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jueves, 10 de noviembre de 2011

Se llama Carlos

por Paula Ballesteros
JUEVES 10 DE NOVIEMBRE DE 2011


En mi último artículo de opinión sobre la mascarada legal contra el juez Serrano, he leído comentarios tildando mis opiniones de nauseabundas. Acepto críticas, faltaría más, pero no insultos a mis declaraciones en contra de la injusticia que se comete apoyada en la ley de violencia de género, soportada en datos que pueden comprobar pinchando AQUÍ.
Esta nefasta Ley no solo demuestra su ineficacia a favor de las verdaderas víctimas.
Acumula otras entre los hombres inocentes acusados falsamente como base contable para seguir sacando subvenciones, condena a hijos al trauma de verse separados de su padre y toda la familia paterna, manipula a la sociedad abocándola al estado de guerra entre una y otra facción.
El negocio del dolor, termina con la base de la familia y por tanto de una sociedad responsable de sus actos defendida por leyes que avalan los artículos de la Constitución, convierte la presunción de inocencia en el hombre y la igualdad de la mujer en instrumentos para potenciar las cuevas de Alí Baba en las que los defensores de esta ley, acumulan sus tesoros y poder.

El oficio de político es el más rentable, estamos manteniendo parásitos que engordan con el dinero público, mientras el Estado del Bienestar bajo el que se parapetan como excusa, teje una tela de araña en la que estamos presos esperando ser fagocitados por las arañas tejedoras de la trampa. Hemos caído en la trampa del halago fácil, porque eso es ni más ni menos, la campaña mediática organizada para convertirnos en invasores crueles (el hombre) e invadidas valientes en la resistencia contra ellos(la mujer), los menores declarados en situación de abandono, raptados por servicios sociales como nutrientes de las entidades en las que se refugian pseudoprofesionales, que aseguran su salario costeado por dinero público y dirigen entidades privadas con derecho a subvención (también con dinero público) que aumentan su patrimonio de forma obscena.
Residencias insuficientes para la tercera edad, en las que las personas mayores terminen sus días con la dignidad que merecen. Puntos de encuentro donde la recogida de los hijos para disfrutar (derecho que les corresponde) de la estancia con el padre, se convierte en tormento para el menor y vigilancia para el padre como delincuente que roba algo que le pertenece.
 La ingeniería social tejida por la casta política, necesita de la ignorancia como base y la sociedad carece de la mínima formación para que cualquier ser humano reclame derechos y no acepte limosnas del Estado del Bienestar "enseñar a pescar es un derecho y obligación de la casta política, regalar peces y escasos, nos lleva al último escalafón del ser humano".
Cuando se institucionaliza el cauce de los derechos y el modo de recibirlos, se niega la capacidad individual para reclamar, defender y asumir las consecuencias de nuestros propios actos. La sociedad desciende a la casta hindú de los intocables sin acceso a la individualidad y superación a la que todos tenemos derecho y la formación que nos permite asumir la responsabilidad de los actos.
De un plumazo que ratifica decretos, nos convertimos en masa manipulada y enfrentada, desconcertada en la duda ¿pero todo esto es necesario? pues no, rotundamente no, ni todos somos malos o buenos ni son indispensables tantos organismos parásitos convertidos en cuevas de ábrete sésamo.

