Sábado, 26 de Noviembre, 2011
El Dr. Caravedo
Durante la adolescencia, hombres y mujeres empiezan a expresar su sexualidad con mucho ímpetu. ¿Cómo manejar los temas de sexualidad con los hijos cuando se es madre soltera? Hoy, en Era Tabú, el Dr. Leopoldo Caravedo hablará sobre las madres solteras con hijos adolescentes
Cuando uno es madre soltera o divorciada y tiene un hijo adolescente es usual preguntarse: ¿Cómo ser padre y madre a la vez sin perder la autoridad y logrando crear una relación en armonía con los hijos?
La adolescencia es una época de cambios físicos y emocionales. Los hijos e hijas empiezan a darse cuenta de la fuerza de su deseo y la revolución de sus hormonas. Si para una pareja de padres que trabaja como una dupla es difícil manejar el despertar sexual de sus hijos, más aún lo es para una madre soltera, divorciada o separada.
Cuando la ausencia de la figura paterna se da durante la adolescencia, los hijos sentirán a corto plazo inseguridad, soledad y depresión, que puede mostrarse en forma de fracaso escolar, conducta delictiva, consumo de drogas y vagancia. Los adolescentes y adultos jóvenes mantienen vivos los recuerdos a los 10 años del divorcio de sus padres, lo que les hace expresar angustia respecto a sus relaciones amorosas y a un posible fracaso matrimonial. Dichas repercusiones sobre los adolescentes también dependen de los factores de estrés psicosocial que pueden acompañar al divorcio.
Los especialistas sugieren que la ausencia del padre está asociada a efectos muy negativos a largo plazo en el desarrollo psicosexual de los hijos como, por ejemplo, actitudes inapropiadas hacia los roles sexuales. Por ejemplo, la tendencia hacia la promiscuidad y dificultades en las relaciones de pareja son algunas de las consecuencias negativas que provoca el padre ausente.
En el caso de las hijas algunos de los efectos, a largo plazo, encontrados en niñas privadas tempranamente de la convivencia familiar con su padre incluían embarazos y matrimonios adolescentes, maternidad en soltería, altas probabilidades de relaciones heterosexuales que acabaran en divorcio y altas probabilidades de múltiples casamientos (McLanahan y Bumpass, 1998).
Conclusiones similares son las presentadas por el estudio de Kalter (1987) donde la ausencia del padre, consiguiente al divorcio, se asocia, para las niñas, con baja autoestima, precocidad sexual, comportamientos delictivos y dificultades, en la vida adulta, para el establecimiento de relaciones heterosexuales gratificantes. Esta autora explica la dinámica destructiva de la ausencia del padre varón en la vida de las niñas, quienes se sienten culpables de que el padre las haya dejado por no ser lo suficientemente “buenas” como para conservarlo a su lado.
Cuando uno es madre soltera o divorciada y tiene un hijo adolescente es usual preguntarse: ¿Cómo ser padre y madre a la vez sin perder la autoridad y logrando crear una relación en armonía con los hijos?
La adolescencia es una época de cambios físicos y emocionales. Los hijos e hijas empiezan a darse cuenta de la fuerza de su deseo y la revolución de sus hormonas. Si para una pareja de padres que trabaja como una dupla es difícil manejar el despertar sexual de sus hijos, más aún lo es para una madre soltera, divorciada o separada.
Cuando la ausencia de la figura paterna se da durante la adolescencia, los hijos sentirán a corto plazo inseguridad, soledad y depresión, que puede mostrarse en forma de fracaso escolar, conducta delictiva, consumo de drogas y vagancia. Los adolescentes y adultos jóvenes mantienen vivos los recuerdos a los 10 años del divorcio de sus padres, lo que les hace expresar angustia respecto a sus relaciones amorosas y a un posible fracaso matrimonial. Dichas repercusiones sobre los adolescentes también dependen de los factores de estrés psicosocial que pueden acompañar al divorcio.
Los especialistas sugieren que la ausencia del padre está asociada a efectos muy negativos a largo plazo en el desarrollo psicosexual de los hijos como, por ejemplo, actitudes inapropiadas hacia los roles sexuales. Por ejemplo, la tendencia hacia la promiscuidad y dificultades en las relaciones de pareja son algunas de las consecuencias negativas que provoca el padre ausente.
En el caso de las hijas algunos de los efectos, a largo plazo, encontrados en niñas privadas tempranamente de la convivencia familiar con su padre incluían embarazos y matrimonios adolescentes, maternidad en soltería, altas probabilidades de relaciones heterosexuales que acabaran en divorcio y altas probabilidades de múltiples casamientos (McLanahan y Bumpass, 1998).
Conclusiones similares son las presentadas por el estudio de Kalter (1987) donde la ausencia del padre, consiguiente al divorcio, se asocia, para las niñas, con baja autoestima, precocidad sexual, comportamientos delictivos y dificultades, en la vida adulta, para el establecimiento de relaciones heterosexuales gratificantes. Esta autora explica la dinámica destructiva de la ausencia del padre varón en la vida de las niñas, quienes se sienten culpables de que el padre las haya dejado por no ser lo suficientemente “buenas” como para conservarlo a su lado.
Perfil del especialista invitado:
Nombre: Dra. Maribel Briceño R.
Teléfonos: 445 9974 / 241 4401
Especialidad:
Psicóloga Clínica.
Psicoterapeuta de Orientación Psicoanalítica.
Magister en Asesoramiento Educativo Familiar 2011/2012
Nombre: Dra. Maribel Briceño R.
Teléfonos: 445 9974 / 241 4401
Especialidad:
Psicóloga Clínica.
Psicoterapeuta de Orientación Psicoanalítica.
Magister en Asesoramiento Educativo Familiar 2011/2012
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