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lunes, 25 de noviembre de 2013

Lea los testimonios de hombres y mujeres víctimas de maltrato en el hogar

Lunes, 25 de Noviembre, 2013
 Enlaces:
- Mujeres y hombres cometen violencia doméstica en niveles similares
- Una mujer británica admite haber matado a tres hombres a puñaladas
 - Los hombres maltratados se atreven a denunciar en Cádiz
 - José Antonio Santos Barragán, Inocente encarcelado por denuncias falsas de Violencia de Género(youtube)
- "Yo como padre me siento muy ofendido por la Justicia" (Un hombre pasa dos años imputado por unos abusos inexistentes)
- Reportaje danes: Denuncias falsas en España por mujeres (33:50)
- Reportaje de Telemadrid sobre las denuncias falsas y el fraude de la Ley de Violencia de Género
- Programa 360 grados de Antena 3
 - Mujeres inmigrantes presentaban denuncias falsas de malos tratos para cobrar ayudas públicas
“Mi exesposa llegó a abofetearme delante de la maestra de mi hijo en el colegio solo porque la saludé. ‘Será que te gusta’, me gritó. Representantes, alumnos y profesores quedaron atónitos al ver la escena. La vergüenza que sentí en ese momento, además de la rabia de que mi pareja me pegara no se compara con nada”, así narra Humberto Nava, de 36 años, cómo fue maltratado por su mujer.


Al escuchar las palabras violencia de género, a la mente lo primero que se viene es la imagen de una mujer como víctima, pero las estadísticas señalan que de cada 10 casos, tres corresponden a hombres agredidos por sus parejas.
Y así lo testifica Nava, administrador, quien —con vergüenza— relata la pesadilla que le tocó vivir durante cinco años:
“A Beatriz la conocí en el gimnasio, cerca de mi casa. Allí nos hicimos amigos y en un par de meses ya éramos novios. Creo que no nos conocimos bien cuando ya estábamos pisando el altar, cinco meses más tarde.
En la luna de miel, de la manera más sutil, me pidió que no saliera de la habitación a la playa sin camisa. No entendí en ese momento el porqué, pero la complací. Luego, ya viviendo juntos, ella no quería que saliera ni con mi familia y procuraba escoger la ropa que yo usaría. Empezó a celarme hasta de mi madre.
Un día, llegué a la casa y me metí al baño. Cuando salí, ella me estaba esperando en la mesa con mi celular en la mano. No sabía por qué me miraba como si yo hubiera cometido un crimen, pero crimen fue lo que ella cometió contra mí. Me tiró el teléfono en la cara y todo lo que consiguió en la mesa, apenas podía taparme para protegerme y aunque ella es unos cuantos centímetros más baja que yo, era imposible detenerla. Me salí al frente y cerró la puerta. Tuve que pedir una llamada a un vecino para comunicarme con alguien de la familia y me fuera a buscar porque Beatriz me dejó afuera. Me fui en paños a casa de un primo, pero seguía sin entender qué le pasaba. Llevaba una ceja partida por todo lo que me lanzó.
Al día siguiente, me llamó para decirme que estaba arrepentida. Me contó que leyó un texto en el que un amigo me decía ‘te tienen amarrado’ y yo le había respondido ’un poco’. Eso fue todo. Yo sigo sin verle lógica, pero a ella la enfureció en ese momento.
Por una semana, dormí en la vivienda de mi familiar, pero Beatriz iba a diario a buscarme hasta que me convenció de volver a la casa. Casi por dos años se controló y tuvimos a nuestros hijos, pero luego todo se puso peor. Llegaba en mi trabajo de sorpresa, decía ella, pero la realidad es que iba a espiarme. Nunca le di motivos para que desconfiara. Me dediqué a ella.
A veces llegaba muy cansado del trabajo y ella me exigía que tuviéramos relaciones. Si me negaba decía que yo venía de estar con otra.
Me comparaba con todo el mundo. Una vez, cuando regresábamos de una comida familiar, ella empezó a pelear conmigo, delante de los niños. Me decía que sus hermanas tenían mejores vestidos y que viajaban y yo la tenía en la miseria. Esa conducta la repitió frente a sus amigas, me humillaba de las peores maneras y aunque me esforzaba por darle todo, nada era suficiente. Hasta me hizo sentir, en varias oportunidades, que era verdad lo que ella decía, así que empecé a trabajar sobretiempo para ganar más.
Una vez nos encontramos a una prima en un centro comercial, nos pusimos a conversar. Beatriz me dijo al oído que si no quería que armara un escándalo nos fuéramos. Me despedí y le reclamé, ella me respondió que no le gustaba cómo mi pariente me miraba.
También, más de una vez conseguí mi ropa en maletas, ella me botaba porque no le había atendido el teléfono o porque llegaba tarde.
‘Si tan mala vida te doy, ¿por qué no nos separamos?, le dije. Creo que ese día, su comportamiento empeoró. Su manipulación fue tan cruel que hizo creer a mi familia que yo la quería dejar por otra y hasta nombre le puso a mi supuesta amante.
Pero sin duda, lo que me hizo decir ‘se acabó’ fue cuando una compañera de trabajo me llamó al celular. Mi exesposa se puso pegada a mi para escuchar y cuando supo que era una mujer, me arrebató el móvil y la insultó hasta el cansancio. Corrió a la cocina y me amenazó con un cuchillo. No creo que se hubiera atrevido a matarme, pero por si las dudas, me encerré en el cuarto y llamé a la policía. Cuando llegaron dos funcionarios, ella parecía una mansa paloma. Se burlaron de mí descaradamente.
Ese día comprendí que para las autoridades solo las mujeres son víctimas. Recogí mis cosas y me fui, mientras ellos estaban ahí para que ella no se opusiera.
No puse ninguna denuncia porque nadie me creía, ni siquiera mi propia familia. Para ellos, por mucho tiempo, fui un abandonahogares, pero nunca entendieron cuál fue la razón de mi divorcio. Las amenazas, golpes, comparaciones y gritos solo pueden venir de alguien que no te merece”.
Sobre la situación, la abogada especialista en estudios superiores de Investigación Judicial y Violencia Femicida Elsa Miquilena Verde, asegura que la violencia hacia el hombre también existe aunque se presenta en menor grado que los casos contra la mujer. “Del 100% de las situaciones de violencia de género, el 3% corresponde a hombres y el 97% a mujeres”.