La Constitución refleja los derechos de todos y las obligaciones a las que nos abocan esos derechos, los Códigos de la Ley deben ser instrumentos utilizados para defender su cumplimiento, todo lo demás constituye una tela de araña tejida para beneficio y poder de la execrable casta política que conduce la individualidad hasta la masa en la que nos ha convertido y de la que se beneficia.
La Ley de Violencia de Genero, la protección de Menores, La Enseñanza y la Justicia se han convertido en las mayores amenazas bajo el enunciado del Estado el Bienestar.
Las casas de acogida con enormes subvenciones que enriquecen el patrimonio de quien ostenta su dirección, las enormes cantidades de dinero público derivadas a organizaciones feministas empobrecedoras de la capacidad de la mujer para enfrentarse a su vida sin victimismo, la hacen olvidar que la vida no es un lecho de rosas, pero cada cual tiene la capacidad conseguir que huela bien rociándolo con la dignidad de sus actos o convertirla en la cloaca mal oliente en la que estamos sumergidos.
En este país, el ciudadano normal, con sus errores y aciertos, tiene la demoledora sensación de que la Justicia funciona para defender los derechos del delincuente y que el resto vivimos sumergidos en el miedo y la ignorancia de no saber en qué momento y por qué motivo podemos convertirnos en uno de ellos, esclavizados a las argucias de la casta política y los movimientos de los grandes especuladores que colorean la vida de gris mortecino, sin el cromatismo con el que cada cual pinta la suya.

La sociedad dividida es la condición, lo ha sido siempre en todas las grandes revoluciones sociales, para la ingeniería social con la que se ha manipulado a la población carente de la necesidad de su propia auto estima y dignidad individual. Se manipula mejor a la masa y si está dividida mejor, que al individuo consciente de sus derechos y capacidad para hacer de sus principios directriz de su vida. En eso estamos convertidos, somos masa purulenta y enfermiza, escéptica ante la corrupción de la casta política, a la que nunca le sucede nada.
Pertenecer a una formación política representa el salvoconducto para delinquir y esquilmar, económica y moralmente a la sociedad que nunca ve como se hace justicia con los promotores de tanta corrupción.
Cualquier ciudadano pillado en denuncia falsa (salvo las denunciantes de mal trato) es acusado de un delito recogido en el Código Penal. Cualquier malversador de fondos ajenos a los que tiene acceso como responsable, tiene que dar cuentas a la justicia. Aquí nunca pasa nada. Alcaldes que se conceden sueldos millonarios, altos directivos de Banca con poder para asegurarse indemnizaciones y pensiones de las mismas entidades que han hecho quebrar por su gestión, patrimonios de dirigentes políticos imposibles de obtener para cualquier otro mortal mediante el desempeño honrado de su trabajo, puestos relevantes en empresas con grandes remuneraciones conseguidos a través de su paso por la política, nombramientos ministeriales sin otro bagaje para ese puesto que el ser conocido de tal o cual persona colocada a su vez por otro conocido.
La red de corrupción e insensatez de un gobierno que tiene la osadía de llamarse socialista, es tan vergonzosa como decepcionante y ha convertido a este país en la república bananera de todos los que cambian limosnas por derechos, de todos los que esgrimen el victimismo para acceder a una igualdad que nunca podrá serlo cuando se depende de alguien, en este caso el hombre rebajado a la condición de semental y obligado a mantener un nido del que la mantis religiosa de turno le arroja con el apoyo de una denuncia.
Me he referido a los comentarios que provocan mis manifestaciones, unos me tildan de nauseabunda, otros de antifeminista y naturalmente, aunque respeto las opiniones contrarias a las mías, considero que ello me da derecho a réplica. Señores y señoras para las que merezco la sospecha de que estoy pagada por algún obscuro ente que compra mis intenciones quiero aclararles mi absoluta libertad, que a mi no me planea la sombra de la sospecha, como lo hace sobre quien defiende la justificación de tanta insensatez ineficaz en el fin para el que se mantiene.

