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jueves, 9 de enero de 2014

«Soy buena madre, del trabajo a casa, y me quitaron a mi hija con 19 meses»

 impidió al padre verla
Jueves, 9 de Enero, 2014
Sólo le queda recurrir al Supremo, pero para ello necesita que le concedan la justicia gratuita
Rosa Guerrero perdió la custodia de la pequeña, pese a que la psicóloga recomendaba que se quedara con ella, porque «impidió al padre verla», según la sentencia
Rosa Guerrero, ayer durante la entrevista.
Rosa Guerrero perdió la custodia de su hija cuando la niña tenía 19 meses no por ser mala madre, sino por un problema de comunicación con el padre. Ahora la pequeña ha cumplido ya cinco años. La sentencia dictada por un juzgado de Balmaseda el 22 de febrero de 2010 y ratificada después por la Audiencia provincial vizcaína, que entregó a la pequeña al padre, no entra a valorar su capacidad maternal. De hecho, la perito psicóloga aconsejaba que la niña siguiera viviendo con ella. Lo que la jueza reprocha a Rosa es que «impidiera al padre verla», con las consecuencias perjudiciales que ello acarrearía para la menor, y su «nula conciencia de lo que supone facilitar la comunicación de una niña de meses con su padre». En eso se basó la magistrada para retirarle la guarda y custodia.
La mujer quiere dejar claro que es «una buena madre. Del trabajo a casa y de casa al trabajo. No salgo por no gastar, soy una persona normal, no he robado ni he matado a nadie». En ocasiones, se siente observada y cree que «la gente pensará: '¿Qué habrá hecho ésta para que le hayan quitado la custodia si en el 90% de los casos se la dan a la madre?' Pues nada, que de mil casos me ha tocado a mí. Es una injusticia; de buena, he sido tonta», se desahoga. Cuenta con el apoyo de sus padres y de sus compañeras de trabajo, que se plantean concentrarse frente al Palacio de Justicia de Bilbao como señal de protesta.
«De golpe y porrazo»
Cuando «de golpe y porrazo» le arrancaron a su bebé de los brazos, lo pasó «muy mal». «Me engañaron por todos los lados». Se vino abajo anímica y psicológicamente, aunque aún mantiene la esperanza de lograr la «custodia compartida». No pide la absoluta porque cree que «sería malo para la niña volver a cambiarla; se ha acostumbrado y la veo contenta», dice. Propone que sean ella misma y su ex los que «cojan las maletas» cada vez que les toque y se trasladen al piso que compraron en Sopuerta cuando eran matrimonio, una opción que los tribunales han rechazado hasta el momento.
La decisión de la Audiencia de desestimar su recurso le supo a «derrota» y le desmoralizó, pero «sigo en la brecha». La única alternativa que le queda es recurrir al Tribunal Supremo, aunque para eso necesitaría «mucho dinero». Con sus 800 euros de sueldo y los mermados 'ahorrillos' no le llega. Ha solicitado la justicia gratuita y está a la espera de una respuesta.
Según Rosa, nunca se negó a que su exmarido estuviera con la cría. Es más, acordaron verbalmente que él la cuidara los días en que ella tenía que trabajar. Sin embargo, su exesposo es «muy informal» y a veces se presentaba para llevarse a la niña cuando ella estaba trabajando, e incluso el día de su cumpleaños, asegura.
Rosa tiene 38 años, es auxiliar de Enfermería y gerontóloga, y cuida de los ancianos ingresados en la sexta planta de la residencia Aspaldiko de Portugalete. El padre, de 39 años, está en paro. En la sentencia se señala que el hecho de que esté desempleado le permitirá «dedicarle más tiempo» a la niña. Rosa tuvo que abandonar el domicilio conyugal un mes después del fallo, ha de pasarle una pensión alimenticia de 190 euros mensuales y pagar la mitad de la hipoteca y los gastos de la vivienda.
Tres meses y un día ausente
Su exmarido, que según ella se fue de casa cuando la pequeña tenía siete meses, le denunció en varias ocasiones por no dejarle ver a la niña. En todos los casos le absolvieron «porque entonces no había nada regulado», explica. Sin embargo, la jueza que le retiró la custodia dio validez a las denuncias archivadas, considerándolas una prueba de que impedía al padre ver a su hija. A la mujer le pesa que su primer abogado «no me defendió lo suficiente; se confió porque como en casi todos los casos le dan la custodia a la madre...». Cree que si hubiera podido demostrar que el padre estuvo «tres meses y un día» sin dar señales de vida ni saber nada de la niña, el fallo habría sido a su favor.
La jueza se basó para dictar sentencia en el testimonio de la psicóloga, quien argumentó durante el juicio que «de existir actitud obstaculizadora de las visitas por parte de la madre, se justificaría el cambio de guardia y custodia». Cuando la cría fue entregada al padre, «era un desconocido para ella, lloraba como una magdalena; y se supone que tienen que defender el interés del menor y no hacerle pasar estos tragos».
La magistrada sólo permitió a Rosa ver a su hija los miércoles y jueves por la tarde, durante dos horas hasta que estuviera escolarizada y media hora más cuando empezó a ir al cole. Sin embargo, no podía ir a recogerla a la salida. También los fines de semana alternos y la mitad de las vacaciones. Después consiguió ampliar las visitas y ahora puede celebrar con ella el día de la madre y los cumpleaños. Como la casa de sus padres es pequeña -41 metros cuadrados- y en ella vive también su hermano, hace un año alquiló un piso y montó una habitación para su hija. Se queja de que el padre no le informe de las citas con el médico, a las que le gustaría acudir, y sigue luchando animada porque la niña, que ya es «más consciente», dice «que quiere estar con los dos».
http://www.elcorreo.com/vizcaya/v/20140109/vizcaya/buena-madre-trabajo-casa-20140109.html

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