Pero una ley que no logrado cambiar ninguna realidad pasada. No sirve de excusa que España sea uno de los países europeos en donde menos mujeres mueran a manos de sus parejas para argumentar que es un problema que nos afecta menos que al resto de países donde las muertes de estas mujeres son muchas más.
Pero de igual forma, aunque por desgracia España presentase las mismas cifras elevadas que los otros países europeos en cuanto a mujeres muertas a manos de sus parejas, tampoco serviría de apoyo para mantener una ley que ya ha demostrado que lo único que es capaz es de destruir miles de familias, no lograr rebajar el número de mujeres muertas, y sobre todo generar una guerra entre sexos (no entre géneros) y llenar miles de estómagos agradecidos que ven con buenos ojos una ley que abastece económicamente tanto a partidos políticos como a asociaciones vinculadas al feminismo.
España ha respetado a sus mujeres mucho más que otros países, la mujer española ha sido quien en la mayor parte de casos mandaba en el interior del hogar, era ella la que controlaba el dinero. Por mucho que quieran presentar una historia dominada por ese patriarcado del cual ahora culpan de todos los males que sufre la mujer, la mayoría de españoles que hoy conforman la franja de edad que debería mantener y sustentar económicamente al país se ha educado en el más profundo respeto a su madre, y porque dentro de su casa el padre era el primero que hacía respetar a la madre por encima de todo, y valoraba su trabajo más incluso que el suyo. Pero hay un grupo de mujeres -y también hombres- que parecen haber sido criados en esos hogares donde el padre o la figura masculina representó el terror, que por supuesto que los hay, al igual que hay hogares en donde esa figura la ocupa la mujer, y no necesariamente una mujer más corpulenta que el marido, pues el maltrato psicológico es una fuente que anula por completo a la otra persona, por mucha más capacidad física que disponga.
Lo único que han conseguido hasta ahora es colocar una herramienta a la altura de personas que tras un conflicto pueden usar contra la persona que más han querido. Vemos como entre empresarios y trabajadores hay trifulcas, vemos peleas en la calle y condenados a cárcel, incluso algunos personajes políticos. Cuando se rompe un matrimonio a la fuerza se genera una situación de mayor o menor tensión, pues sino permanecerían unidos. Crear leyes para que una mujer tras la ruptura disponga del poder para encerrar a su ex pareja, o ex marido y padre de sus hijos en prisión es aberrante. Todas las personas en un momento dado pueden inundarse de odio y rencor, y en ese momento no son conscientes de sus actos, se guían por un instinto dañino, si encima son animadas a usar una ley que en ese momento va a saciar su sed de venganza, el futuro no puede ser más de venganza por parte de la persona agraviada. Muchos de ellos no son conscientes que el culpable real no es esa mujer, esa mujer que usa la ley de violencia de género como elemento vengativo hacia la persona que antes quería, no es el personaje más culpable, a no ser que sea consciente de el tipo de ley que utiliza, y que su denuncia desde luego responda a esa sed de venganza.
El feminismo se enfada y enoja porque muchas denuncias son retiradas, porque muchas mujeres después se niegan a declarar contra quienes amaron y arguyen todo tipo de excusas para callar aquello que realmente conocen mejor que nadie, pues ellas mismas o ellos, son más conscientes que nadie de la herramienta que han creado, la cual es usada y recomendada a sabiendas de que es un atropello.
Las mujeres deben negarse a utilizar la ley injusta de género
Fuente:
http://www.eleconomista.es/legislacion/noticias/7477700/04/16/Hombres-maltratados-una-minoria-silenciosa-y-silenciada.html
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