Soy libre, pienso y siento lo que de verdad es nauseabundo y asola la sociedad en la que con mis actos, esperaba que mis sucesores sin género, disfrutasen de la igualdad efectiva y real para la que he trabajado como muchas otras mujeres decepcionadas como yo ,en lo que se ha convertido actualmente.
Las verdaderas feministas exigimos derechos adquiridos con la libertad de quienes asumen responsabilidades, pretendemos codearnos de tú a tú con el sexo opuesto, que no es lo mismo que contrario. Y aspiramos a la defensa ante la ley, la única sin sexo, de todo aquel que los transgreda.
Tampoco ignoren que a mi como persona, sin sexo, me agrede la financiación de tanto organismo feminista con dinero que todos ponemos, porque contemplo con desasosiego como mis descendientes varones, no tendrán acceso a sus privilegios. Tampoco los femeninos cuya formación social y moral no les permita rebajarse al extremo de necesitar discriminación positiva.
Naturalmente para esto es necesario inculcar desde que nacen la igualdad en derechos y obligaciones y la calificación como personas en algo más que una vagina procreadora, o un semental inseminador.
 Como aval a mis palabras les dejo un enlace, de los muchos que podría poner a su disposición, de lo que nos cuesta esta movida pijoprogre a todos los españolitos, 845.000 euros destinados a estudios feministas.
 Y por aquello de no parecer tacaña en la documentación e informe, les adjunto otro, no existe mejor vía que declararse enemiga de la violencia de género y afiliarse en alguna de de sus organizaciones para medrar, naturalmente no tengo nada que oponer a la erradicación de la violencia sin sexo, raza o edad pero las subvenciones se dirigen siempre a la mujer dejando a las demás víctimas ignoradas y sin la protección que todo ser humano merece aunque no sea mujer.
Y uno más, por si no llega: lo triste de este caso es que la psicología se encauce para convencer a la mujer de sus derechos a la felicidad sin asumir la responsabilidad de su vida independiente de la de ningún varón. Me pregunto hasta qué punto la infelicidad de cualquiera puede convertirse en maltrato psicológico.
Es ofensivo para cualquier mujer con dignidad comprobar como la vena artística que tenga se transforma en plataforma con subvención, a través de la cual se la encauce e informe de los pasos a seguir para manifestar el arte que lleva dentro. Si lo tiene lo tiene, versus Rosalía de Castro por citar un ejemplo de mujer con vena artística en un tiempo sin plataforma que se la despertase. Si su sensibilidad depende de subvenciones... mal vamos.

Y ahora, sin subvención ni interés económico que guíe mis palabras les cuento otra historia, una más de las miles que ocasiona una ley anticonstitucional amparada en la obscura intención de proteger a la mujer. Las verdaderas víctimas de violencia siguen aumentando la lista a la que se unen los hombres utilizados como chivo expiatorio, de un colectivo femenino sin la formación suficiente que les permita la libertad a la que se llega solo siendo responsable de la propia vida.
Ni dependencia económica ni discriminación positiva nos afora, como a la casta política, protegiéndonos de actos delictivos como las falsas denuncias. Si las asociaciones feministas creen en la verdadera necesidad de dicha protección que sigan en su lucha, pero con ética y enseñando a sus afiliadas cuales son los límites de la legalidad y sin subvenciones.
Los millones de euros que ponemos todos los ciudadanos tendrían mejor empleo en la educación social, reciclaje de mujeres para aspirar a un trabajo con independencia económica y en el caso de que la edad de dichas mujeres no lo permitiese, dotarlas de una pensión contabilizando los años que han dedicado a su familia como años cotizados a la sociedad y merecedores de jubilación pensionada.
 Eso sería un verdadero Estado del Bienestar en el que la humillación de ambos sexos no constituyese la base del que dicen que gozamos. Los hijos no serían utilizados como moneda de cambio y ambos progenitores compartirían la responsabilidad económica y moral de su educación y bienestar. Ésta es la historia.

