La mujer agredida muestra sus heridas en las puertas de la Uci, donde sigue ingresado su compañero sentimental.
15/10/2010 - Paula Vilariño / El Progreso (Lugo)Una lucense de 68 años de edad, M.C.Z.C., fue detenida ayer tras apuñalar a su ex marido y a la compañera sentimental de éste en el rellano de su vivienda, en el edificio número 36-42 de la calle Quiroga.
El hombre recibió dos puñaladas que le alcanzaron un pulmón y el hígado, por lo que a última hora de la tarde de ayer permanecía en la Unidad de Cuidados Intensivos en estado grave. Por su parte, la mujer agredida sufrió cortes en las dos manos y tuvo que recibir varios puntos de sutura, aunque ya fue dada de alta.
Los hechos
El suceso tuvo lugar poco después de las doce de la mañana, cuando el hombre salió de su domicilio con la intención de tomar un café y se encontró de frente con su ex pareja, que sacó de sus ropas un cuchillo y, supuestamente, le asestó dos puñaladas en la zona del abdomen.
En ese momento, y ante los gritos de auxilio de la víctima, su compañera sentimental abrió la puerta de la vivienda e intentó detener la agresión. Sin embargo, lejos de deponer su actitud, la mujer se dirigió hacia ella y, supuestamente, la atacó.
Tras varios minutos de forcejeo -que se inició en el descansillo y continuó en el interior de la vivienda, ubicada en el primer piso del edificio-, el hombre consiguió reducir a su ex mujer, mientras que su compañera sentimental alertaba al 091.
Una vez que tuvieron conocimiento de lo sucedido, varias patrullas de la Policía Nacional se personaron en el inmueble y, tras escuchar el testimonio de los implicados, detuvieron a la supuesta agresora y la condujeron a la comisaría.
Por su parte, las víctimas fueron trasladadas en ambulancia hasta el hospital Xeral, donde fueron atendidas en el servicio de Urgencias.
Como consecuencia de la agresión, el hombre sufrió daños en varios órganos. «Tiene un pulmón perforado y el hígado tocado. Además», explicó la familia, «presenta problemas en una arteria y los médicos nos dicen que hay que esperar a ver cómo evoluciona para saber si es necesario operarlo».
Forcejeo
Tal y como relató la mujer agredida, su compañero sentimental llegó a Urgencias «totalmente extasiado», ya que mantuvo un intenso forcejeo con su atacante antes de conseguir reducirla.
«En cuanto él salió de casa escuché unos gritos de auxilio y abrí la puerta para ver qué le había ocurrido. Cuando comprobé lo que estaba pasando me abalancé sobre su ex mujer e intenté detenerla, pero era imposible porque estaba fuera de sí y tenía una fuerza increíble», relató.
Según su versión de los hechos, el forcejeo duró unos veinte minutos, «aunque nos pareció eterno porque no conseguíamos frenarla y ella no soltaba el cuchillo», dijo. En cuanto al arma, la mujer contó que era un cuchillo de tamaño «normal» y no de grandes dimensiones, «aunque lo eligió bien porque cortaba muchísimo».
Durante el altercado, la compañera sentimental del herido intentó telefonear a la Policía en varias ocasiones, «pero ella me quitaba el móvil y no me dejaba llamar. Al final», dijo, « mi pareja logró inmovilizarla y yo pude pedir ayuda».
Asistencia
Poco después de realizar esta llamada, dos ambulancias se trasladaron hasta el domicilio de la pareja para atender a los heridos.
En ese momento, y según el testimonio de la herida, la agresora le pidió a los servicios sanitarios que la atendieran a ella primero porque le estaba dando un ataque de ansiedad. «Empezó a decir que se mareaba y que se encontraba muy mal, pidiendo a gritos que la atendieran mientras mi pareja y yo estábamos envueltos en un charco de sangre», dijo.
Finalmente, los servicios sanitarios trasladaron al hospital a la pareja y la presunta agresora fue atendida en el lugar de los hechos. Tras comprobar que no presentaba lesiones que requirieran otra asistencia médica, la mujer fue trasladada a las dependencias policiales, donde permanecía en la tarde de ayer a la espera de ser puesta próximamente a disposición del juzgado de guardia. De lo ocurrido se deduce que podría ser acusada de al menos un intento de homicidio.
