Viernes, 15/04/2011
Pascual Mogica
Si yo le suelto de buenas a primeras si usted se acuerda de la Ley 30/1981, de 7 de julio aprobada por el Congreso de los Diputados el 22 de junio del mismo año, puede que a usted no le diga nada, pero si le aclaro que se trata de la Ley del Divorcio, seguro que de inmediato la recuerda.
Después de este pequeño prólogo le diré que el mismo viene dado porque recuerdo que en aquellas fechas, anteriores y posteriores a la aprobación de la ley, la Iglesia y la derecha pusieron el grito en el cielo maldiciendo a todos los que estaban de acuerdo con una ley que en su opinión, por cierto fuertemente defendida, solo servía para destruir a las familias y causar graves daños a los hijos. Hasta tal punto llegó la cosa que el 18 de junio de 1981, Marcelo González, por aquel entonces arzobispo de Toledo, ante la inminente aprobación de la ley, quiso demostrarle su desacuerdo al entonces ministro de Justicia, en el Gobierno de la UCD, Francisco Fernández Ordoñez, y no le permitió asistir a las actos de celebración del Corpus Christi ni a la misa que se celebraba en Toledo, como tradicionalmente venían haciendo todos los ministros de Justicia.
Se acaban de cumplir treinta años de la aprobación de esta ley, pero hace unos días, y con motivo de la visita del príncipe Carlos de Inglaterra y su esposa Camila, duquesa de Cornualles, dicho sea sin ningún tipo de doble sentido, cumplimentados por los príncipes Felipe y Letizia y dándose el caso de que ambas esposas son divorciadas, reparé, no había caído en ello hasta entonces, en que hace bastante tiempo que la Iglesia ya no maldice por la cosa del divorcio y que la derecha ha enmudecido y ya no critica a nadie. He llegado a pensar si ello no vendrá dado por el hecho de que nuestro príncipe se ha casado con una señora divorciada, cosa que por otro lado veo muy normal, no solo por el hecho del casamiento, sino la cuestión de que gracias al divorcio la gente puede elegir y decidir a la hora de llevar a efecto con quien desea compartir su vida o parte de ella, y si ha influido también en este silencio de la Iglesia y en la derecha, el que algunos prebostes de la derecha se hayan divorciado, alguno de ellos lo ha hecho ya tantas veces que no recuerdo cuantas son.
Ante esto fui más lejos en mi reflexión y me puse a pensar si la Iglesia y la derecha dejarán de maldecir y criticar la Ley del Aborto, si se diera el caso de que alguna mujer ligada a una familia de “bien”, porque en este país aún existen, para la Iglesia claro, familias de “bien” o hija o esposa de algún personaje de relieve y muy comprometida con la Iglesia decidiera abortar por la causa que fuere, si esto sería motivo para que todos ellos acallaran sus voces y no maldijeran ni criticaran más, pero tengo mis dudas, ya que en “otros tiempos” las mujeres pertenecientes a esas familias de “bien”, hijas o esposas de personajes de altos vuelos y muy relacionados con la Iglesia, repito, se iban a Londres a abortar y, claro está, eso no estaba al alcance de las familias que no eran de “bien”, las mujeres que no tenían esa “calidad” social y mucho menos económica, no podían ni pagarse el billete al pueblo de al lado para que una atrevida mujer u hombre les practicase el aborto con una aguja de hacer ganchillo y que en muchas ocasiones les costaba la vida. O sea que si para la Iglesia y la derecha estaba bien visto lo del aborto en Londres, yo ya sumo años y no recuerdo haber oído ningún tipo de maldición, mucho menos de crítica, sobre estos viajes a la City, a Londres, está claro que la ley es mala y es mala porque a ellos no les era necesaria. Ellos no necesitaban leyes, al menos de esta naturaleza.
Pero todo esto son comentarios y reflexiones mías que no creo que vayan más allá de lo que son: Reflexiones y comentarios.
http://www.diariosigloxxi.com/texto-diario/mostrar/69734/qu-fue-de-la-ley-del-divorcio
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