PEDRO MORANhttp://www.akronoticias.com/2012/08/9807-1437.htm
ENTRENADOR EN DESARROLLO HUMANO
Cuando decidimos unirnos con nuestra pareja en matrimonio, en la mayoría de los casos lo hacemos, enamorados, y tal vez con amor, aunque esta es la palabra que utilizamos para contestar porque te casas porque ¡La amo! o lo ¡amo! con toda mi alma, con todo mi ser, que profundidad de frases, y al paso de algún tiempo pueden ser meses o años por cierto no muchos, de pronto, desapareció ese sentimiento tan hermoso y se convirtió en otro o en otros, odio, rencor, resentimiento, frustración, desilusión, amargura, y nos preguntamos porque nos paso esto?
Surgen entonces las culpas, las justificaciones:
Mi pareja jamás me comprendió
No había química entre nosotros.
No me valoro.
Jamás me escucho.
No había comunicación.
Se termino el amor.
Esto entre otras muchas cosas; desafortunadamente casi en todos los casos quedan hijos en medio, que tendrán que pasar por el síndrome de hijos de padres divorciados, con las inseguridades e indecisiones que esto provoca en un alto porcentaje de ellos, además de actitudes y comportamientos propios de la falta de atención al no existir la familia como núcleo, de formación y guía de principios y valores morales.
No obstante eso no importa cuando ya tomaste la decisión de separarte o divorciarte, por la razón que quieras, justifiques, o argumentes simplemente por diferencias irreconciliables.
En la actualidad la mayoría de las parejas que se divorcian lo hacen bajo un marco de análisis digamos muy práctico, porque lo digo, porque si algo ya no funciona en su relación buscan al culpable que casi siempre es la pareja, la familia de la pareja, la falta de dinero, la falta de proyectos y ambiciones, su limitada inteligencia, etc,
Todo por no luchar por lo que alguna vez dijeron amar.
Algo que muy pocas veces se analiza es: que si puedo hacer para no llegar a este extremo del divorcio, cuando es indudable que este paso se puede dar cuando ya hay una serie de causas que lo pueden propiciar.
Nunca es tarde cuando se acepta a tiempo que te has equivocado y estas dispuesto a cambiar lo que tengas que cambiar para que la relación funcione.
El único problema es que estés dispuesto a pagarle el precio, a vivir en convivencia con otro ser humano diferente a ti, que lo aceptes tal como es, sin quererlo cambiar, bajo la premisa de que ambos aportaran la parte que les corresponde para hacer crecer, florecer, una hermosa pareja y familia llena de AMOR.
Es cierto que en ocasiones existen imponderables para la desaparición del vinculo matrimonial, como es la perdida de la confianza, la infidelidad, el abuso físico, o psicológico, para estos casos, obligadamente para no seguirse lastimando las leyes de las sociedad aceptan el divorcio, como también en algunos casos las iglesias.
¿Pero realmente el haberte divorciado resolvió tu problema? o sigues sintiéndote culpable o mejor dicho responsable de no haber tomado una decisión correcta.
Para estos casos te sugiero consultes a un consejero, sacerdote, psicólogo,
O bien a un servidor para orientarte al respecto.
Gracias por tus comentarios
Escríbeme a ordepnarom@hotmail.com
Reunión de los lunes
miércoles, 8 de agosto de 2012
¿El divorcio es la solución a mis conflictos de pareja?
Miércoles, 8 de Agosto, 2012
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