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jueves, 7 de noviembre de 2013

La policía cree que el detonante fue que la mujer echó a su exmarido de casa

Jueves, 7 de Noviembre, 2013
Imagen del traslado del cadáver del presunto agresor, ya de madrugada.


Los agentes tocaron al timbre de Rosario Gálvez poco después de que su exmarido José García se tirara desde el balcón de la vivienda que compartían, un quinto piso en el barrio de Ciudad Jardín. Nadie les abrió. «Estará con alguno de sus hijos», apuntó un vecino del bloque. Un policía llamó a su móvil para darle la noticia. Cuando el teléfono sonó al otro lado de la puerta, se temieron lo peor. Al entrar en el domicilio, tras forzar la cerradura, hallaron el cadáver de la mujer, de 67 años. Los investigadores están convencidos de que José -un año mayor que ella- la mató con un cuchillo y se suicidó.
Un golpe seco en la calle fue el inicio de la tragedia. Eran exactamente las 00.15 horas -de la medianoche del martes al miércoles- y los vecinos del edificio, el número 2 de la calle Comendador Bobadilla, en la barriada de Jardín de Málaga, descansaban en sus viviendas. Alfonso López, que estaba cenando en su casa, pensó que podía haberse caído una maceta, aunque se dijo que no hacía tanto viento como para eso. «Me asomé a la ventana y lo reconocí: era Pepe». Mari Ángeles Oliver, vecina del segundo, creyó que alguien trataba de entrar en su balcón. Estaban viendo una película en la salita. «Mi marido llamó inmediatamente al 061, bajó corriendo y le tomó el pulso. Había fallecido», cuenta la mujer.
Una hora después, el vecindario descubrió la verdadera dimensión de la tragedia. El cadáver de Rosario, Charo para sus conocidos, yacía en un sofá del salón de la vivienda, el 5ºF. Estaba vestida con ropa de calle, aunque aún con las zapatillas de estar por casa, lo que, a juicio de los investigadores, sugiere que acababa de llegar o estaba a punto de salir.
La inspección ocular confirmó claramente que se trataba de un crimen. Rosario presentaba puñaladas en el cuello y en el tórax, así como heridas en las manos y en los brazos al intentar defenderse. En total, más de 10 cuchilladas. Según el primer examen del cuerpo, podía llevar entre seis y diez horas muerta.
El escenario del crimen era también el de los intentos de suicidio del presunto autor. El ventilador, del que pendía una cuerda, estaba arrancado del techo. Al parecer, el fallecido tenía un corte en el cuello, por lo que se presume que también intentó quitarse la vida de ese modo. El estado del piso no reflejaba, sin embargo, la violencia del suceso. Todo apunta a que José pudo limpiar los restos de sangre antes de lanzarse al vacío.
Una discusión en la escalera
Los investigadores del Grupo de Homicidios y de Policía Científica están tratando de reconstruir el suceso a partir de estos hallazgos y de los testimonios de los vecinos. Varios de ellos escucharon a mediodía una fuerte discusión entre la pareja, que comenzó en la escalera. «Se oyeron unos gritos y se decían: 'métete dentro', 'no, métete tú'. Entraron y ya no se escuchó nada más», comenta Mari Carmen Gallego, que vive dos pisos más abajo. La investigación sitúa la data más probable de la muerte de la mujer en torno al mismo horario en que se desarrolló esa disputa.
Aunque vivían bajo el mismo techo, la relación era inexistente. «Mi tía me dijo la semana pasada que él hacía su vida y ella la suya», cuenta Marisa Fernández, sobrina de la víctima, que actúa de portavoz de la familia. Se divorciaron hace «siete u ocho meses», aunque llevaban separados más tiempo. Rosario y José se casaron en torno al año 1999. Él era taxista -se le conocía con los apodos de 'el metralleta', 'el lagarto' o 'el loro', por lo charlatán, según dicen en el gremio- y ella, que había sacado adelante a su familia durante años como representante de una distribuidora de bebidas, dejó de trabajar. Para ambos eran su segundo matrimonio. Ella tenía tres hijos de una relación anterior. Él, dos.
La familia no terminaba de entender esa extraña convivencia. «Él estuvo enfermo una temporada y lo operaron de próstata hace unos meses. Ella lo cuidó y, cuando mejoró, le dijo que se fuera. Mi tía tenía el 100% de la propiedad de la vivienda. Era cuestión de tiempo que buscara piso -apostilla Marisa-; no sabemos si tardó tanto por falta de dinero o de voluntad». Según conocidos de ambos, José se había jubilado unos años antes tras vender su licencia de taxi y a Rosario le había tocado un pellizco en la lotería. La policía cree que el detonante de la última discusión pudo ser que ella le pidió nuevamente que abandonara la vivienda.
Los vecinos percibieron un cambio en el comportamiento de José tras la ruptura. Se volvió más huraño y apenas se le veía por la calle, aunque su trato era cordial. Ella, sin embargo, se arreglaba y salía a diario. «A mi tía se la veía mucho más segura y tranquila. No tenía conciencia del peligro, como la mayoría de las víctimas». Aunque José carecía de antecedentes y no había denuncias por violencia machista, Marisa asegura que Charo le confesó que, hace tiempo, hubo malos tratos verbales y amenazas. Tiene grabada la expresión, que cita literalmente: «Le dijo que la iba rajar».

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http://www.diariosur.es/v/20131107/malaga/policia-cree-detonante-mujer-20131107.html

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