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lunes, 18 de junio de 2012

El festejo del Día del Padre

Lunes, 18 de Junio, 2012
El primer abrazo a los hijos, atrapa de manera permanente. Esa caricia se vuelve en un compromiso dulce para la mayoría de los padres.
Aunque se dice que los mexicanos somos personas de “mucha madre y poco padre”, en el calendario cívico, por lo menos desde los años 50’s, se ha reservado un día especial para celebrar a nuestros progenitores y reflexionar sobre lo que significa ser padre, desde luego sin rebasar la devoción que en nuestra cultura se tiene hacia la madre.
Los historiadores señalan que hubo una época perdida en el tiempos remotos en que el matriarcado fue dominante, pues era (y sigue siendo) la mujer la única que está segura cuál es el padre de sus hijos. De esa supuesta rivalidad por el poder en la familia y en las primeras organizaciones humanas, surge el patriarca que mediante la fuerza y la dominación, relega a la mujer a la crianza de los hijos, a la recolección de vegetales y a la preparación de alimentos, mientras que para sí reserva la caza, la guerra y el gobierno.
Ya con el florecimiento de civilizaciones más complejas como la babilónica, existen evidencias arqueológicas de que hace 4000 años, un joven llamado Elmesu, dejó escrito en una tablilla de arcilla el reconocimiento a su padre, “deseándole una vida larga y feliz”.
En tiempos modernos, Sonora Dudd, del estado de Washington, EEUU, propuso que cada 19 de junio se celebrara el día del padre, en memoria al suyo, que fue soldado de la guerra civil y que de manera abnegada se hizo cargo de sus hijos como padre y madre.
Su iniciativa se aceptó en 1924, pero fue hasta 1966, que el presidente Lyndon B. Jonhson la promulgó como oficial, misma que en 1972 Richard Nixon la convirtió en ley. Como pasó con otras fechas propicias a la comercialización, en México se adoptó, desplazando al 19 de marzo como fecha que los católicos consideraban dedicada al padre en referencia a San José, padre de Jesús.
De esos años a la fecha, la dinámica socioeconómica de nuestro país y la influencia de los cambios mundiales han impactado radicalmente en la composición de las familias, cuestionando paulatinamente el rol tradicional de autoridad y poder que se le asigna al padre.
Ya sea por la necesidad de que el padre salga en busca de trabajo, a otras lugares lejanos al hogar, ya sea en otras entidades o a los EEUU, por su fallecimiento o simplemente porque ante las cíclicas crisis económicas toman la opción de abandonar a su familia, el resultado es que en un tercio de las familias mexicanas la figura paterna, está ausente.

Los datos del INEGI
Pero ahora sucede, según INEGI, que en las que los varones sí están presentes, están desempleados, beben, son maltratadores o se niegan a aportar recursos para el mantenimiento del hogar. Así es que sus esposas se ven obligadas a trabajar, afectando en mayor o menor medida el cuidado, la vigilancia y educación de los hijos.
Según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, en 2009, se registraron 27.6 millones de hogares, en los que tres de cada cuatro tienen jefatura masculina. Actualmente se estima que el 35% tiene como jefe de familia a la mujer. Aunque el fenómeno de muerte y abandono de la mujer también ocurre, únicamente en el 2.2% de las familias el padre se estaba solo a cargo del cuidado de los hijos.
Pero también el rol tradicional de padre proveedor y autoridad de la familia varía de acuerdo al tipo de familia con padres, que INEGI para fines descriptivos ha clasificado en: familia tradicional y familia moderna, según la actividad extra doméstica de la esposa.
En la tradicional, el padre dedica en promedio 50 horas a la semana al trabajo extra doméstico. Su esposa trabaja 52 horas y media en las labores del hogar y cuidado de los hijos. Cuando los hombres colaboran con el trabajo doméstico, lo hacen menos de 10 horas por semana. Las mujeres dedican 28.5 horas a cuidar a sus hijos. Sólo el 28% de los varones cuidan a sus hijos y lo hacen por una hora en promedio.
Por otra parte en la familia moderna, el padre y la madre comparten el trabajo doméstico y el cuidado de los hijos, aunque no en igual proporción. Las mujeres dedican el 37.6% de su tiempo y los padres el 72.2%, lo que significa que las esposas destinan 65.5 horas semanales y sus maridos 59.5%.
De esta situación de las familias “modernas” en las que la mujer trabaja, además de realizar las labores domésticas, surgen fenómenos como el de “doble” y “triple” jornada de trabajo, que en nuestro medio apenas empiezan a estudiarse y a documentarse. Nueve de cada 10 esposas realizan trabajo doméstico y cuidan niños. Por el contrario, sólo el 25% de los hombres participan en limpiar la casa y cuidar niños.
Lo anterior es todavía más intenso en las nuevas familias de adolescentes que por embarazo no deseado se ven obligados a formar familias con alto riesgo desde su origen. Recordemos que actualmente en promedio el 30% de los embarazos son en mujeres adolescentes.

