Reunión de los lunes

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miércoles, 20 de noviembre de 2013

No soy padre de visitas.

Miércoles, 20 de Noviembre, 2013
Enlace:
- "El concepto de padre es más completo que visitar a un hijo"
- 26 - 4 Madrid Puerta del Sol
- 26 - 4 CONCENTRACIÓN NACIONAL A FAVOR DE LA CUSTODIA COMPARTIDA
- La igualdad real en la custodia, eje de la nueva campaña “26-4”
- Una campaña “virica” de carteles de 26-4 esta llegando a otras ciudades de España
- «Está 26 días con su madre y 4 con su padre»

- Salimos a la calle por el Día del Padre, y por la campaña 26-4
- ¿Carteles del 26-4? Aquí la respuesta de esta campaña “virica”
- El colectivo “26-4” para exigir la custodia compartida busca el apoyo de los políticos
- El movimiento pro custodia compartida “26-4” tuvo repercusión internacional
La lucha de un padre por la Custodia Compartida de su Hija y por la Igualdad Real entre Hombres y Mujeres. Todas las personas tenemos los mismos derechos y nadie posee la legitimidad para negárnoslos.

MI HISTORIA:

Mi nombre es Miguel Morata y soy padre de una niña preciosa de 5 años. Desde que nació y, en consonancia con mi forma de entender la vida, la he cuidado y me he ocupado de ella sin escatimar tiempo ni medios en todo lo que pudiera necesitar.
A pesar de tener la “suerte” o la “desgracia” (según se mire) de contar con un trabajo estable, he compartido siempre con su madre y en un 50% todos los esfuerzos y dificultades de su crianza, así como también la alegría de verla crecer sana y curiosa por descubrir el mundo.
Incluso la circunstancia de sufrir un accidente en una mano, que me tuvo de baja el primer año de vida de la pequeña, me permitió estar con ella las 24 horas y acunarla en brazos cuando no se dormía, prepararle las comidas, bañarla y cambiarle los pañales. Las tareas domésticas, como familia “igualitaria” que éramos, también eran compartidas a partes iguales. Yo nunca he “ayudado” en casa, sino que siempre he “hecho” mi parte del trabajo, como tiene que ser…
En 2011  su madre y yo decidimos separarnos. Lo que podría haber sido una “división amistosa” de las obligaciones/derechos con nuestra hija  y del “patrimonio común”, pronto derivó en un infierno en el que entraron en juego policías, jueces y fiscales.
Mientras acudíamos a una “mediación” de la Generalitat, en teoría para que el proceso fuera lo menos doloroso para todos, mi expareja, en secreto y apoyada por una vecina que poco tiempo atrás ya había “expoliado” al padre de su hijo, solicitó una abogada y abrió una vía judicial paralela, con la intención de “dinamitar” cualquier posibilidad de acuerdo y reclamar así “custodia y patrimonio” exclusivamente para ella.
A partir de ese instante e instándome diáriamente a “que me fuera de casa”, mi expareja decidió convertir mi vida en “un infierno”.
Mientras el proceso de separación comenzaba su curso por el tribunal correspondiente, la madre de mi hija y yo nos dividimos de manera explícita el tiempo de atención a la niña. Yo trabajaba por las mañanas de 7:30 a 15h y ella la cuidaba (no iba a ninguna guardería). Por la tarde hacíamos el relevo y ella…bueno, ella se iba a hacer “lo que quisiera”. Ni lo sabía ni me importaba, pero confiaba ilusamente en que estuviera dedicándose a “trabajar” en su profesión habitual.
Y es que se da el caso de que, aunque siempre ha trabajado “en negro”, la madre de mi hija es “Técnico Superior Titulada” en una disciplina artística, que la ha llevado a vender sus obras por las mejores ferias de Catalunya, a exponer en diversas salas, e incluso a mostrar su trabajo junto a otros artistas, en el mismísimo “Forum de las Culturas de Barcelona. Una “aficionada” vaya, como ha querido simular ella para reclamar pensiones y ayudas, que cuenta desde hace años con un taller propio en su casa y otro en una “asociación artística” conocida, en el que guarda incluso la  cara maquinaria que adquirió para su actividad profesional, con los ingresos familiares de entonces. En casa, por cierto, el dinero siempre había sido “común”: los gastos importantes se acordaban por consenso y para lo cotidiano, cada miembro de la pareja actuaba a su criterio, con su tarjeta, y con confianza plena en su “responsabilidad”.
Acoso y derribo.
Habiendo decidido que quería mantener a toda costa su “Status” y su nivel de vida, aunque fuera privándome de mis derechos, la madre de mi hija inició una agresiva campaña de “acoso y derribo” contra mi persona, que se concretó en hechos como los siguientes:
-         Comenzó a apropiarse de mis objetos personales y de otros comunes y a esconderlos por casa, o por la de sus padres. (FOTO: MOCHILA DE MI EQUIPO FOTOGRÁFICO QUE MI EX LLENÓ CON PIEDRAS TRAS APROPIÁRSELO Y NO DEVOLVÉRMELO EN MÁS DE UN AÑO)

