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domingo, 31 de octubre de 2010

«He secuestrado a mi hijo»

Una madre rumana afincada en Vizcaya ha traído al menor, de 15 años, desde Italia pese a que su ex marido tiene la custodia
31.10.10 - 02:48 - TXEMA IZAGIRRE
BILBAO.
Verónica explica su caso en Sopelana junto a su hijo Paul, de espaldas, que se confiesa un apasionado del surf. :: PEDRO URRESTI
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La rumana Verónica Orac atendió la llamada de su hijo menor y no lo dudó: montó en su 'Renault Laguna' gris y salió disparada en dirección a Italia para traerle de vuelta a Bilbao. Ocurrió el pasado domingo. Paul, de 15 años, ya no quería permanecer más tiempo con su padre en Rumanía, por mucho que él tuviera su custodia legal. Según aseguran ambos, el hombre le retuvo contra su voluntad y no le dejó regresar de las vacaciones de verano a la capital vizcaína.
La madre, que está separada de Valeriu Borsan y con los trámites de divorcio en marcha, es muy consciente de lo que ha hecho. Para ella no constituye ninguna novedad. «Sé que he secuestrado a mi hijo. Esta es la segunda vez que lo hago; la anterior me pusieron una multa. Ahora es posible que vaya a la cárcel e iré, si es necesario. No me importa. Yo quiero que el niño esté bien y allí estaba traumatizado. A mí no me dice lo que le pasaba, me lo oculta, pero fue él quien me pidió que le sacara de allí», comenta, dolida, Orac.
Todo empezó el pasado mes de junio. El adolescente se fue de vacaciones a Rumanía con el billete de avión, de ida y vuelta, pagado por su madre, que reside en la capital vizcaína. El plan era idéntico al de las vacaciones escolares del año anterior, que las pasó junto a su progenitor. Solo que esta vez el regreso estaba previsto para agosto, pero según cuenta Orac y ratifica Paul, su progenitor le obligó a quedarse contra su voluntad en aquel país.
«Como hay fronteras con Rumanía, sabía que no podía traer a mi hijo para aquí. Hasta que un día Paul llamó para decirme que aprovechara que su padre y él iban a viajar a Italia, a un sitio que está unos 200 kilómetros de Roma», relata Osac. Ni corta ni perezosa, cogió el coche y se presentó en Ancona un día antes que ellos.
Los acontecimientos se precipitaron a una velocidad vertiginosa. Recibió un 'sms' del niño en su teléfono móvil por la mañana, en el que le explicaba exactamente donde estaba. Localizó el lugar gracias al GPS del automóvil y cuando aparcó frente a la casa, le llamó. Según relata esta mujer, de 39 años, su hijo «montó en el coche corriendo, sin darme un abrazo ni un beso siquiera. Solo me dijo: ¡Arranca y vámonos! ¡Qué trauma para un niño de 15 años pasar por esta experiencia, cuando debería estar despreocupado, leyendo, escuchando música, estudiando!»
Nada más llegar a Bilbao, Verónica se dirigió a un bufete de abogados a contar lo ocurrido y solicitar que aceleraran el proceso para que le concedan la custodia del menor que, hace tiempo, ella había cedido a su ex marido. Ya el pasado septiembre, solicitó la modificación de las medidas cautelares con carácter de urgencia, puesto que el chaval pedía con insistencia volver con ella. Ahora, quiere que los jueces escuchen a su hijo pequeño y tomen una decisión cuanto antes.
Hace nos días, Verónica recibió un fax desde Italia en el que su anterior pareja le comunica que «ha denunciado el caso. Estoy en busca y captura, según me dice». Ella solo quiere volver a la normalidad y ha recurrido a un especialista porque teme que su hijo sufra secuelas. «He pedido una cita con una psicóloga. A él le pasa algo, pero no sabemos lo que tiene y no podemos sacárselo ni su hermano ni yo».

Rupturas y reconciliaciones

La Fiscalía de Menores de Vizcaya ya conoce el caso. El joven admite que incluso prefiere obtener el auxilio social de la Diputación que volver con su progenitor. También los letrados han pedido que un equipo psicosocial del juzgado entreviste al adolescente.
Paul es hijo de unos padres inmersos en una historia de amor y rupturas casi constantes desde que contrajeron matrimonio en 1991. Verónica se casó con 20 años con un invidente del que estaba «absolutamente enamorada» Llegaron a Bilbao en 1996. Verónica trabajaba de empleada de hogar, mientras su marido apenas encontraba empleo, según asegura.
Tras varias rupturas, la pareja se volvía a reconciliar. Hace unos años, ella aceptó volver a Rumanía para abrir un negocio de informática que «fue bien, pero el matrimonio mal. Los niños y yo siempre quisimos volver. Ellos hablan euskera y dominan el castellano mejor que el rumano», asegura. Tras mucho insistir, el año pasado, acordaron que los tres regresaran a Vizcaya. «¡Quién iba a pensar que podía pasar algo así! Yo sólo quiero la felicidad de mi niño», recalca.
http://www.elcorreo.com/alava/v/20101031/pvasco-espana/secuestrado-hijo-20101031.html

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