El hombre solo
Si a toda esta situación tanto en las familias tradicionales como en las modernas se agrega la crisis económica y tensión social imperante, es comprensible que en México la institución familiar está más presionada que nunca y esté sufriendo fracturas.
En parte esto explica el por qué del incremento de la separación de la pareja, ya sea de hecho por abandono del hogar o de manera legal por divorcio. Según la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica (ENADID) 2009, Tamaulipas 6 de cada 10 habitantes de 15 años y más estaban casados o en unión libre. En 2008 se registraron 18 mil 595 matrimonios y 2 mil 177 divorcios.
Según la misma fuente, en el 42.1% de las parejas que se casaron, sólo el hombre trabajaba. En el 56% ambos trabajaban, en el 1.5% ninguno trabajaba y en el 0.4% sólo trabaja la mujer.
Esto explica porqué a la quiebra emocional y social de una pareja que se separa por abandono o divorcio, le sigue la quiebra económica, sobre todo de la mujer y más cuando ésta depende de la manutención de su esposo. En 2008, casi el 50% de las parejas duraron menos de 10 años casados, la mitad de ellos antes de los 5 años. Esto significa que una muy importante proporción de los nuevos matrimonios son de corta duración, inestables y con crisis internas que afectan gravemente su economía y a sus hijos.
Luego ya una vez separados o divorciados, es frecuente la incidencia de abandono de las obligaciones alimenticias de los hijos por parte de los padres, por lo cual por ejemplo en Tamaulipas, según la Procuraduría de Justicia del estado, este delito ocupa el sexto lugar entre los de mayor incidencia con alrededor de 5 mil denuncias al año.
Lo anterior ha justificado que las diputadas tamaulipecas, encabezadas por Lupita Flores Valdez, desde el 2011 hayan impulsado con energía iniciativas de ley para ajustar los Códigos Civil y Penal para que se pueda castigar tal incumplimiento de parte de los padres.
Una situación semejante se da en el caso de las demandas sobre paternidad responsable para que se obligue a aquellos hombres a reconocer su paternidad, basándose en pruebas de ADN.
Como se ve, ante las políticas de género, de no discriminación de la mujer, de prevención y combate de la violencia contra la mujer y de protección de la familia, no es fácil en estos días, ser padre autoritario, violento, incumplido y abandonador como el que hace todavía algunas décadas caracterizaba la mayoría de familias mexicanas.
En contraste, ser buen padre tiene múltiples ventajas, pues la Asociación Estadounidense de Personas Jubiladas (AARP), recientemente publicó un estudio, realizado a los largo de 10 años, en el que señala que ser padre puede disminuir la probabilidad de problemas cardíacos, pues ello motiva para cuidar la salud. Esto secunda a otros estudios que han mostrado como los solteros tienen menor expectativa de vida que los casados.
Pero en descargo, de todo el panorama que arriba se describió, debemos valorar que tanto en el pasado como en el presente, afortunadamente existen hombres que saben valorar la vida en familia, apreciar el amor de sus mujeres y de sus hijos, comportándose a la altura del privilegio de ser padres. Para todos ellos, este día de celebraciones, homenajes y apapachos, será muy merecido. Benditos los buenos padres que educaron con su cuidado y ejemplo a hijos que aprendieron a ser también buenos padres.
¿Qué tipo de padre eres?
Existen muchas clasificaciones que toman en cuenta diversos aspectos, como el grado de control que los padres ejercen sobre sus hijos, a la comunicación existente entre padres e hijos, a la exigencia con respecto a los hijos, a la capacidad para expresar afecto y cariño a los hijos y de la relación padre-hijo. A partir de esta última se han identificado cuatro tipos básicos:
1.- Padre autoritario. Con alto grado de control y de exigencia, pero hacen poca demostración de afecto y tienen una pobre comunicación con sus hijos.
2.- Padre democrático. Con buena comunicación con sus hijos. Son cariñosos, pero tienen un grado de control y de exigencia alto.
3.- Padre permisivo. Es cariñoso y tiene buena comunicación con sus hijos, pero es poco exigente y tiene poco control sobre ellos.
4.- Padre negligente o indiferente. Posee niveles bajos de control, exigencia, afecto y comunicación. Este tipo de padre es común en familias desestructuradas.
Otra clasificación que considera la manera de pensar y de ver el mundo de los padres, establece tres grupos de padres:
1.- Padre tradicional. Tienen una concepción muy rígida sobre las funciones del padre y de la madre dentro del seno familiar. Tiende a ser autoritario, utilizando el castigo como principal táctica educativa. Deja a la madre la comunicación y la afectividad.
2. Padre moderno. Participa en la educación de sus hijos, exterioriza su afecto y es más comunicativo con sus hijos.
3. Padre intermedio. Es el mayoritario. Tiene una combinación de las características de los dos grupos anteriores.
http://laverdad.com.mx/desplegar_noticia.php?seccion=LOCAL&nota=102517

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