-         A pesar de que habíamos repartido los ahorros y disponía de casi 4000 euros, más su trabajo “en negro”, llegó a vaciarme la cartera mientras dormía con mi hija al lado, intentó quedarse toda la nómina cuando la ingresaron en el banco, me dejaba siempre el coche a cero de gasolina para que lo llenara yo, el único que llenaba la nevera era yo y ella sólo lo consumía…
-         Cuando le reprochaba lo que estaba haciendo y le reclamaba que devolviera las cosas, llamaba a la policía (que se iba tal y como había venido) y no habían doblado la esquina que ya me estaba amenazando e insultando.
FOTO SUPERIOR: reconozco que me dio "miedo" cuando, moviendo unos trastos, encontré por casualidad esta caja escondida en la galería de las herramientas. Mi expareja había escondido allí una "selección inquietante" de objetos: una óptica fotográfica mía, palos de la tienda de camping (con lo que me impedía usarla), una bolsa con FOTOS DE MI INFANCIA, Cd´s y un pote de tomate (?), entre otras cosas...
-         Las tareas de casa, que antes compartíamos, pasé a realizarlas casi exclusivamente yo, si no quería que la porquería “se nos comiera”.
-         Más de un día hube de llegar tarde al trabajo porque ella no se quería hacer cargo de nuestra hija si no se la acercaba a casa de sus padres, a 50 km de la nuestra.
-         Presenté por ello y por otros tantos despropósitos, DOS DENUNCIAS ante los juzgados de Igualada, exponiendo los hechos y “suplicando que intervinieran lo antes posible porque la agresividad de mi expareja iba en aumento y mi hija ya sufría cómo me descalificaba delante de ella. También les alerté de que “ME TEMÍA UNA DENUNCIA FALSA”, porque ella ya me había advertido de que “lo iba a perder todo”, es decir: que pensaba quedárselo todo sin importarle los medios para conseguirlo. El Juzgado de Igualada no me hizo “ni puñetero caso”. Si la misma denuncia la hubiera presentado una mujer, su pareja habría acabado inmediatamente en el calabozo. A mi me dijeron que “NO PROCEDÍA ACTUACIÓN PORQUE YA HABÍA UN PROCESO DE SEPARACIÓN EN CURSO”. Increible, ¿verdad?.
Salvajismo.
A principios del mes de septiembre de 2011 y persistiendo esta situación, mi expareja y yo discutimos una tarde porque teníamos reunión de padres en el colegio donde comenzaría nuestra hija y, como después de trabajar por la mañana era mi turno de estar con la niña, me vino a decir que “me buscara la vida para ir yo también a la cita”, “que no era problema suyo y que ella sí que iría”. Como soy tan padre de mi hija como ella madre, no estuve de acuerdo con que se me negara mi derecho y obligación de acudir y comenzamos a discutir.
En un nuevo arrebato de violencia, mi expareja me propinó TRES MORDISCOS SALVAJES, de los que no me pude ni defender. Después de sufrir meses de acoso, maltrato y expolio, sabía perfectamente que lo que ella pretendía era “provocar” con sus ataques que yo perdiera los nervios y así presentarse ante el mundo como una “víctima” a la que había que proteger de un “criminal”.
Y puedo asegurar que el dolor interior por ser maltratado así, sin posibilidad de autodefensa y sin que las autoridades te hagan el mínimo caso, sólo por el hecho de no ser mujer, es incluso superior a los “pinchazos” de las mordeduras.
Lo peor del caso es que tube que ir a curarme al hospital con mi hija y aparentando normalidad para que no se enterara de lo que me había ocurrido.
FOTO SUPERIOR "MORDISCO EN EL BÍCEPS", FOTO INFERIOR: "MORDISCO EN LA ESPALDA"
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Impunidad.
Después de haber sido atendido de los mordiscos, acudí de nuevo (sin la niña, claro) a la Comisaría a presentar una denuncia por agresión. Poco sabía yo que, por si no había recibido bastante, aquí comenzaba la peor parte de este infierno para mí, mi hija y mi familia.
Como el Juzgado apreció delito en la actuación de mi expareja, la citó a declarar como imputada al cabo de cinso o seis días. Posteriormente el fiscal solicitaría para ella “un año de prisión” y una multa compensatoria.
Lo surrealista de los acontecimientos, el “summun” de la injusticia más dolorosa fue que, al ser citada como imputada y SÓLO EN ESE PRECISO MOMENTO, mi expareja “inventó” que yo la había maltratado psicológicamente, que la separación era “culpa mía” y que, si bien “reconocía haberme mordido” era porque “la ansiedad que le había obligado a hacerlo también se la había producido yo”.
Este escabroso falso testimonio, fue apoyado por la anteriormente citada “vecina para todo”, que se presentó en la comisaría como testigo y confirmó tantos “presuntos detalles”, como si hubiera estado viviendo con nosotros las 24 horas del día.
Me presentaron una DENUNCIA FALSA después de agredirme, después de maltratarme durante meses; sin pruebas, ni informes médicos periciales, con denuncias previas en sentido contrario…
Y el Sr. Juez, ante estas denuncias cruzadas, ante las evidencias, ante el reconocimiento de culpa de mi ex, y para que “se notara que era el titular del Juzgado de Violencia contra la Mujer”, me mandó al forense para que certificara “lo humano” de las mordeduras, e inmediatamente dictó UNA ORDEN DE ALEJAMIENTO.
¿Contra mi agresora? ¡No, por favor! ¿En qué mundo vivís?
LA ORDEN DE ALEJAMIENTO LA DICTÓ CONTRA MÍ.
El Juez argumentó que mi ex: "no tuvo otra opción que morderme"...¿ALGUIEN SE LO IMAGINA AL REVÉS: QUE UN HOMBRE PRÉVIAMENTE DENUNCIADO POR ACOSO MORDIERA EN LAS MISMAS CIRCUNSTANCIAS A SU EXPAREJA? 

