DON TANCREDO
Me sorprende, me fascina, y me quedo maravillado y perplejo al leer el otro día en un periódico la noticia acerca del inventor japonés Hiroshi Ishiguro, creador de los robots geminoides como réplicas exactas de seres humanos operados por control remoto.Pero lo más interesante y sustancioso de ese genio creador es su afán por buscar la respuesta a la pregunta ¿Qué es un ser humano? Y constatar que ¨´la capacidad del ser humano para reconocer a sus semejantes es algo que no se consideraba para el desarrollo de los robots´¨.
Pues bien, es cierto que las personas tenemos la capacidad de reconocer a nuestros semejantes, y que ello nos hace humanos; pero ¿utilizamos esa capacidad? Desgraciadamente no sucede así por un gran número de elementos/elementas en infinidad de casos, todo el tiempo y en variadas circunstancias.
¿Reconoce a sus semejantes el dictador o aquella persona que ostenta cualquier tipo de poder? Más bien lo que hacen es proyectar sobre los demás sus carencias y fobias personales, cuando no sus instintos asesinos. Los otros son animales sin rostro ni alma.
¿Reconoce como propios de su especie a las personas con cuyo dinero trabaja el individuo/individua que, desde lujosos despachos especula para acumular hasta hacerse asquerosamente rico? Sencillamente no, los otros son entes que no existen si no es para proveer cifras.
¿Reconocen gran parte de los/las funcionarios/funcionarias que ostentan los poderes públicos a las personas que se ven sometidas a sus decisiones como sujetos pensantes y con criterios propios? Al menos en mi caso desgraciadamente puedo afirmar que no te miran a los ojos ni atienden sino al ordenador o al expediente que tienen entre manos.
Y así nos va. Somos demasiados en este mundo. Y acarreamos cada cual demasiados problemas creados. Y solventar esos problemas resulta fastidioso para quienes son pagados para ello. Y la vocación de servicio o la sensibilidad son términos que desconocen.
Además, en este país nuestro, se da la circunstancia de que camina mucho más lenta la voluntad de adaptarse a solucionar racionalmente los asuntos que el ritmo al que estos se crean. Somos un país de tancredos; sin agilidad mental ni habilidades político-sociales para encarar las nuevas situaciones.
ERRE QUE ERRE
En línea con la Teoría de la Evolución de Darwin, el etólogo conductista Frederic Skinner afirma que ciertos seres vivos poseen la capacidad de aprender de sus experiencias. La conducta que produce resultados positivos se refuerza y se repetirá en el futuro con mayor probabilidad, mientras que la conducta fracasada se evitará. Mediante este aprendizaje el organismo llegará a estar mejor equipado para afrontar el futuro.Bueno, pues resulta que esto, a pesar de ser evidente, se da de bruces con una cierta cantidad de organismos vivos españoles que, emperrados en seguir como primates actitudes erróneas y fracasadas, persisten como tancredos irreductibles en alabar las bonanzas (sic) de leyes infames, infaustas, (como la de divorcio donde no prima la custodia compartida, o la de violencia de género) promulgadas para resarcir a la mujer por tantos siglos de sometimiento y satanizando al varón por la única razón de ser tal.
Pues va ser que no. Podrán insistir en su encono contra… ¿qué?.. Pero nunca les asistirá la limpieza y bondad de pensamiento ni la neutralidad en intereses porque o tienen una mente muy reducida (el pensamiento único impuesto como consigna política), o son unos tancredos, o en realidad –lo que es peor- son simplemente estómagos agradecidos con sus sueldos seguros y para qué van a molestarse en mirar a los ojos de las personas sobre las que tienen poder, y reconocerlas como semejantes para mirar de qué manera ayudarlas o servirlas.
