María Luisa S. G. se enfrenta a penas judiciales por negarle las visitas al padre de su hija si no es ante profesionales l «Temo que la agreda como hizo conmigo», asegura
04/04/2011 Myriam MANCISIDOR
María Luisa S. G. quiso rehacer su vida tras un matrimonio fracasado. Conoció a un joven de Lena y quedó encinta. Entonces comenzó el sufrimiento. «Tenía problemas con la bebida y carácter violento, así que embarazada de dos meses decidí romper la relación», asegura esta mujer que se desplazó hace tan sólo unos meses de Langreo a Avilés por motivos de seguridad. Natural de Figaredo (Mieres), María Luisa S. G., de 40 años, asegura ahora que vive un calvario judicial para intentar salvar a su hija, una niña de tres años que cuando pronunció sus primeras palabras dijo: «Mala, tonta, puta». Así figura en sus informes psicológicos.
«Tras dejar la relación no tuve noticias de ese hombre hasta que nació la niña. Después del parto aún tardó treinta días en decidirse a reconocer a la pequeña y, cuando lo hizo, intentó convencerme de que volviera con él. Si no, me aseguró que me alejaría de mi hija», explica María Luisa S. G., que en septiembre de 2007 puso en la comisaría de Langreo la primera denuncia por malos tratos contra su pareja. El caso quedó sobreseído. «Él es muy amable y muy bueno con todo el mundo, menos conmigo», subraya. La mierense solicitó entonces la custodia de su hija y esperó durante diecisiete meses el fallo judicial, hasta julio de 2008.
«Me concedieron la custodia y pusieron un régimen progresivo de visitas de un día a la semana más un fin de semana cada quince días hasta que la niña tuviera dos años. Lo que no me concedieron fue que el intercambio se realizara en un punto de encuentro, así que se hacía en mi casa, en el domicilio familiar materno. Le dejaba a la niña bien vestida y le enviaba comida ya cocinada, pañales...», asegura María Luisa S. G. Pero su hija, precisa, llegaba «desorientada» tras cada encuentro con su padre. «Se lo comenté a los pediatras y me dijeron que la observara. Así lo hice y cada vez regresaba con un moratón o bien con una heridina en la cabeza...», suspira esta madre dispuesta a hacer lo imposible por el bienestar de su hija.
Una vez que la pequeña cumplió dos años y de acuerdo al régimen de visitas, la niña debía pernoctar en casa de su padre dos fines de semana al mes. «En esta época ya no le enviaba comida porque me dijeron que él debía hacerse responsable de su hija. La cría empezó entonces a venir descongestionada, descompuesta... . De su estado de salud, su padre me daba explicaciones banales por teléfono como que en Langreo había mucha gastroenteritis», subraya. El primer mes de vacaciones de la niña con su progenitor fue la gota que colmó el vaso. «Cuando volvió a casa tenía pesadillas y hasta le recetaron ansiolíticos para dormir. También venía con una quemadura en una pierna que su padre me dijo que se había hecho con una plancha... Ya no aguanté más», reconoce María Luisa S. G.
En junio del año pasado, esta mujer se mudó a Avilés con su hija pequeña, su hija mayor -fruto del matrimonio anterior- y su madre. «Vine con la esperanza de poder empezar de cero, pero sobre todo motivada por el punto de encuentro: solicité que mi hija viese a su padre delante de profesionales que juzgaran su comportamiento», recalca. Y precisa: «En este tiempo me amenazaron por teléfono con matar a mi hija, me armaron un follón en casa y por ese motivo pedí en el Penal número 5 de Avilés una orden de alejamiento que no me dieron por carecer, según la jueza, de pruebas suficientes. Tampoco me concedieron el uso del punto de encuentro familiar». Entre los informes médicos, María Luisa S. G. guarda documentos donde se especifican en mayúsculas visitas al hospital de la pequeña por la sospecha de lesiones debidas a malos tratos. «A estas alturas él había dejado de pagar la manutención y mi hija me pide ayuda. Le respondí que tendría valor para enfrentarme a la justicia. Y en esas estoy», subraya, emocionada.
Desde el último 28 de mayo, María Luisa S. G. no entrega a la niña a su padre porque teme que le ocurra algo. «Por ese motivo él me está denunciando y llevo perdidos un montón de juicios, trabajo solo para pagar minutas y costas y sé que puedo ir a la cárcel, pero tengo que proteger a mi hija. Y que quede claro: no quiero quitársela a su padre, sino que un profesional valore si la pequeña está en buenas manos. Creo que no pido nada ilógico», reconoce. Recalca, además: «Tengo sobre mí una amenaza de cambio de custodia, en unos días debo asistir a tres juicios... Pero haré todo lo que sea por mi hija. Pedí una modificación de medidas, pero la justicia va demasiado lenta. Hay quien me dice que se la entregue a su padre a ver qué pasa, pero jamás me perdonaría que le ocurriera algo», concluye esta madre coraje que no quiere que, como ella, su hija sea una mujer maltratada.
http://www.lne.es/aviles/2011/04/03/madre-coraje-mujer-maltratada/1055138.html
2 comentarios:
tengo la sensacion de que pareciera que esto es una lucha de mujeres contra hombres a ver quien lleva el trofeo de una custodia,cuando la custodia es la responsabilidad de velar por las necesidades y los derechos de nuestros hijos en todos los campos fisicos,psiquicos en alimentacion vestimienta etc,se que algunos hombres enseguida toman partido directamente por la parte de su mismo sexo bien por compañerismo o por que se sintieran afectados por un caso suyo personal pero afortunadamente cada persona tiene su propia en distinta experiencia y de quien se debe precupar es del menor indistintamente de que unos o otros estemos a favor del padre o de la madre la unica claridad es que los informes medicos son quienes recomiendan el punto de encuentro en beneficio del menor.Maria Luisa S.G.
Gracias María Luisa S.G. por su comentario. El debate continua en el foro de la asociación en: http://custodiapaterna.foroactivo.com/t966-madre-coraje-mujer-maltratada
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