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- Se suicida tras ser encarcelado por maltrato al fallecer su mujer
“La vida sin Godelieve no tiene más sentido para mí. Más de cincuenta años estuvimos juntos. Solo el pensar que se me acusa de hacerle daño me resulta insoportable”. Así arranca la emotiva carta de despedida que dejó el septuagenario belga Jean Lucien antes de quitarse la vida en la noche del martes 20 del pasado mes de noviembre tras vivir una terrible experiencia.http://www.diariodeavisos.com/jean-lucien-no-soporto-pensar-acusan-hacerle-dano/
Como se puede comprobar en el párrafo anterior, Jean Lucien vincula su trágica decisión de quitarse la vida con lo sucedido diez días antes, cuando pasó varias jornadas en un calabozo de Playa de Las Américas por violencia de género al hallarse muerta a su mujer en el apartamento de su propiedad localizado en Torviscas Bajo y donde solían pasar la temporada invernal desde hacía unos 15 años.
Como ayer documentó este periódico, Jean Lucien fue detenido porque, tal y como recoge la Diligencia de Informe presentada el día de autos en Comisaría, “aunque en un principio la causa de la muerte puede ser presumiblemente suicida y no homicida, no se puede descartar, según lo investigado hasta el momento, la existencia de un presunto delito de malos tratos en el ámbito familiar, teniendo en cuenta las lesiones que presentaba la finada”.
Si bien las actuaciones practicadas se encuadran en la legislación vigente en España sobre estos asuntos, tales lesiones se resumían en un corte en la zona de la mandíbula derecha peridial y algunas erosiones de menor importancia. También pesó el hecho de que Jean Lucien -que solo hablaba flamenco y era traducido por un vecino con el cadáver de su esposa aún caliente- se contradijo en su relato cronológico de lo sucedido, según se recoge en el atestado 16754/12.
El resultado fue que Jean Lucien estuvo de viernes a lunes en el calabozo y llegó hasta a decretarse el secreto de sumario, pero la autopsia despejó cualquier duda sobre la muerte de Godelieve, una mujer de 72 años bajo tratamiento psiquiátrico que se quitó la vida, tal y como certifican los expertos, con una ingesta masiva de barbitúricos.
Jean Lucien esperó que su hija Sonya volviese a su trabajo en Bélgica al lunes siguiente para escribir esta carta de despedida, traducida del flamenco por el profesional titulado Colin Brown y de la que se obvian los aspectos privados no trascendentales para esta información.
Se desprende de la misma el profundo amor que Jean Lucien sentía por su mujer cuando proclama que “nuestra vida juntos era maravillosa, muchos días de felicidad y alegría con familia y amigos”, así como cuando insiste más tarde en que “tengo un dolor insoportable en mi corazón, deseo hablar una vez más con mi Godelieve, pero no es posible volverla a salvar”, en alusión a las anteriores tentativas de su esposa.
Este tema es recurrente dado que Jean Lucien pasó años y años velando por la salud mental de su mujer al punto de que, cuando tenía que dejarla sola, alertaba a un vecino amigo para que estuviera pendiente, aunque fuera por poco tiempo.
Así, recalca de nuevo que “durante el tiempo más difícil para ella yo hice todo y más para ayudar a aliviar su sufrimiento. Sus hermanas, nuestros vecinos y Sonya pueden atestiguarlo. A pesar de todo mi esfuerzo, veo que no hice lo suficiente”, termina por lamentarse.
POR EL CLIMA
Precisamente, fue el clima lo que trajo a la pareja a Tenerife, aconsejados por amigos y atraídos por un clima tan propicio para las flores, a las que tanto amaba Godelieve.
El párrafo final de la carta arranca reconociendo sus planes al escribir Jean Lucien que “yo quiero unirme a ella, lo confieso con las palabras más sencillas”.
Tras pedir a familia y amigos que “siempre recuerden los momentos de feliz y alegría que pasamos juntos”, añade una vez más: “No hice ningún daño a mi esposa”. Firmado: Jean.
“En toda Europa eres inocente hasta que no se demuestre lo contrario”
Sonia tiene 47 años de edad y acaba de perder a sus dos ancianos padres en circunstancias extraordinariamente dolorosas. Ella es la hija de Jean Lucien, el septuagenario que se quitó la vida tras ser acusado falsamente de asesinar a su mujer, por lo que pasó hasta cuatro días en un calabozo de la Comisaría de Playa de Las Américas sin que importase que los forenses evidenciaran desde el primer momento su inocencia. De vuelta en su Bélgica natal, atiende excepcionalmente a DIARIO DE AVISOS.