Ello me supuso:
-         No poder volver a mi casa de la mañana a la noche.
-         No poder ver a mi hija en casi 15 días.
-         Sufrir durante 10 MESES esta injusticia sin nombre.
-    Tener sólo "ganas de morirme"...
-         Un “régimen de visitas” estricto y con “entregas” de la niña por parte de terceros (mi madre) y en el pueblo, a 5 km de la urbanización donde vivía. Mi madre y abuela de la niña tuvo que vivir cómo mi hija, que no quería volver nunca con su madre, se le intentaba escapar gritando “¡Papa, papa!, en invierno y muchos días con sólo 1 o dos grados en la calle.
-         Que mi ex se quedara con todo el “contenido” de la casa: con los bienes comunes, con los míos propios, y con unos objetos propiedad de mi madre y valorados en 2000 euros, que yo le guardaba en el garaje después de una mudanza. Mi expareja y, en los meses posteriores, TIRÓ A LA BASURA Y REGALÓ ENTRE LAS VECINAS DEL BARRIO TODOS LOS OBJETOS PERSONALES DE MI MADRE. Y lo peor es que mi hija TAMBIÉN LO SABE Y SIN QUE NADIE SE LO EXPLICARA. Y se lo han hecho a su abuela…
http://nosoypadredevisitas.blogspot.com.es/

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