueden, que internamente les hace daño, se sienten juzgadas por el machismo, por el feminismo y por el mundo entero -a veces pareciera-, esto les hace crecer una gran pérdida de autoestima, de inseguridad.
¿Por qué nos sentimos inseguros? Porque pretendemos cumplir con los cánones que se imponen socialmente, y la sociedad está moldeada por esos púlpitos del capitalismo que he nombrado anteriormente, no por nuestra naturaleza. Nosotras, debemos ser feministas, autosuficientes, renegar del amor romántico, debemos terminar una carrera, ser la élite de nuestra empresa, postergar la maternidad, parir (si no hay remedio) e incorporarnos al mercado laboral en cuanto se cumpla el periodo maternal que marca la ley, nuestro marido (si lo aceptamos tener, porque lo que inculcan es la soledad) debe ser el que se ocupe de la casa, la compra y saque al niño al parque, y no les da la “teta” porque físicamente no pueden, porque nosotras estamos emancipadas del patriarcado que es todo lo que tenga que ver con el varón y por extensión con la familia tradicional. ¿Esto nos hace felices o infelices? ¡ESTO ES UNA LOCURA!
El suicidio femenino: “Esto se da más entre los 30 y los 34 años, periodo significativo en la vida de las mujeres y crucial en su vida psicológica, pues se someten a la incompatible presión del hogar y el trabajo, la búsqueda de su identidad profesional, la identidad afectiva, los primeros conflictos graves en la relación de amor, más la crisis general de la treintena.” Afirma Jessica Piña, psicóloga.
Es evidente, que el mensaje que el club feminista nos ha vendido, este tipo de sociedad, nos ha hecho muy infelices, a unos y a otros. Ha hecho infelices a nuestros hijos, pues ellos ven nuestra tristeza, ellos ven nuestro corazón, entienden el lenguaje de nuestros latidos, no lo olvidemos, ellos saben qué nos pasa tan sólo escuchando nuestro ritmo cardiaco, cuando les apoyamos en nuestro pecho, ellos saben que nos pasa algo. ¿No somos capaces de encontrar nuestra identidad? Ellos si saben quienes somos…
Un millón de personas se suicidan al año en el mundo. La depresión es conocida como uno de los males del siglo XXI, es la enfermedad la dolencia del espíritu llamado técnicamente. La Organización Mundial de la Salud (OMS) indicó que la depresión se convertirá en el año 2020 en la segunda causa de incapacidad en el mundo, luego de las enfermedades isquémicas (infartos, insuficiencia coronaria, accidente cerebrovascular).
Las cifras hablan, el hombre también es infeliz, consecuencia del desplazamiento que está sufriendo de su naturaleza y función en el hogar y la sociedad. Es como si pretendiéramos que los delfines dieran saltos, en vez de en el mar, en la montaña, y que las cabras cabalgaran los olas del océano…Pretendemos instalar un nuevo orden ¿quiénes somos nosotros si no tan sólo “parte de…”, pretendemos ser “dueños de…” con capacidad de reorganizar el mundo, dirigirlo, las derivas sociales actuales del primer mundo, demuestran claramente que no tenemos capacidad de dirigir ni nuestras casas…. Somos un grano de arena en el universo y el universo está interconectado, todo lo hecho aquí, afecta fuera de aquí, el desorden en el hogar desequilibra la sociedad al completo ya que es su eje, sobre la familia descansa cada pueblo. No es cuestión de volver a actitudes injustas hacia la mujer, ordenaciones donde no pintábamos nada más que a la hora de parir, es escuchar a la naturaleza, conciliar y proteger la naturaleza femenina.
Dejar a nuestros hijos en manos de extraños, nos estrangula el alma, es normal y natural sentirnos mal pues vamos en contra de nuestro instinto maternal ¿por qué no lo aceptamos? ¿Es acaso ser menos mujer, menos guerrera el ser maternales y respetar esa parte de nuestra espiritualidad femenina? No hay nada más combativo que una mujer que defiende su hogar, sus hijos. La imagen que cierto sector feminista ha ido haciendo calar en la opinión general de que la maternidad nos debilita y subyuga al niño (el matrimonio al hombre), es totalmente, primero errónea, segundo contra natura, y tercero nos niega espiritualmente. ¿Y por qué debemos ser todas guerreras? ¿No es un valor positivo la suavidad, la dulzura, la sonrisa, la calidez? No hay que imponer ni una cosa ni otra ¿No queremos ser libres? Hay que seguir la voz de la naturaleza que emana de dentro de cada una de nosotras. Creer en nosotras mismas, en nuestras capacidades y en el valor y cualidades que la madre naturaleza nos ha dado con la maternidad y fuera de ella sin negarla, seamos o no madres.
Debemos aceptar que hay mujeres que no desean “tomar las armas”, que las hay que no desean ser directoras de una potente empresa, las hay que no ansían ir dando conferencias, o ejercer en política, y las hay que no sienten la llamada de la maternidad y también habrá que respetarlo. Pero las hay que a pesar de tener una carrera, éxito en sus trabajos, o ser una reconocida escritora u oradora, al ser madre, decide dejarlo TODO por sus hijos, decide dedicarse a su familia, a sus hijos -y el padre de los mismos- ¿deja por ello de ser menos capaz? Por supuesto que no, ni traiciona la “lucha de la mujer”, ni “hace retroceder en derechos a NADIE”, si ella es libre ¿por qué no se respeta y valora positivamente su decisión libre de dedicarse a su familia por parte del feminismo? Ni se nos debe obligar a estar dentro de casa, ni obligar a estar en la calle o en una empresa…
La lucha que nos queda a las mujeres, es la de entender, que debemos luchar junto a los hombres, hacer fuerza juntos, pues el enemigo es muy grande, y es igual de enemigo para todos. Que luchar por los derechos es cosa de ambos, que la segregación en la lucha por sexos, tanto como por clases, es el lodo en el que este sistema nos tiene atrapados a TODOS. Quienes pregonan los enfrentamientos en las bases, trabajan sin duda para las élites opresoras. Seamos dueños de nuestro criterio, la base sobre la que se ha sustentado desde que existe la humanidad, es la familia.
Carmen Martín
http://circuloatenea.com/2014/01/23/el-exceso-feminista/#more-2751

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