- Antes que cuestión alguna, nuestro más sentido pésame ante experiencia tan dramática como la acaecida con sus padres…Sabemos que sus padres pasaban largas temporadas en Tenerife desde hace 14 ó 15 años porque el clima beneficiaba a la salud de Godelieve pero, ¿por qué escogieron la Isla y qué les impulsó a seguir viniendo todos los inviernos?
“Comenzaron a ir, como muchos ciudadanos belgas, por el clima. En Bélgica hace mucho frío gran parte del año y sin embargo en Canarias hace sol y una buena temperatura la mayor parte del año. Compatriotas belgas les hablaron muy bien de la Isla de Tenerife y desde su primera visita les encantó el clima, la amabilidad de los canarios, su carácter amistoso y tranquilo. Además en el Sur de Tenerife encontraron un elevado número de turistas belgas y de otras nacionalidades, por lo que las posibilidades de comunicarse con otros en un idioma común (no hablaban casi nada de español),eran mayores. Luego encontraron Mareverde y les encantó la idea de comprar un apartamento en ese complejo, por su ubicación cerca de la playa de Fañabé y Torviscas, proximidad de centros comerciales, etc. En los últimos años, con la reforma de la zona de Fañabé y el aumento de zonas peatonales, estaban encantados por la posibilidad de dar paseos, disfrutar del sol hasta altas horas de la tarde desde una terraza cualquiera.. Los vecinos de Mareverde les conocían y mis padres tenían amistad con varios de ellos y dejaban que mi madre plantase flores en todos los jardines comunitarios de Mareverde próximos a su apartamento (le encantaba la jardinería y hacerlo en Mareverde, donde el clima permite ver florecer las plantas casi todo el año era una maravilla para ella)”.
- ¿Cómo definiría, en breves palabras, el tipo de relación que mantenían sus padres? ¿Cuánto tiempo llevaban juntos? ¿Estaban muy unidos?
“Llevaban casados más de 50 años. Estaban muy unidos y eran cariñosos entre ellos. Mi madre padecía depresiones severas desde hacía muchos años (desde que yo era jovencita) y mi padre siempre la cuidó con máximo cariño y paciencia. A pesar de lo duro que puede ser convivir con una persona que padece esta enfermedad, mi padre siempre demostró mucho amor por ella y siempre trataba de animarla en los malos momentos y de ayudarla en todo lo posible a salir adelante en las fases depresivas. Nunca vi otra cosa entre ellos más que amor, cariño y respeto mutuo”.
- Sentimos la crudeza de ciertas preguntas y entendemos perfectamente que prefiera no responder a alguna. Godelieve sufría depresiones y Jean Lucien, consciente de ello, siempre procuraba que no estuviera sola y vigilaba su ánimo pero, ¿había presentado su padre alguna inclinación a quitarse la vida con anterioridad?
“No, nunca. De hecho a mi padre se le diagnosticó un cáncer y estaba en tratamiento y su máxima preocupación era fallecer antes que mi madre porque no quería dejarla sola. Mi madre tuvo varios intentos de suicidio en Bélgica y mi padre era el que siempre le decía que ésa nunca era la solución, que había que luchar opr la vida y seguir adelante”.
- Cuando llegó a la Isla tras conocer el fallecimiento de su madre, ¿su padre seguía detenido?
“No, llegué a Tenerife a los pocos días. Soy médico, trabajo en un hospital y mis obligaciones profesionales no me permitían dejar mi puesto con mayor rapidez. Además, a través del consulado me dijeron que no podría verlo mientras estaba detenido y cuando el lunes lo pusieron en libertad (yo llegué el miércoles de esa semana), mi padre insistió en que estaba bien, que lo había asistido un abogado de oficio que había hecho un gran trabajo pero que iba a contratar un abogado particular que le habían recomendado par este tipo de casos. Supongo que no quería preocuparme y trató de tranquilizarme y me dijo que viniera ‘cuando pudiera”.
- ¿Qué pensó cuando le informaron de que su padre estaba acusado de la muerte de su madre?
“Que era un broma de mal gusto. No podía creérmelo. Cuando entendí que era en serio, entré en shock: Mi padre jamás le pondría un dedo encima a mi madre, ni le levantaría la voz siquiera… Era como estar en una pesadilla.
