Un juzgado ha dictado que la hija menor siga con M.N.R. - Javier Cuesta
La juez le obliga también a pagar los gastos de abogado de su ex por «perjudicar» a la niña.
Después de haber perdido la custodia de su hija mayor, su temor era perder a la pequeña, de diez años de edad, ante la insistencia de su ex marido. Sin embargo, un juzgado no sólo acaba de darle la razón, confirmando que la niña debe seguir con su madre, sino que incluso ha condenado al padre a pagar los gastos en abogados de su ex esposa porque su petición era "temeraria y perjudicial para la menor". "Mi abogada asegura que es la primera vez que se encuentra con una sentencia de Familia que condena en costas a la otra parte", explica M.N.R., aliviada por el fallo judicial a su favor, aunque éste ya ha sido recurrido por su ex pareja ante la Audiencia Provincial. No es lo habitual y en esta ocasión la titular del Juzgado de Familia número 17 sentencia que el padre de las niñas debe afrontar estos gastos, ya que es él quien solicitó un cambio de custodia que la juez considera que es perjudicial para la menor. "Insistir en que viva con su padre no hace sino perjudicar la relación con él. Es precisamente esto lo que llevó a la menor a dejar de ver a su padre", señala la magistrada.
El padre de la pequeña había solicitado este cambio de medidas -la madre tenía la custodia de la menor tras el divorcio- alegando que "la niña añora estar con él y con su familia, que expresa permanentemente su deseo de quedarse con sus hermanos, que se siente sola y aislada, defendiendo la conveniencia de que los hermanos estén juntos". Tras esta reclamación el juzgado llamó a la menor para conocer su opinión. "La niña dijo ante la juez que no se quería ir con él porque no quería dejar de verme como le ha pasado a su hermana", recuerda M.N.R., quien ha tenido que ver cómo la relación con su hija mayor se ha ido deteriorando hasta el punto de marcharse a vivir con su padre, "que le consentía todo lo que yo no le permitía", explica.
La sentencia, en cambio, desestima todos estos argumentos porque "los acontecimientos acaecidos demuestran todo lo contrario". Según la magistrada, el padre "se vio obligado" a solicitar la custodia ante el hecho de que la niña dejó de ir a verlo cuando le tocaban las visitas. La pequeña explicó en la vista convocada que "el motivo de dejar de ir a casa de su padre es que se sentía presionada por su padre y hermana, quienes le decían constantemente que por qué no se iba con ellos a vivir".
Ante esta situación, "la niña, de tan sólo 10 años, no encontró otra solución que la de dejar de ir a casa de su padre para que no la agobiaran, y ello a pesar del gran cariño y afecto que, efectivamente, siente por su padre y sus hermanos" y asimismo "se lo explicó a su padre" en la vista que fue grabada, "considerando que así dejaría de presionarla, de decirle que se fuera a vivir con él". Por ello, la juez afirma en la sentencia que "la petición aducida en estos autos es temeraria y perjudicial para la menor de quien se pretende su estabilidad", de ahí que condene al padre en costas.
M.N.R. sostiene que su ex marido "lo único que quiere es quedarse con la vivienda". De hecho, en su demanda el abogado reclamaba que "el uso y disfrute" del mobiliario y el piso familiar se "confiera a las hijas y, en consecuencia, al progenitor custodio". M.N.R. asegura que ella no quiere la vivienda, que la tiene asignada por la sentencia de divorcio, y que incluso "la he querido vender, pero él se niega porque la quiere para su nueva familia". El padre también reclamaba, junto con el cambio de situación, que su ex le pagara 300 euros mensuales por cada una de las hijas y que ambos asumieran a medias los pagos extras, ya que ahora se hacen cargo de la manutención de la hija que vive con cada uno.
En cuanto a la separación de los hermanos que el padre alega en su demanda, la sentencia señala que hay que tener en cuenta que la hermana mayor tiene diez años más que la pequeña, por lo que "no estamos hablando de hermanos de edades similares que deban crecer juntos, sino de hermanas de gran diferencia de edad, lo que implica por lógica, por ley de vida, la separación de los hermanos". "La relación de la niña es fantástica con su padre y hermana, no existe ningún elemento o circunstancia que aconseje un cambio de custodia", concluye.
M.N.R. se separó de su marido hace 10 años, quedándose con la custodia de sus hijas. Sin embargo, la actitud de la mayor cambió, "me contradecía todo". La menor le amenazaba con irse con su padre, lo que ocurrió definitivamente en marzo de 2009, ya mayor de edad. M.N.R. ha vivido todo un calvario y su temor era perder también a su hija menor, pues asegura que ha sufrido auténtico "acoso" judicial por parte de su ex, cuestionándola como madre en todas sus demandas.
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