Miles de jóvenes siguen 'encadenados' a sus antiguas parejas por un préstamo
A David, Mónica y Diego les ha resultado casi imposible pasar página en su vida
'Esta rigidez no sólo hipoteca nuestra vida económica, también la personal'
Claudia, bancaria: 'Al dar un crédito no preguntamos qué une a los titulares'
Jorge Salido Cobo, Madrid 15/10/2010
La compra de piso se ha reafirmado en los últimos años -principalmente, durante el 'boom' inmobiliario- como una de las decisiones más importantes a tomar por una pareja. Mucho más incluso que el paso por el altar. Alentados por la revalorización galopante de la vivienda y por las facilidades de financiación, miles de jóvenes sellaron un compromiso hipotecario que se ha convertido en un lastre sentimental.
Además de la crisis económica, muchos de estos novios han vivido una ruptura sentimental y se encuentran con que una hipoteca les mantiene atados a su ex. La banca, mostrando su lado más frío, no entiende de este tipo de rupturas y sólo en contadas ocasiones da el visto bueno para que estos desencuentros se materialicen también en el crédito.
A David, Mónica y Diego les ha tocado vivir este calvario. Además de tener que rehacer sus vidas después años de relación, han tenido que lidiar con su banco para conseguir su venia y poder empezar de cero. Algo que ni Mónica ni Diego han conseguido aún y que David ha logrado gracias a que su deuda era más asequible y por ser amigo del subdirector de su entidad.
"Claro que la banca no entiende de ex. En mi caso, tuve muchos problemas para poner la hipoteca a mi nombre. Sólo después de la mediación de un amigo que trabajaba en el banco logré lo que, en principio, era imposible a pesar de haber pagado religiosamente mes a mes desde 2004 hasta 2009", señala David, que recuerda que cuando firmó -un préstamo de 132.000 euros- no le pidieron aval, "ni nada". "Entonces, con dos sueldos bastaba. Los bancos daban hipotecas sin control y sin preguntar. Ahora, se han dado cuenta de que si devolver el dinero con dos pagadores cuesta, imagínate con uno", afirma.
Seguro de vida
David rompió con su novia y, al igual que cuando solicitaron el crédito, "pensaba que todo iba a resultar fácil". Pero sus cuentas no cuadraron cuando le denegaron la nueva hipoteca a pesar de haber adelantado ya más de la mitad del crédito. "Es que ahora no llegas al mínimo para poder pagar y vivir", le dijeron. Necesitó contratar un seguro de vida.
Mónica, que se desligó sentimentalmente de su anterior pareja en 2009 con un piso como gran punto de unión, aún no puede presumir de haber cerrado la anterior etapa de su vida. "Cuando mi ex y yo decidimos romper, fuimos al banco a plantearles nuestro problema. Hicieron un estudio económico de mi ex sabiendo que él podía pagar solo. Ahí saltó nuestra sorpresa. Nos dijeron: 'Sí, él puede hacer frente a la hipoteca, pero tú no puedes desaparecer del crédito'", recuerda.
La entidad de Mónica alegó que perdía una garantía personal y que la única manera de compensarla era con un aval para los 29 años que quedaban de crédito o un fondo pignorado. Opciones que su ex no podía permitirse y de ahí que hoy Mónica tenga un novio de hipoteca.
Actualmente, su nombre lleva más de un año en un crédito de una vivienda que no pisa y aunque no ha pagado ni un euro desde entonces, no niega tener miedo. "Hasta ahora, mi ex ha pagado sin problemas, pero ¿y si algún día deja de hacerlo? Me marché llegando sólo a un acuerdo verbal confiando en su buena fe y él en la mía, pero si deja de abonar las cuotas me las reclamarán a mí también", señala Mónica.
Vida económica
"Todo esto es incomprensible. Los bancos deberían ser más flexibles porque no se dan cuenta de que no sólo hipotecan la vida económica de una pareja sino también sus vidas personales", dice resignada.
Diego, como Mónica, aún sigue unido a su ex por una hipoteca. Pero en su caso es él el nuevo propietario. "A mi banco no le importaba si yo tenía capacidad de pago o no. Quería otra nómina. Algo que no entiendo porque saben que soy yo el que paga todos los meses. Incluso les propuse meter más avales, pero ni por esas. En mi caso, al menos, no eran suficientes", explica Diego.
"Todo esto es un lío y seguro que habría formas de hacerlo mucho más fácil. No comprendo por qué mi ex tiene que seguir apareciendo en el crédito. Además, para ella es un problema ya que no puede acceder a otro préstamo", aclara Diego.
Una visión muy diferente de estas tres realidades tiene Claudia, empleada de un banco. "Cuando aprobamos un crédito no preguntamos qué tipo de relación une a los titulares. Si luego tienen algún problema personal o de otra índole y deciden que uno se desmarque del crédito, se estudia la situación económica del que se quedaría con el crédito. Si ésta se lo permite, obtendrá el visto bueno y si no, el préstamo deberá seguir a nombre de los dos porque en su día se concedió bajo unas condiciones que no se pueden romper a costa de riesgos y el peligro de que no se hagan cargo de esa deuda. Los bancos no somos una ONG", afirma Claudia.
http://www.elmundo.es/elmundo/2010/10/14/suvivienda/1287075359.html?a=243a318e9f6047015fd2deac5cf071b9&t=1287260038
No hay comentarios:
Publicar un comentario