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lunes, 26 de agosto de 2013

Las plumas blancas: hombría, guerra y coacción femenina

Lunes, 26 de Agosto, 2013
Las relaciones de poder “invisibles” entre hombres y mujeres son un fenómeno que rara vez se trata con la profundidad que merece. En esta entrada reflexionaremos sobre un buen ejemplo: el movimiento de las plumas blancas en el Reino Unido durante la Primera Guerra Mundial.
Primero describiremos rápidamente en qué consistía el movimiento para aquellos que no lo conozcan (traduciré parcialmente su entrada de la Wikipedia inglesa) y después reflexionaremos sobre sus implicaciones. A quienes tengan serias dudas de la fiabilidad de la Wikipedia, recuerdo que esto es sólo una introducción al movimiento, no un estudio extensivo. Al final de la traducción trataremos otras fuentes para quienes duden de la veracidad de la información o deseen estudiar el tema con mayor profundidad.
Antes de comenzar, es necesario destacar que en el Reino Unido la pluma es un símbolo de cobardía.

El movimiento de las plumas blancas

En agosto de 1914, al inicio de la Primera Guerra Mundial, el Almirante Charles Fitzgerald fundó la Orden de la Pluma Blanca con el apoyo de la prominente autora Humphrey Ward. La organización tenía como objetivo avergonzar a los hombres para que se alistaran en el ejército británico persuadiendo a las mujeres para que les entregaran una pluma blanca si no llevaban uniforme [militar].
A este movimiento se unieron prominentes feministas y sufragistas de la época como Emmeline Pankhurst y su hija Christabel. Ellas, además de entregar plumas, también presionaron para implantar el servicio militar obligatorio masculino, incluyendo aquellos hombres que no podían votar por ser demasiado jóvenes o no tener propiedades.

La campaña fue muy efectiva y se expandió a otras naciones del Imperio, tanto que comenzó a causar problemas para el gobierno cuando funcionarios públicos fueron presionados para alistarse. Esto empujó al Secretario de Interior, Reginald McKenna, a otorgar a los empleados en industrias estatales la insignia “Rey y Patria” para indicar que ellos también estaban contribuyendo a los esfuerzos bélicos. Del mismo modo, la Insignia de Guerra Plateada, otorgada al personal que había sido licenciado con honor debido a heridas o enfermedades, fue lanzada en Septiembre de 1916 para prevenir que los veteranos fueran desafiados por no llevar el uniforme militar. La poesía de la época indica que la campaña no fue popular entre los soldados (por ejemplo Dulce et Decorum de Wilfred Owen), entre otras cosas porque soldados que habían regresado temporalmente a casa podían encontrarse con que alguien les entregaba plumas.
La campaña de la pluma blanca fue brevemente renovada durante la Segunda Guerra Mundial.

Fin de la traducción

En este artículo del periódico The Guardian se menciona el devastador efecto que la pluma blanca tuvo sobre muchos individuos, incluyendo el abuelo del autor y un chico de 16 años que había vuelto de la guerra tras una herida. En ambos casos, cuando son humillados públicamente con una pluma, los dos se alistan al ejército al día siguiente.
La narrativa feminista tiende a mostrar a las mujeres como víctimas pasivas del sistema de género, pero rara vez como partícipes activos (caso de esta campaña). Su escasa influencia en la sociedad y en los varones, según esta narrativa, también es discutible teniendo en cuenta que el gobierno las utilizó para presionar a los hombres a poco menos que dar su vida en los campos de batalla.

Las mujeres de Gran Bretaña dicen “¡Ve [a la guerra]!”. Poster de 1915
Este poster, por ejemplo, no fue creado por una mujer. Fue creado por hombres para empujar a otros hombres a alistarse al ejército. Y es curioso que hayan escogido la razón “las mujeres quieren que vayas”. Esto no se habría hecho si las mujeres, o lo que ellas pensaran de los hombres, no tuviera influencia alguna en ellos y en la sociedad en general. Los hombres sabemos lo que nos afecta, al menos a la mayoría.
La historiadora Nicoletta F. Gullace, refiriéndose al movimiento de las plumas blancas, afirma:
La estimación de Fitzgerald del poder de estas mujeres era enorme. Él advirtió a los hombres de Folkstone que “hay un peligro aguardándoles más terrible que cualquier cosa que puedan encontrar en una batalla”.
Este testimonio nos deja ver que a ojos del gobierno de la época los hombres eran más susceptibles a la influencia de las mujeres que la imagen que se nos ha presentado sobre el pasado.
Por supuesto, avergonzar a los hombres para ir a la guerra no es una táctica exclusiva de las mujeres británicas durante la Primera Guerra Mundial. En su libro Guerra y Género, Joshua S. Goldstein incluye una sección dedicada a esta práctica donde se mencionan Rusia, Estados Unidos, Chile, Zulues y Kungs. En esta otra página puede encontrarse una bibliografía sobre la práctica de las mujeres de avergonzar a los hombres para tomar decisiones políticas (incluyendo la guerra).
En conclusión, tanto hombres como mujeres han sido activos partícipes en la opresión del sexo contrario (y de su propio sexo) cuando se trata de perpetuar los roles de género.

¿Quién se benefició?

Una vez más, el concepto de hombría tradicionalista, aquel que avergüenza al varón por no cumplir con su rol masculino –en este caso ir a la guerra–, no benefició precisamente a esos hombres, muchos de los cuales murieron, fueron mutilados, obligados a matar o sufrieron traumas mentales propios de aquel brutal conflicto. De hecho, aquella guerra difícilmente benefició a nadie, pues incluso las potencias vencedoras, con sus castigos para Alemania, contribuirían a crear uno de los mayores monstruos de la Historia.
http://quiensebeneficiadetuhombria.wordpress.com/2013/05/16/las-plumas-blancas-hombria-guerra-y-coaccion-femenina/

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