El maltrato y las relaciones sociales y económicas
Lunes 21 de noviembre de 2011
En las conversaciones, entre «hombres» sobre violencia de género, tema
desgraciadamente en permanente actualidad, no es infrecuente escuchar argumentos
y datos que intentan demostrar -supuestamente- que por culpa del feminismo y de
las instituciones que le hacen caso, ahora los hombres son los oprimidos por las
mujeres. Es decir, son las víctimas del matriarcado. Así, en esta línea
argumental, no es extraño oír cosas como que «los hombres estamos perseguidos»
o, sin sonrojarse, que «los hombres sufrimos más violencia de género».
Quienes, entre «hombres», sostienen que no es la mujer quien está en
riesgo de maltrato, sino ellos, desconocen o no quieren conocer qué situación
es, actualmente, la de la mujer en esta mediocre y demediada democracia. Que la
mujer se encuentra en situaciones de vulnerabilidad, desigualdad y dependencia,
con respecto al sexo masculino, no me parece una exageración ni un discurso
panfletario, sencillamente hay que echar una ojeada a nuestro alrededor: el más
cercano la convivencia de pareja.
El filósofo esloveno Zizek (1949)
teoriza sobre dos aspectos de violencia que tal vez nos pueden ayudar a entender
la lamentable «violencia de género». Así, diferencia entre la violencia
subjetiva y la violencia objetiva. La primera es aquella que supera el nivel de
normalidad, el nivel «0 de violencia»: el asesinato de una mujer a manos de su
ex pareja. La segunda, violencia objetiva, es la que el sistema actual de
relaciones económico sociales (capitalista) perpetúa: es la sobreexplotación, la
doble jornada, la reducción a mero objeto sexual, la dominación psicológica,
etc. Al respecto Zizek sostiene que mientras no atajemos esta «violencia
objetiva o estructural» que padecen las mujeres en el día a día, los malos
tratos seguirán siendo sólo la punta del iceberg ya que los mismos son la
consecuencia de la dominación previa que padecen las mujeres.
El número
de maltratadas, tanto física como psicológicamente, así como las asesinadas a
manos de un machismo nada coyuntural, no es, en mi opinión, más que el síntoma
de una opresión mucho más silenciosa y profunda, la que ejerce un sistema de
dominación íntimamente ligado al modo de producción y reproducción social y
económico. Hay datos que ponen en cuestión el discurso de que las mujeres hayan
alcanzado la igualdad. Y si en algún momento llegó a rozarla, ahora con la
crisis actual está en franco retroceso. Se podrían enumerar multitud de casos,
pero sólo unos pocos pueden dar pistas por las que transitar para ver que no hay
tal igualdad: en los últimos 10 años, el desempleo femenino no ha descendido del
11%, frente al mínimo de 6,06% de los varones (datos de la Encuesta de Población
Activa); la brecha salarial entre hombres y mujeres supera el 21% en 2010
(variable el dato en función de algunos parámetros); el 8,2% de los hogares cuya
cabeza de familia es una mujer sufren la pobreza, frente al 1,7% de los hogares
encabezados por un varón (datos de 2001); el 88,4% de personas que sufren
violencia doméstica son mujeres (datos de 2005, Instituto de la Mujer) Para
finalizar, en el año 2010, murieron 73 mujeres a manos de sus parejas o ex
parejas, frente a 7 hombres asesinados (Datos del Observatorio contra la
Violencia Doméstica y de Género).
Entiendo que los datos referidos, no
son todos los que existen, son suficientemente contundentes y elocuentes para
echar por tierra la afirmación de que las mujeres hayan alcanzado la igualdad
real con respecto a los varones; menos aún las mujeres de las clases más
desfavorecidas. Por lo tanto, es falaz e interesado el discurso «prohombres» de
que estamos más perseguidos y oprimidos. Un discurso relevante en ciertos medios
de la llamada «caverna mediática» que muchas personas asumen acríticamente. La
violencia de género no es un problema, por tanto, que afecte al ámbito privado.
Es la manifestación más brutal de la desigualdad. Contra ella estamos.
http://www.lne.es/cuencas/2011/11/21/hombres-perseguidos-mujeres-violentadas/1159711.html
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