- ¿Cómo encontró a su padre cuando fue liberado? ¿Qué le dijo sobre el trato que había recibido en el calabozo?
“Estaba muy triste y deprimido por la pérdida de mi madre, absolutamente devastado. Tenía una cara de tristeza, que rompía el corazón. Sobre el trato recibido en el calabozo, estaba indignado: No le cabía en la cabeza que la policía no creyera su versión a pesar de que el forense, desde el levantamiento de cadáver, adelantó que mi madre se había suicidado. Decía que no parecían interesados en lo que les contaba de cómo era su matrimonio y de que no había hecho otra cosa que cuidar de su mujer toda la vida y que había una caja con antidepresivos para 3 meses (el tiempo que pensaban pasar en Tenerife en esas fechas antes de salir de viaje a otras islas). Sólo insistían en que explicase unas manchas de sangre en una toalla, que mi padre no había visto antes (luego supimos que mi madre la usó para limpiarse la boca que sangraba por una operación dental que le habían hecho hacía poco) o por qué había ‘manipulado el cadáver’ (mi madre estaba de lado y mi padre la puso boca arriba para tratar de reanimarla cuando se dió cuenta de que le pasaba algo malo)… Decía una y otra vez: ‘No me escuchaban, no me escuchaban… no les interesaba nada de lo que les decía …”.
- ¿Era demasiado el dolor por la muerte de Godelieve o mostraba indignación por ser acusado falsamente?
“Respecto de lo último, no sabría qué decirle sobre qué le pesaba más. La idea de haber perdido a su compañera de toda la vida era insoportable para él, pero ser acusado de asesinarla era igualmente demoledor. Simplemente no le cabía en la cabeza que pudieran siquiera pensar algo así de él, porque mi madre fue la mujer de su vida y como le decía, no hizo otra cosa que cuidarla hasta el final… Además estaba obsesionado con la idea de que en vista del trato recibido por la policía y los juzgados, no importaba nada de lo que dijera o de las pruebas que aportase: decía que estaba condenado de antemano y que lo iban a volver a encarcelar”.
- ¿Ha recibido algún tipo de comunicación personal desde el Juzgado, desde la Fiscalía o desde la propia Comisaría?
“No, ninguna. Sé que nuestra abogada informó a Fiscalía y al Juzgado de Violencia de Arona del fallecimiento de mi padre al día siguiente de ocurrir y les comunicó que se había suicidado. Sólo le pidieron que nos transmitiesen el pésame”.
– Desde la perspectiva belga, ¿qué opinión le merece la legislación española para este tipo de situaciones?
“Aberrante. Tenemos amigos abogados y policías y cuando les contamos lo sucedido nos dijeron que en Bélgica nunca hubieran detenido a un hombre en esas circunstancias sin hacer diligencias de investigación primero. Que sí se le hubiera retirado el pasaporte, se hubieran tomado medidas como ir a firmar a l Juzgado cada x días para asegurarse de que no salía del país, se hubiera pasado aviso a la policía de fronteras, etc pero su hubiera esperado a detenerle o no, al resultado de la autopsia por el médico forense. Les parecía que era actuar ‘al revés’: en toda Europa eres inocente hasta que se demuestre lo contrario, pero este modo de actuar en España, para mi y para los demás compatriotas, profesionales o no de este campo a los que les hemos contado esto, nos parece que es sentar que los hombres son culpables hasta que demuestren lo contrario. De hecho, cuando nuestra abogada nos informó de que esto era posible a través de la Ley de Violencia de Género española, nos pareció una completa locura. En Bélgica hay legislación sobre violencia doméstica, pero nunca se haría de este modo. Como digo, siempre se haría una investigación primero y se encarcelaría después”.
- Por último, ¿ha barajado la posibilidad de iniciar algún tipo de actuación legal, ya sea ante los tribunales españoles ya ante los europeos, por estos hechos?
“Por ahora no. Sólo deseo pasar página, reponerme del hecho de haber perdido a mi madre y una semana después a mi padre en estas circunstancias, superar el dolor y seguir con mi familia adelante. Recordarles cómo eran juntos y tratar de olvidar la imagen de tristeza de mi padre la dejarle en Tenerife y sólo recordar a mi madre y mi padre tal como eran juntos. De hecho, sólo he permitido que el caso de mi padre aparezca en los medios de comunicación, para tratar de que algo así no le ocurra a otros hombres en el futuro, españoles o extranjeros”.
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