Una de las señas de identidad feminista, quizá de las más antiguas, es reivindicar el derecho al aborto. Parece que la escalada no ha alcanzado todavía su fin. Su pretensión más reciente es la creación en la universidad de una cátedra de Ideología de Género, tema que ya está siendo objeto de crítica desde la misma institución. Una escalada tan rápida y pretenciosa evoca el dicho popular "lo que mal empieza, mal acaba." O este otro: "Dios perdona siempre, el hombre, algunas veces, la naturaleza, nunca". La historia, maestra de vida, ha demostrado abundantemente cómo suelen acabar las empresas que tienen el signo de la inhumanidad (dictaduras marxista o nazi, por ejemplo).
En concreto, el feminismo admite el aborto como un derecho de la mujer ("mi cuerpo es mío"), sin reconocer que el derecho es el objeto de la justicia, y que la justicia siempre es cosa de dos (dar a cada uno lo que le es debido). Si el aborto defiende el derecho de la mujer "a su vientre", el niño concebido y no nacido tiene derecho "a vivir su vida"; luego la reivindicación feminista violenta la justicia para pasar a formar parte del hedonismo, que en una relación entre dos sujetos beneficia a uno y perjudica al otro, cuando se acepta el embarazo deseado y se elimina al no deseado.
No querer, no desear, son actos sentimentales, no racionales. Una sociedad regida por el sentimiento tiene muy poco futuro. Ni los favorecidos, por razón del poder o del dinero, llegarán muy lejos con esa filosofía. Inevitablemente, vivir es gastar la vida, desgastarse, Y si con suerte tenemos una vida larga, vamos a necesitar más de los otros. No se puede sacar dinero del banco si antes no se ha hecho provisión de fondos. ¿Qué fondos estoy yo acumulando para cuando tenga necesidad de los demás, asunto que tarde o temprano me va a llegar? No se puede vivir eternamente pensando en el beneficio propio. Es una filosofía de presuntos jóvenes que ya son viejos, porque yugulan su futuro.
Pues bien, este es a mi juicio uno de los grandes errores de la política a favor del aborto. Creo que funcionan sus partidarios (y partidarias) con mentalidad de Peter Pan. Y no creo que estén los tiempos para ese despilfarro. Si la gente se acostumbra a pensar sólo en su beneficio actual, la marea del tiempo, que es inexorable, les arrollará. La prepotencia de los fuertes y poderosos, por ejemplo, es un sarcasmo de la biografía. En este contexto, los fetos, que son la parte débil del tema, llevan las de perder. ¿Seguro?
Como alternativa a una publicidad agresiva a favor del aborto, quiero insertar un testimonio verídico, cuya difusión se me ha autorizado, en el que podemos intuir que hay mucha más rentabilidad afectiva pero también de madurez humana y espiritual, cuando se asumen las circunstancias aparentemente adversas, pero que dan más sí, son fecundas, en ámbitos que la sociedad hedonista ofrece.
LUCIA
Fue al empezar el parto cuando los médicos descubrieron que el niño tenía síndrome de Down. Cesárea, incubadora, cuidados intensivos. Una pariente llamó por teléfono. Estaba indignada porque la clínica tenía que haberle hecho a Lucía unos análisis durante el embarazo, y debía haberle provocado un aborto. La ley se lo permitía. Cuando se le comunicó esta llamada a Lucía, ella respondió: "Yo fui la que no quise hacerme los análisis.¡Para qué!, si no pensaba abortar".
Hoy, unos pocos años después, Ignacio es un niño fuerte y vivo, que va a la escuela y aprende, a su ritmo pero aprende, y se gana el cariño de todos los que lo conocen. Es factor de unión entre sus compañeros, con las profesoras y por supuesto en su familia. Parece un milagro. Alguna vez oí comentar al padre:" Y pensar que querían que lo abortáramos".
Ana María Navarro Ferrer es profesora jubilada de Ciencias de la Educación de la Universidad de Navarra.
http://www.europapress.es/epsocial/noticia-feminismo-familia-ana-maria-navarro-ferrer-profesora-jubilada-ciencias-educacion-20100707115801.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario