Al protagonista de este sainetese le harebautizado Rafael por no llamarle X, aunque en su carnet de identidad no figura tal nombre
Miércoles, 27 de Abril, 2011
MYRIAM Z. ALBÉNIZ Con esta medida identificativa, se trata de proteger su intimidad frente a la sociedad en general y frente a los insaciables medios de comunicación en particular. Y no es para menos, porque para el listo de Rafa, la posibilidad de vivir del cuento ha tocado a su fin. Ni en sus peores pesadillas podía sospechar que el chollo de vegetar a costa de papá y mamá tenía fecha de caducidad.
Un buen día, este aguerrido joven, tan sobrado de ínfulas como escaso de perspectivas, decidió demandar a sus padres porque, aunque le mantenían a plena satisfacción e incluso le pagaban religiosamente la letra del coche, se negaban a darle más dinero para sus gastos, incapaces de seguir soportando los niveles de tensión y conflictividad a los que la carne de su carne les tenía sometidos. Fue el ambiente de hostilidad y el grado de convivenciacero del que hacía gala su hijo los que propiciaron la negativa familiar a entregarle al caradura los diezmos que exigía y, por ende, la gota que colmó el vaso del patán.Sin duda, la afrenta resultó excesiva para este arcángel que ya ha cumplido el cuarto de siglo tocándose los pies a cuatro manos. De hecho, el caradura está matriculado en la Facultad de Derecho de Sevilla pero, hasta el momento, sólo ha podido aprobar tres asignaturas de la carrera. Desde luego, no puede decirse que goce de un expediente académico muy competitivo pero es que tampoco, a falta de inquietudes intelectuales, vuelca sus afanes en el ámbito doméstico. Por el contrario, se esmera en encajar a la perfección en ese sector de jóvenes mayores de edad que, sin ningún interés por trabajar y/o estudiar, integran latan de moda"generación ni-ni".
El caso es que cuando este vago, cargado de razones, decidió llevar a sus progenitores ante los Tribunales con el fin de, además de seguir bajo su mismo techo, sablearles cuatrocientos euros al mes para costearse los caprichos, no podía sospechar que sus Señorías le tenían reservados otros planes. Durante la celebración de la vista, y gracias a la declaración de uno de sus hermanos, quedaron acreditados los insultos y los malos tratos en el seno de la unidad familiar. El padre –empleado de una empresa de recogida de basuras– y la madre –camarera de hotel– manifestaron su desesperación ante semejante situación y expresaron el deseo de que el muchacho abandonase su domicilio, si biense mostraron dispuestos a abonarle una pensión temporal de doscientos euros mensuales durante dos años para no provocarle una situación de repentina inasistencia. Estoy convencida de que más de uno habrá alcanzado la santidad con menos méritos que esta abnegada pareja, sobre todo porque la aportación sugerida ha sido, a la postre, concedida por el juez en cuestión.
Por lo pronto, la sentencia del Juzgado de Familia número 5 de Málaga ha desestimado las pretensiones del demandante y le ha recriminado su mala conducta, origen de una convivencia insostenible que ningún padre está obligado ni legal ni moralmente a soportar. El Magistrado declara igualmente el cese de la obligación paterna de alimentosy comunica al holgazán que tiene un plazo de 30 días para recoger todos sus efectos personales, largarse de casa y empezar a buscarse la vida, que cuando quiera es hora.
Nuestro ordenamiento jurídico no contempla la figura del divorcio de los padres respecto de sus hijos. Se es padre o madre para toda la vida. Pero lo que sí puede darse es un símil de separación cuando ese hijo no acepta unas normas básicas y, amparándose en el Código Civil, abusa de su condición filial. Recomiendo a semejante cuadrilla de desahogados que empleen parte de su envidiable tiempo libre en la lectura de esta resolución judicial porque, como aviso para navegantes, no tiene desperdicio.
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