Miércoles, 14 de Julio de 2010
Oculta su rostro y cambia su nombre con el propósito de no tener más problemas con su expareja. Tras ocho años de convivencia, que incluyeron un matrimonio de dos años y medio, Irene decidió separarse mediante una demanda de divorcio, dado que él no quería romper la relación, fruto de la cual tuvieron un hijo.
Irene, ayer, en los aledaños de la calle de Trafalgar, en Barcelona. GUILLERMO MOLINER
La sorpresa de Irene fue mayúscula cuando la jueza encargada del caso dictó unas medidas provisionales consistentes en una custodia compartida que consistía en que el niño se quedaba en el domicilio y eran padre y madre los que iban alternando, cada dos días o cada cinco, su estancia en la casa. «Cada vez que yo llegaba a casa me encontraba que faltaban cosas y tenía que limpiarlo todo, pasé un año cargando en mi coche cada vez con detergente, jabón, sábanas... y viviendo en casa de mi tía los días que no pasaba allí».
La indignación de Irene nace del hecho de que la jueza decretó una custodia compartida pese a que hasta entonces había sido ella la que había estado con el niño. «Pero la jueza dijo que eso fue así porque tenía mas tiempo y mi marido trabajaba más horas», recuerda.
Finalmente, la sentencia definitiva dio la razón a Irene «teniendo en cuenta que él no pagaba la hipoteca, ni recibos de luz, y que el diálogo era nulo». Le otorgó a ella la custodia con un régimen de visitas del padre.
La experiencia de esta madre de 38 años es que «la custodia compartida es ideal siempre y cuando los padres se lleven bien y pueda existir un diálogo». «Si no, es imposible; y encima, a mi me la impusieron», remacha. Y añade que el que fue su marido «nunca llevaba al niño al pediatra, ni se ocupaba de los libros escolares ni de la bata, no lo llevaba a la piscina y además llegaba tarde a casa porque tenía otro régimen de visitas con una hija de una anterior relación».
De todo ello, Irene extrae la conclusión de que «debe estudiarse a fondo cada caso concreto y no tomar medidas provisionales tan solo escuchando el relato de uno y otro durante media hora». Hoy Irene vive con más serenidad porque su hijo tiene «más estabilidad» y ella, según relata, duerme cada noche «con la conciencia muy tranquila». F. M.
http://www.elperiodico.com/es/noticias/sociedad/20100714/habia-cuidado-hijo-impusieron-compartirlo/385840.shtml
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