SÍ. (10ª CARTA A MIS HIJAS SILENTES
ALFREDO SELAS ESCRIBANO | Jueves, 8 de septiembre de 2011 |
Queridas hijas: ¡qué difícil es decir SÍ! ¡Compromete a tanto! Aprender a decir SÍ supone tantas cosas… Siempre es más fácil o cómodo o expeditivo un no. El SÍ tan solo es accesible para quien vive con autenticidad y positivamente. ¡Decidirse y decir SÍ! SÍ a lo que soy. SÍ a lo que siento. SÍ a lo que quiero y a quien amo. SÍ a quien está a mi alrededor y espera mi SÍ. SÍ a la vida que empuja. SÍ al amor que llama desde dentro pugnando por salir y al que me llega iluminándome. SÍ al aire que respiro. SÍ a las vidas que medran en derredor. Sí a l sol que amanece cada mañana con su SÍ solidario y vital. SÍ porque SÍ. De un SÍ rotundo vengo y así venís vosotras; en un SÍ continuo vivo, y hacia un SÍ seguro voy. Ojalá vuestro SÍ se dilate mucho en el tiempo. SÍ es mi palabra porque SÍ y así quiero que sea para vosotras.
SÍ no es solamente sí, sino que es además todo encerrado en si, en el SÍ. Cuando digo SÍ estoy afirmando, afirmándome; y por eso dije SÍ a vuestras vidas. Me positivé y me hice permisible con un SÍ diáfano hasta el punto que todo yo –yo enteramente- me transformé en una suerte de ablución abnegada que se ofreció abiertamente con un solo ánimo de disponibilidad y entrega. ¡Saber decir SÍ! ¡Ser capaces de decir SÍ! Si el SÍ fuera la práctica común en vez de tanta negación pusilánime o dañina, habríamos por necesidad de avanzar de modo sublime e imprimir carácter auténtico a lo que significamos como seres humanos, legitimando deseos e intenciones que de otra forma se quedan en frustraciones.
SÍ. Mi palabra. Mi mayor ambición. Mi más caro empeño. Tanto es así que cada no involuntario o precipitado que pronuncian mis labios no es sino una fuente de reconvenciones, un retroceso. El SÍ me eleva y sublima el tono del resto de mis palabras positivándolas y haciéndolas más creíbles. Cada SÍ que pronuncio es una culminación. Cada SÍ que escribo un supremo esfuerzo de aproximación. SÍ quiero escribir SÍ y así quisiera de vuestra parte. Solo hay un acto superior al de dar un SÍ: el acto que lo corrobora
http://blogs.larioja.com/diario-de-un-padre-humillado/2011/10/31/don-tancredo/
http://blogs.larioja.com/diario-de-un-padre-humillado/2011/09/08/si-10%C2%AA-carta-a-mis-hijas-silentes/SÍ no es solamente sí, sino que es además todo encerrado en si, en el SÍ. Cuando digo SÍ estoy afirmando, afirmándome; y por eso dije SÍ a vuestras vidas. Me positivé y me hice permisible con un SÍ diáfano hasta el punto que todo yo –yo enteramente- me transformé en una suerte de ablución abnegada que se ofreció abiertamente con un solo ánimo de disponibilidad y entrega. ¡Saber decir SÍ! ¡Ser capaces de decir SÍ! Si el SÍ fuera la práctica común en vez de tanta negación pusilánime o dañina, habríamos por necesidad de avanzar de modo sublime e imprimir carácter auténtico a lo que significamos como seres humanos, legitimando deseos e intenciones que de otra forma se quedan en frustraciones.
SÍ. Mi palabra. Mi mayor ambición. Mi más caro empeño. Tanto es así que cada no involuntario o precipitado que pronuncian mis labios no es sino una fuente de reconvenciones, un retroceso. El SÍ me eleva y sublima el tono del resto de mis palabras positivándolas y haciéndolas más creíbles. Cada SÍ que pronuncio es una culminación. Cada SÍ que escribo un supremo esfuerzo de aproximación. SÍ quiero escribir SÍ y así quisiera de vuestra parte. Solo hay un acto superior al de dar un SÍ: el acto que lo corrobora
http://blogs.larioja.com/diario-de-un-padre-humillado/2011/10/31/don-tancredo/
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