Sin embargo, no existe en Venezuela una ley que regule la violencia contra el hombre, solo se rige por el Código Penal.
Aunque las estadísticas lo incluyen como víctima, muchos hombres maltratados no denuncian por vergüenza o por machismo. El hecho de reconocer ante las autoridades que su pareja o alguien cercano lo ha golpeado o violentado psicológicamente significa para ellos algo intolerable.
“Muy pocas veces he visto que un hombre llegue a la comandancia a denunciar que su esposa lo golpea. Por lo general, llegan las madres u otros familiares de ellos a formular la denuncia contra la mujer agresora, pero mientras él no dé su testimonio no se puede hacer nada, porque es la víctima quien debe acudir a la policía”, dicen funcionarios policiales.
Según la experta, estas situaciones tienen señales claras cuando la pareja le impide a su cónyuge ver a su familia o tener contacto con los amigos, vecinos, si no la deja trabajar o estudiar, si le quita el dinero que gana o no le da lo que precisa para las necesidades básicas de la familia.
“Si te controla, te acosa y decide por ti, si te descalifica, si te desautoriza constantemente en presencia de los hijos, invitándoles a no tenerte en cuenta”, agrega Miquilena.
No obstante, aunque el hombre entre en calidad de víctima, la mujer sigue siendo la más vulnerable a las agresiones. En la entidad zuliana se contabilizan 64 féminas asesinadas, en lo que va de 2013, y 20 de esa cantidad responden a motivos pasionales. En muchos casos, habían denunciado que eran agredidas por sus maridos, pero la falta de conocimiento por parte de los funcionarios sobre el tema las hacía desistir de un proceso legal.
En el mundo, dice Miquilena, 603 millones de mujeres viven en países, donde no se considera delito este tipo de violencia. En América, 28,9% han sido víctimas de violencia por parte de su pareja, 10,7% por alguien que no es pareja y entre 17% y 47,8% han sufrido maltrato emocional por parte de su marido.
Además, esas estadísticas alarmantes destacan que una de cada cuatro mujeres sufre violencia sexual y física durante el embarazo y que el 38% de las mujeres asesinadas tienen como homicida a su pareja.
Para Diana, de 36 años, técnico superior en relaciones industriales y estudiante de derecho, la situación de violencia en el hogar no es desconocida. Con pesar cuenta su vivencia:
“Lo conocí en el 2005 y un año después empezamos a vivir juntos. Le molestaba mi independencia.
Cuando tenía seis meses de gestación, camino a una consulta con el médico, discutimos y me dijo que si quería me buscara otro taxi. Me bajé en el estacionamiento de la clínica y le dije ‘yo no necesito otro taxi sino un hombre que me trate mejor y me respete’. Se bajó, me haló por el pelo y me obligó a meterme al carro, me golpeé la cabeza con el volante y la barriga se la pegué al cojín. Me llevó a la emergencia y cuando el médico me vio tan nerviosa me pregunto qué me pasaba, pero me dio miedo confesarlo.
Decenas de veces la relación terminaba, pero a los días era retomada con falsas promesas. Él utilizaba a sus otros hijos para convencerme de que me quería. Me manipulaba con el cuento de que me quedaría como una madre soltera que no podría mantener a mi niño sola.
Lo denuncié en la fiscalía segunda, pero me sentí ignorada. Me encontré con funcionarios insolentes que ni me prestaban atención.
Luego lo denuncié en la fiscalía sexta y llevé como prueba un vídeo que grabé con mi celular cuando él me agredía”. Un sinfín de insultos y amenazas se escuchan en esa grabación. ‘¡Te voy a sacar todos los dientes!’, me gritaba mientras se iba contra mí. Fue enjuiciado y condenado a dos años y cuatro meses por violencia psicológica y amenaza”.
Cuatro años duró el fatídico proceso, pero ella no se rindió. Actualmente, Diana trabaja para mantener a su hijo y recibe una pensión que por ley le corresponde para el menor. Sigue sus estudios de derecho para conocer mejor las leyes y participa en fundaciones aportando su testimonio para servir de ejemplo.
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