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jueves, 31 de mayo de 2012

Réplica masculina contra la discriminación

Jueves, 31 de Mayo, 2012
El periodista Enrique Colombano le responde a la legisladora María Elena Naddeo sobre la cuestión del maltrato a hombres por parte de mujeres. Previamente, la diputada porteña había contestado una columna de opinión que, sobre ese tema, el Jefe de Redacción de Noticias Urbanas escribió el jueves pasado, generando el debate.
Por Enrique Colombano
María Elena Naddeo emitió su opinión pero no respondió al eje de mi columna titulada “Violencia es callar”, en la que denuncié la existencia del fenómeno de los hombres maltratados por las mujeres. Dio cifras sobre femicidios que ya habíamos publicado en Noticias Urbanas. Cifras que me indignan tanto como a ella. Que haya hombres que sometan, torturen y maten a sus parejas mujeres es una cuestión inadmisible y repudiable desde todo punto de vista. En eso, por supuesto, coincidimos. Ahora, esos datos, ¿justifican que haya mujeres que ejerzan violencia sobre los hombres y que quienes deberían defender a este grupo, minoritario y silenciado, miren para otro lado? La respuesta es no.
A la diputada porteña le molesta que la sociedad se estremezca más cuando la violencia la ejerce una mujer que un hombre. En eso también coincidimos: la violencia tiene que estremecer siempre, la ejerza quien la ejerza. Pero si nos molestan las reacciones de una sociedad machista, debería molestarnos igual o más la falta de estremecimiento hacia un sector de las víctimas cuando esta proviene de parte de quienes fueron elegidos para representarnos.
Como Jefe de Redacción de Noticias Urbanas, impulsé tapas y numerosas notas denunciando la violencia contra la mujer. Y jamás se me ocurriría decir que el fenómeno del femicidio puede compararse en magnitud de casos a su opuesto. Que se entienda: no estoy usando la violencia de la mujer contra el hombre como un método para negar la violencia del hombre contra la mujer, tal como creo entender que presume María Elena Naddeo. De ninguna manera. Pero tampoco voy a negar que la violencia de la mujer contra el hombre exista. Porque sí existe: hay casos, hay silencios y hay, por lo que veo, cuestionamientos para quien se anima a plantear el tema.
¿Qué significa contraponer cifras y decir que hay 282 casos de femicidios contra tres de masculicidios, como hace la diputada porteña en su respuesta? ¿Qué para que esto último se considere violencia de género y se incluya en la modificación del Código Penal que actualmente se discute en el Congreso tenemos que esperar que 279 mujeres maten a sus parejas hombres? ¿Recién ahí vamos a legislar al respecto? ¿Y qué pasa, además, con los hombres que, sin ser asesinados, son maltratados psicológica y/o físicamente por sus parejas mujeres pero no denuncian sus casos por vergüenza o, simplemente, porque se cumple un patrón de dominación?
Es muy grave que por desidia o por machismo se haya tardado tanto en reaccionar ante los casos de femicidio. Y en esta lucha por denunciar este tipo de violencia, agradezco el aporte militante de Naddeo. Pero ahora, que está la oportunidad de trabajar una ley reparatoria, no se pueden dejar huecos legales que favorezcan a un género por sobre otro.
Vayamos a un ejemplo. Cuando se creó el "registro de deudores/as alimentarios/as", este no se refirió solamente a los padres (hombres), sino al progenitor divorciado que no paga su cuota alimentaria, sea hombre o mujer, pese a que la mayoría de incumplidores sean hombres (cuestión que, por otra parte, guarda relación directa con el hecho de que la mayoría de tenencias de hijos de padres y madres separados recaen sobre las mujeres). Sobre la tenencia de lo hijos en casos de divorcios quisiera hacer una digresión: Naddeo, en su respuesta a mi columna, omite opinión sobre mi crítica a la falta de legislación acerca de la tenencia compartida. Me habría gustado una impresión para esta ocasión de quien fuera titular del Consejo de Niñas, Niños y Adolescentes.
Volviendo a la modificación del artículo 80 del Código Penal que tiene que discutir ahora el Senado, lo que planteé es que se debería buscar una fórmula que, ante los crímenes de género, incluyan a las dos partes como posibles víctimas y victimarios, y no solo a las mujeres en la primera categoría y a los hombres en la segunda.
Repaso, por si alguien no leyó mi nota anterior: en el Congreso se discute una ley para modificar el artículo 80 del Código Penal donde se consideran los delitos agravados contra la vida, que tienen penas de reclusión y prisión perpetua. Allí, la Cámara de Diputados votó por unanimidad un proyecto que incorpora un inciso que castiga el asesinato de “una mujer cuando el hecho sea perpetrado por un hombre y mediare violencia de género”. Pero no se incluye un inciso que contemple la situación contraria. Y en la parte en que se consideran los atenuantes para los asesinatos de familiares directos –uno de los tantos delitos que el Código Penal castiga con perpetua–, se pretende realizar otra modificación poco igualitaria. En el artículo original del Código Penal, se considera que cuando “mediaren circunstancias extraordinarias de atenuación, el juez podrá aplicar prisión o reclusión de ocho a veinticinco años” en lugar de la pena máxima, mientras que en la reforma propuesta se añade: “Esto no será aplicable a quien en una ocasión anterior hubiera realizado actos de violencia contra la mujer víctima”. Solo se dice “mujer víctima”, sin considerar la posibilidad de “hombre víctima”.
¿Por qué yo, hombre, que jamás ejercí ningún tipo de violencia contra ninguna mujer, si alguna vez me topara con un patrón de violencia contra mí de parte del sexo opuesto similar al que ejercen los femicidas, no voy a poder contar con la misma protección legal que una mujer?
Parecería que una peligrosa estigmatización del género masculino subyace al "olvido" en que incurrió la Cámara de Diputados cuando dio media sanción al proyecto de modificación del artículo 80 del Código Penal. Como si todos los varones debiéramos expiar las culpas de los facinerosos que maltratan a las mujeres. Lo siento, pero yo no tengo por qué portar esa especie de pecado original que me quieren inocular. Una ley que tiene un basamento estigmatizante y no contempla los derechos de manera igualitaria, forzosamente discrimina.
Esto fue, simplemente, lo que planteé en mi columna pasada: a pesar de que los hombres maltratados hoy sean un grupo minoritario, tienen que contar con las mismas herramientas legales que cualquier mujer que sufra esa situación. Sean 282, veinte, tres o uno.
"Donde existe una necesidad, nace un derecho", decía Eva Perón. Dar voz al reclamo de una minoría culturalmente silenciada y que no es defendida como debería por quienes dicen proteger la igualdad entre los géneros no me convierte, en absoluto, en el vocero de "las respuestas inconcientes desde el patriarcado". Si María Elena Naddeo lo cree así, está en su derecho a opinar lo que quiera. La puerta en Noticias Urbanas está abierta para todas y todos. Yo, particularmente, prefiero quedarme con las palabras de la mujer que impulsó el voto femenino en la República Argentina. 
http://www.noticiasurbanas.com.ar/info_item.shtml?sh_itm=ab89debc1af466edd5e99a47ccd1c771

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