Viernes, 25 de Septiembre, 2015
Jesús Figón ejercía como Consejero de Interior en la Embajada Española en Brasil cuando el pasado 12 de Mayo el mismo acudió a las autoridades brasileñas declarando haber matado a su mujer. El hombre era el Comisario de la Policía Local en Alcala de Henares, y por la condición de su puesto en Brasil gozaba de inmunidad diplomática. El ministro de asuntos exteriores español, García-Margallo, declaró que si se consideraba como un incidente machista sería retirada su inmunidad diplomática, pero sin haber sucedido este hecho al día siguiente de los hechos, el 13 de Mayo, fue retirada dicha inmunidad al diplomático. Ahora es cuando las autoridades brasileñas concluyen que el hecho no puede juzgarse como de violencia de género pues se considera que fue en defensa propia, ya que la mujer atacó al hombre con un cuchillo y él intentó defenderse de la agresión.
La defensa del ex Comisario corrió a cargo de Baltasar Garzón y la hija del acusado y la víctima Rosemary Justino Lopes presentó querella en España con el fin de que su padre fuese juzgado aquí, sin embargo la Audiencia Nacional aunque admitió a trámite la querella procedió al sobreseimiento provisional por tener conocimiento de que el caso se juzgaba también en otro país. Este hecho de inhibirse en favor de otro juzgado sucede con mucha frecuencia en los juzgados españoles en causas de familia, los jueces se amparan algunas veces, depende, para no tener ellos que juzgar algunas situaciones delicadas como pueden ser secuestros o sustracciones parentales, de forma que en la mayoría de los casos (el padre suele ser el progenitor afectado) dejan en un estado de indefensión a los propios menores, pues además teniendo conocimiento de un hecho que pueden calificar perfectamente como delictivo, con su pasividad consienten una situación de hecho que luego deriva muchas veces en el aislamiento de los menores y la consiguiente manipulación parental sobre el menor.
Fuente:
Brasil acusa de homicidio al comisario español que mató a su mujer
http://www.elmundo.es/sociedad/2015/09/22/560138d546163f73078b4581.html
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