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jueves, 20 de diciembre de 2012

Igualitarismo es barbarie

Jueves, 20 de Diciembre, 2012
Jorge Buxadé / Jurista catalán y padre de familia numerosa que intenta redescubrir en el Derecho aquello que tiene de Ciencia, de Arte, de fino tejer una tenue red de normas que ordenan la rica convivencia hacia el Bien Común
Si uno se separa aunque sea unos minutos de la realidad partidista y el rifirafe cotidiano, lo que le sorprende por encima de todo son dos cosas: por un lado, la flagrante e inmoral contradicción entre el formal respeto a los derechos y libertades individuales, mayorías y valores y la radical y sustancial agresión que esos valores, mayorías y libertades y derechos individuales sufren desde el propio sistema; por otro lado, pero indisolublemente unido, el fundamento de todo ello: la igualdad real y efectiva de los hombres y las mujeres y de los grupos en que nos integramos.
Como siempre, izquierda radical y nacionalismo se unen en su tesis. Es preciso, según ellos, pasar de la democracia representativa a una democracia directa, popular, plebiscitaria. Sin embargo, la receta que proponen supone ahondar en los vicios más profundos e intrínsecos del sistema.
El sistema o modelo de organización politica y social se funda en la primacía del principio de igualdad entendido de un modo muy concreto, sobre los de libertad personal y de justicia.
La inicial declaración liberal de que todos los hombres son iguales ante la Ley ha evolucionado en un igualitarismo despreciable desde el punto de vista lógico, racional, político, jurídico.
Una cosa es que todos los hombres hayan de ser necesariamente tratados de igual modo por la Ley y otra cosa es que la Ley parta del apriorismo inexacto de que todos necesariamente debemos ser tratados igual, con independencia de lo que somos y de cómo vivimos. Más aún, estamos en condiciones de afirmar – tras más de 200 años de experiencia – que no hay prueba alguna que acredite la superioridad de la igualdad formal ante la Ley. La teoría de la igualdad nace con la finalidad de acabar con los privi-legios existentes en el Antiguo Régimen. Bien está si de acabar con el privilegio injusto e injustificado se trata.
¿Pero qué ley natural, qué proceso lógico obliga a anular los privi-legios fundados en el mérito, la capacidad, el honor, o el cultivo de las más altas virtudes humanas?
Hoy en día, la igualdad se opone frontalmente a la Justicia. La igualdad se ha convertido en igualitarismo, es decir, en imposición obligada, bajo pena de exclusión social, de admitir la tesis de que todos los hombres somos iguales, merecemos lo mismo, debemos ser tratados en cualquier caso y por cualquier causa, del mismo modo que el vecino, conciudadano, compatriota.
El proceso es abominable. Porque lo que se ha hecho es despojar de contenido propio a la Justicia y equiparar Justicia con Igualdad. Las consecuencias han resultado nefastas.
El igualitarismo, escondido en la impostura de la igualdad de oportunidades, en realidad, se impone de modo totalitario, obviando la Justicia, que es el prius lógico. A cada uno lo que le corresponde, y entre aquellos a los que les corresponde lo mismo, igualdad de trato.
Todos hemos, dice el principio politicamente correcto, ser tratados exactamente del mismo modo, salvo que ese trato, produzca el efecto de consagrar la diferencia, en cuyo caso, el igualitarismo impone que el sistema imponga la privación al distinto de aquello que le hace diferente. O lo que es lo mismo, no debe admitirse diferencia alguna. Si Dios ha hecho ricos, pobres, listos, guapos, ágiles, pesados, tontos, vagos, feos, aplicados, cobardes,…, conviene enmendar la plana al Sumo Hacedor y, por mor de la Ley, golpear al rico, listo, guapo, aplicado, valiente, esforzado, obediente, para que el otro pueda hacerse participe – desconozco por qué razón – de los triunfos del primero.
La igualdad así entendida sustenta el sistema. Pero la igualdad así entendida no puede ser admitida. No lo hace el Derecho Natural pues ni la vista, ni el oído, ni la razón, ni siquiera la fe, nos llevan a tal conclusión. No lo permite tampoco el Derecho Constitucional porque la igualdad igualitarista se opone directamente al principio de justicia, que es también valor superior de Ordenamiento Jurídico.
El igualitarismo es el fundamento del Estado del Bienestar, como la igualdad formal fue sustento del primer Estado liberal o burgués de Derecho. Desde hace años sostengo que el Estado del Bienestar es esencialmente anti humano. Ha sido el Estado del Bienestar y sus exigencias monetarias – en España añádase el invento autonómico que no es sino otro modo de igualitarismo – el causante de un brutal incremento del gasto público, de la financiación externa de la Administración, del incremento de la presión fiscal. Lo que era la panacea que salvaguardaría el futuro de las generaciones se ha convertido en un lodo asqueroso que nos arrastra a todos. Y ello porque el Estado del Bienestar tiene por meta arrumbar las diferencias naturales entre los hombres, ya por razón de sexo, de nacionalidad, de mérito, capacidad o ejercicio de las virtudes.
Izquierda y nacionalismo reclaman democracia directa y asamblearia. Se trata de huir hacia adelante. Más igualitarismo, menos justicia. Y todo con la excusa, siempre la impostura y el sofisma!, de salvaguardar derechos de las minorías. No hay derecho sin Justicia. De la igualdad no surge el Derecho.
Frente a ello debe levantarse la bandera de los que defendamos la primacía del principio de justicia, sobre el de la igualdad.
Dar a cada uno lo que le compete, en función de su mérito, natural o adquirido, de su esfuerzo, de su compromiso con el bien común, de su ejercicio de las virtudes, de su defensa de los valores. Al cobarde, egoísta, avaricioso, al que odia, al iracundo, al ladrón, al vago, al envidioso, no se le puede encumbrar. Y es claro que la democracia actual, y la que para nosotros pretenden las izquierdas y el nacionalismo resentidos, no parten de esas convicciones, antes al contrario.
No nos vale pues. No nos vale. La Constitución debe ser cambiada quizás, sin duda, pero lo más acuciante es combatir su exégesis, la de los resentidos.
http://www.dialogolibre.com/blogs/2012-12-05/Igualitarismo-es-barbarie-205#.UNJfL-TaWZk

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