El padre o quien puede ser el padre, se llama Álvaro y es militar, su letrado es Antonio Gálvez, el cual ha interpuesto una demanda en uno de los juzgados de San Javier (Murcia) de reconocimiento de paternidad e impugnación de la filiación actual del menor, ya que la madre ha inscrito al menor con el apellido de su nueva pareja.
Parece que se quedó embarazada de Álvaro, pero a los 5 meses la madre había iniciado una nueva relación con otro hombre y manifestó a Álvaro la intención de romper su relación con él, y abortar del bebé que esperaban. El cree que es el padre, pero como en muchos casos no puede ser que no, porque muchas mujeres juegan con la titularidad de la paternidad de sus hijos según les conviene e interesa en un momento dado.
Hay casos como el vídeo que mostramos al final de la entrada, en donde de antemano usan al hombre bajo una estrategia muy de bien delimitada para conseguir un hijo, y después, adiós si te he visto. En otros encontramos hombres creen que son sus hijos y resulta que cuando el menor cuenta con 3 años la madre en un cabreo les dice que el niño no es suyo, y luego le dice que fue por herir sus sentimientos. Este último caso resulta que el padre cogió una muestra del hijo y sin decir nada a la madre hizo la prueba de paternidad. Para sorpresa del padre no era su hijo. Conocimos su testimonio en directo un lunes en la asociación, y hay relatos que aseguramos sorprenden y dejan con la boca abierta. En página web, titulado como "Fraude de paternidad", puedes leer directamente la historia, él mismo en positivo hacía otros padres decidió narrarla.
Hay hombres que se han jugado la vida por exigir y reclamar no los derechos, sino las obligaciones de unos hijos. Estos hombres no son ricos, ni poseen fortunas como otros a quienes son las madres y los hijos quienes reclaman su paternidad, pero sin embargo sus hijos podrán presumir de ser queridos sobre todo por su padres, y ojalá olviden algún día que tienen una madre que intentó negarles la identidad de su padre.
La justicia no protege ni ampara los derechos de los recién nacidos, los mismo que con los abortos, los niños son el último eslabón en una sociedad que dispone de una justicia que atiende los intereses de la mujer y la madre por encima de la de los propios bebés.
Unos tienen la fama, y otros como dice el refrán, "cardan la lana". Las infidelidades son el pan de cada día, y ahí se comercio con la vida y el destino de los bebés sin más miramientos que los propios intereses egoístas de la madre en muchos casos, por supuesto no todos.
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