CUSTODIA PATERNA: Huelga de hambre a 52 metros del suelo

martes, 25 de septiembre de 2012

Huelga de hambre a 52 metros del suelo

Martes, 25 de Septiembre, 2012

Un hombre se encarama a una grúa en Bergara contra la Ley de Violencia de Género. Tiene pendientes varias causas por quebranto de la orden de alejamiento de su expareja

Encaramado a una grúa a 52 metros de altura se encuentra desde ayer a las siete de la mañana un hombre de 42 años en la plaza Ariznoa de Bergara, junto al palacio de Justicia, para denunciar la Ley Integral de Violencia de Género. Así lo reflejan las cuatro pancartas que colocó en el brazo de la grúa y las dos notas que arrojó, con dos pilas en el interior para alcanzar la plaza, a primera hora de la mañana.
Fue en ese momento cuando los empleados de la empresa Construcciones Amenabar, que trabajan en la rehabilitación de la parroquia de San Pedro, se percataron de su presencia. En los papeles que arrojó señaló que iniciaba una huelga de hambre por el daño que le ha provocado esa ley, y se identificaba como Miguel Lahuerta Abad.
Miguel es un empleado temporal del servicio municipal de limpieza y se encuentra de baja. Es natural de Soria, lleva varios años de residencia en Bergara, y ha trabajado como cartero durante algún verano. «Stop desigualdad ante la ley. Soy inocente» «Basta de denuncias falsas» recogen las pancartas. En la base de la valla perimetral de seguridad de la grúa, colocó tres paneles en los que incluye informes, estadísticas y titulares sobre falsos casos de violencia de género, así como un manuscrito con afirmaciones como «nacer hombre ya te hace culpable».
Lahuerta está inmerso en varios procesos de los que espera sentencia tras denuncias de su ex pareja, y ya ha sido condenado a seis meses. Como él mismo señala en los papeles, «me han aplicado la condena después de que mi novia retirara la denuncia». Entre las causas abiertas en los juzgados, que distan unos metros de donde se encuentra, hay varias de quebranto de la orden de alejamiento de su ex compañera.
Minuciosa planificación
Miguel Lahuerta trepó por la escalera interior de la grúa sobre las 7 de la mañana en dos ocasiones, para llevar las pancartas y una gran mochila. Después de unas primeras horas de despliegue de efectivos e identificación, y tras los primeros contactos telefónicos, a las 11 de la mañana dos bomberos del parque de Zubillaga iniciaron el ascenso para que desistiera. Uno de ellos se acercó a unos metros de Miguel, en una planta inferior a la que ocupa, para llevarle comida, agua y un móvil, porque el suyo se había quedado sin batería. Rechazó los alimentos y con el móvil inició una conversación con un psiquiatra personado en la plaza procedente del Centro de Salud Mental de Arrasate.
Tras una hora de negociación, el psiquiatra manifestó que estaba dispuesto a bajar si podía ofrecer uno rueda de prensa a los medios. El compromiso era que a las 13.30 horas iniciaría el descenso acompañado por los bomberos. Poco después esos efectivos informaron de que había cambiado de opinión. No bajaba. Sobre las 14 horas el bombero que permaneció tres horas en lo alto bajó. Apuntó que tras el nerviosismo inicial se encontraba tranquilo, convencido de no deponer su actitud «hasta que cambie la ley». Añadió que en algún momento amenazó con tirarse si se intentaba algo. Los rescatadores dejaron colocada una cuerda de seguridad desde lo alto para que en el momento que decida bajar se pueda atar con un arnés.
Los efectivos de la Ertzaintza, que habían movilizado a la Unidad de Rescate de Montaña, así como los bomberos desestimaron desde un primer momento la posibilidad de una intervención contra su voluntad, por el riesgo para el joven y las unidades. «Vamos a esperar. Dice que está cansado porque ha subido dos veces con el equipo. Tiene el móvil para que nos avise y subamos a ayudarle a bajar. Por lo que dice, tiene intención de quedarse varios días», señaló el bombero que habló personalmente con Miguel.
Para pasar la noche disponía de una manta y una chamarra. A las 14.30 horas abandonaron el lugar la mayoría de los efectivos de rescate y quedó un retén de la Ertzaintza, una ambulancia y bomberos dispuestos a pernoctar, mientras la Plaza seguía acordonada. Los servicios psiquiátricos mantienen con él conversaciones regulares para intentar que deponga su actitud.