OVIEDO.
Un informe del Consejo General del Poder Judicial revela que, pese a ello, seis de cada diez están satisfechos con su trabajo
El 65% de los magistrados siente «insatisfacción» por el escaso reconocimiento social de su labor
Los jueces no se sienten valorados por la sociedad. :: M. ROJAS
En las sociedades primitivas, el juez era elegido por las partes, con carácter de árbitro y sólo durante el tiempo que durase el litigio. El nombrado lo era, en definitiva, por la autoridad que generalmente ejercía sobre su comunidad. Desde estos tiempos, hasta hoy en día, la figura del juez ha evolucionado, aunque lo que persiste (como al principio de los tiempos) es la necesidad de que alguien juzgue, que alguien (experto en leyes, de forma independiente, rigurosa y objetiva) medie en un problema o situación conflictiva.
Cinco años de Derecho más otros tanto de duras oposiciones. Llegar a ser juez, después magistrado, es una carrera de años y de consumir tiempo encerrado en una habitación, tiempo de juventud dedicado prácticamente en exclusiva a las leyes. Superadas duras pruebas, el juez se viste la toga, preside un tribunal y lo llena de solemnidad y silencios. Nadie puede llevarle la contraria. El juez sí puede hacer callar o puntualizar a cualquiera (casi siempre, a los letrados de las partes). Una vez obrado el juicio, con toda la información recabada, debe sentenciar, imponer el castigo. Mandar a alguien a la cárcel o, por ejemplo, separar a unos hijos de un padre o madre, aunque sea a partir de pruebas objetivas, no debe resultar siempre fácil.
La figura del juez tiene sus orígenes en las sociedades primitivas, es necesaria, pero los que juzgan no siempre sienten el aplauso del ciudadano. Quieren sentirse más premiados. Su trabajo, pensarán, no puede hacerlo cualquiera. Y eso es verdad.
La última encuesta a la carrera judicial realizada por el Consejo General del Poder Judicial sobre esta materia revela el clima laboral en el que trabajan los jueces y magistrados. Y el resultado es sorprendente: Un 65% de personas relacionadas a este cuerpo siente «insatisfacción» por «la baja consideración social» que, creen, recibe su trabajo. En el informe, el Poder Judicial señala que esta percepción empezó a crecer «entre el año 2007 y el 2008 y se mantiene este año 2010». No obstante, hay otra cara de la moneda: «La mayoría de la carrera judicial, seis de cada diez, se muestra satisfecha con su trabajo». Otra cosa es el reconocimiento, el aplauso, los premios...
Los tribunales de justicia son grandes, agrupan numerosos órganos, y las estadísticas hablan de que muchos de los que trabajan en los juzgados de lo Penal y Contencioso-Administrativo están poco contentos con su labor: «Algo menos del 30% declaran poca satisfacción», reconoce el informe. Justamente el juez (eso sí, del Instrucción Número 2 de los de Oviedo) Ángel Sorando Pinilla declaró el pasado mes en una entrevista a EL COMERCIO que «no está amargado con su trabajo, pero tampoco muy feliz». Habría sido agricultor, aseguró, si no hubiera tomado el camino del Derecho.
Así que, a la solemnidad del Poder Judicial, también se le unen las insatisfacciones de muchos de sus miembros. Ningún trabajo, parece ser, es perfecto.
http://www.elcomerciodigital.com/v/20101031/oviedo/jueces-quieren-aplausos-20101031.html
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