25.09.11 - FRANCISCO SÁNCHEZ DE MUNIÁIN Y GIL (ACCIÓN FAMILIAR)
El año 2010, de cada cuatro matrimonios tres terminaron en divorcio o, si se prefiere, el 75% de los matrimonios terminaron en divorcio. Una cifra especialmente preocupante si diez años antes el número de divorcios era el 47%.
Esto significa que al poco tiempo de casarse los jóvenes esposos, en lenguaje unamuniano, se cansan de gozar con ellas y gozar de ellas y otro tanto les ocurre a las jóvenes esposas. Y si los divorcios se producen habiendo hijos, las consecuencias las pagan principalmente los hijos que son peloteados de la casa del padre a la casa de la madre y a veces se les utiliza como correo entre el padre y la madre, y en algunos casos como arma arrojadiza.
Es probable que actualmente en España dos millones de niños estén sufriendo las consecuencias de la separación o el divorcio de los padres. Estamos sufriendo las amargas consecuencias del llamado 'divorcio exprés'. La mayor parte de las familias españolas tienen un hijo, un hermano, un nieto o un sobrino separado o divorciado. Que hay casos en que la solución menos mala sea la separación, es evidente. Pero evidente me parece también que esta proliferación de divorcios y separaciones, resulta muy preocupante.
No descubro ningún Mediterráneo si recomiendo a jóvenes parejas que empiezan a tener dificultades que es muy recomendable que cuanto antes reciban apoyo técnico de psicólogos o psiquiatras. Las demoras aquí son malas. Y los que tenemos muchos años y, por tanto, mucha experiencia, estamos dispuestos a aportar en este asunto nuestra luz, aunque sea, como en mi caso, luz de candil decimonónico.
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