Se llama Carlos (su nombre real es otro, lo escondo para proteger su intimidad) y su historia nadie me la ha contado, soy triste e indignada testigo de ella. Esperaba mi turno en el Centro de Salud, al principio no me fijé en él, miraba la hora impaciente porque mi cita se retrasaba 45 minutos cuando reparé en un hombre de unos cuarenta años que se tocaba el pecho con gesto de dolor disimulado.
 Cuando le miré de nuevo vi que su respiración era entrecortada, entonces le pregunté ¿qué le sucede? y su respuesta casi inaudible, su mirada de derrota despertó en mí la necesidad de urgencia. Llamé a la puerta de la consulta dejando claro con mis golpes que aquello no admitía demora.
Se llevaron a Tomás, le hicieron un electro y le pusieron una pastilla bajo la lengua. Naturalmente todas las personas que allí estábamos tuvimos que esperar, los recortes sanitarios suprimen las urgencias en días laborables.
 Aproximadamente a los 40 minutos, aquel hombre regresó a la sala de espera en observación sentado en una silla. Llegó mi turno y al salir le pregunté como se encontraba mientras escuchaba como voz de fondo un comentario de dos mujeres entre las que esperaban.
No quiero reproducirlos pero motivaron que dirigiéndome a ellas, mostrase mi repulsa aclarando mi total desacuerdo. Dije buenos días y salí hacia la calle, allí estaba Carlos manifestando agradecimiento por mi comentario.
Ha estado meses durmiendo en el coche, de su casa le echó su ex para meter al querido, lleva tres denuncias de malos tratos falsas naturalmente. En la última se ha escuchado la grabación de su inocente esposa "pégame, vamos pégame, tengo que conseguir meterte en la cárcel, en España la mujer estamos muy protegida". 
Carlos sigue sufriendo mientras ella con una amonestación sale del juzgado. Sus dos hijos de 7 y 4 años quieren estar con él, su mamá dedica su tiempo al pendoneo y no cumple con las obligaciones de una madre sufridora, que es como se nos describe… ¿metiendo a todas en la misma categoría, no?
Carlos arrenda una habitación cerca de su casa para poder ver a sus hijos, cuando los recoge en el colegio soporta la mirada de desprecio de quienes hasta hace no mucho le saludaban con respeto, desde su emplazamiento tiene que soportar ver a otro hombre entrar en la casa que era suya.
Carlos era mi vecino aunque nunca le había visto y ahora se siente proscrito, perseguido sin justicia que defienda sus derechos engordando la lista de aquellas personas sin sexo o edad que sufren a nuestro lado en silencio, historias anónimas que rebajan al ser humano a límites insoportables, que muchas veces mueren en el mismo anonimato en el han vivido, porque la justicia no está por encima del poder político y sus conveniencias, porque la ley se ha convertido en una pantomima en la que se amparan aquellos que mantenemos con dinero público y se hacen la foto para fichar.
Mientras esto sucede, hombres y verdaderas víctimas femeninas pueden pasar por la calle o tenerlas cerca en una consulta médica necesitadas de que alguien las mire con respeto, que les devuelva su condición de ser humano y restituya su dignidad, ¿hasta cuando soportaremos esta indignidad?
 Los Blanco de turno o los yernos del rey, las asociaciones femilistas, ONG sin justificar su labor, casas de acogida, psicólogos con informes tendenciosos, personal nada cualificado, colegios tutelados, administraciones triplicadas, defensores del Pueblo y del Menor, cursos de talleres de empleo, etc… son cuevas de corrupción que han convertido este país en la república bananera de las limosnas.
 Por si alguno de mis queridos detractores alega que no se de lo que hablo, aclaro que soy madre y mujer independiente, que nadie me paga por manifestar la verdad y que quedo a su disposición si consideran que de alguna forma puedo enseñar a la mujer necesitada el secreto de la verdadera dignidad como persona en superioridad con aquellos elementos de sexo masculino que aún no se han enterado, pero por favor no nos metan a todos y a todas en el mismo saco en el que lo único que nos iguala es el dinero con el que financiamos el declive social al que han abocado a la sociedad.
 Espero que la letra de esta canción no se haga realidad.
http://www.eldigitaldemadrid.es/articulo_c/general/2547/se-llama-carlos?mid=525

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