LA AGREDIDA
•«Estamos vivos de milagro. Me vi en el otro mundo». Una vez curada de sus heridas, la mujer agredida seguía todavía con el susto en el cuerpo y la preocupación en la cara por el estado de su compañero. «Estamos vivos de milagro. Yo me vi en el otro mundo y a él lo vi muerto», comentó. Según apuntó, la detenida llevaba tiempo profiriendo amenazas e insultos contra ellos. «Yo ya no me atrevía a salir sola de casa y mi compañero lleva aguantado mucho. No es justo que tenga que pasar por todo esto sin haber hecho absolutamente nada», explicó.
•Sin tiempo para reaccionar. La mujer apuntó que su compañero salió de la vivienda y se encontró de repente con su ex pareja, que lo atacó sin darle tiempo a reaccionar.
LA DETENIDA
•Alegó que tan sólo se estaba defendiendo. La compañera sentimental del agredido comentó que, en el momento de su detención, la presunta agresora le contó a la Policía que únicamente se estaba defendiendo, ya que el hombre la había abordado en plena calle y la había obligado a entrar en el inmueble. Sin embargo, según el relato de esta persona, la mujer reconoció que llevaba encima un cuchillo, aunque insistió en que era para defenderse.
Cuando la víctima es él
Aunque en el 95% de los casos de maltrato la víctima tenga nombre de mujer, el porcentaje restante esconde historias de hombres que a menudo se sienten desprotegidos. De hecho, la ley actual no contempla el mismo protocolo de actuación para ambos sexos, una circunstancia que las familias de los afectados no alcanzan a comprender.
La agresión que tuvo lugar ayer en Lugo fue la gota que colmó el vaso para una familia lucense a la que no sorprendió el desenlace. Tal y como explica uno de los hijos de la pareja, sus padres se separaron hace varios años y, desde entonces, su progenitora se convirtió en su principal enemigo.
«Una mujer le comentó que cobraba una paga por ser maltratada y que le habían dado un piso, así que ella empezó a interponer denuncias contra mi padre. Por increíble que parezca», cuenta, «en una ocasión consiguió que la creyeran porque presentó un parte médico y, aunque no había testigos de la agresión, no le hizo falta nada más. Así consiguió la paga y la casa».
Cuando la familia pensó que ya no tendría que volver a pisar un juzgado por un asunto similar, la mujer intepuso otra denuncia contra el ex marido y uno de sus tres hijos por asaltarla supuestamente en la calle y provocarle un corte en el cuello. En esa ocasión, sí hubo testigos y los acusados lograron demostrar que no había existido tal agresión, por lo que resultaron absueltos y la denunciante acabó acusada de falso testimonio.
«Al final nos absolvieron», recuerda el hijo, «pero yo pasé una noche en el calabozo con una niña de dos meses en casa y sin haber hecho nada. Eso hay que vivirlo». A raíz de este episodio, la mujer fue examinada por varios psiquiatras, «que concluyeron que no padece ninguna enfermedad mental y que es consciente de sus actos», asegura la familia.
Nueva vida
Las cosas se complicaron todavía más cuando la protagonista de esta lamentable historia se enteró de que su ex marido había rehecho su vida.
La pareja se conoció en un hostal en el que ambos residían y, tras un tiempo de relación, decidieron alquilar un piso e iniciar la convivencia. «Mi madre se presentó un día en el hostal y se hizo pasar por una asistente social. Le contó a la propietaria que mi padre tenía problemas, que lo habían encontrado en la calle y que necesitaba saber dónde vivía para avisar a la familia, así que la mujer le facilitó su nueva dirección», explica.
La detenida no tardó en presentarse en el domicilio -donde ayer ocurrieron los hechos- y llamar a la puerta. En esa ocasión le abrió la nueva pareja de su ex marido, que recibió «todo tipo de insultos y hasta una bofetada», dice. Finalmente, y tras amenazarlos en varias ocasiones, la mujer cumplió ayer sus palabras y, cuchillo en mano, los atacó violentamente.
A las puertas de la UCI, el hijo de la víctima repetía una frase: «Si fuera al revés, mi padre ya estaría crucificado», un pensamiento que reflejaba una mezcla de indignación, impotencia y rabia. Aun así, los familiares trataban de mantener la calma y hablaban con cautela de una lacra que tiene todavía muchos cabos por atar.
«Hay que proteger a las mujeres, pero los hombres, aunque son menos casos, están desprotegidos. Nosotros pedimos ayuda y logramos órdenes de alejamiento para toda la familia, pero, ¿de qué sirven? Si jueces y Policía tienen las manos atadas, alguien tiene que hacer algo», concluyó..
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