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Cuando una relación de pareja termina habiendo hijos de por medio, es muy importante procurar hacerlo de la manera más cordial, ya que de lo contrario, los más perjudicados serán los hijos. Recordemos que aun cuando la relación haya muerto, siempre existirá ese lazo en común llamado: hijos.
Aun así, existen padres y madres que sin pensar en las consecuencias negativas que esto pueda traer al sano desarrollo de sus hijos, son capaces de hacer verdaderas atrocidades para conseguir que los hijos teman y odien al progenitor “contrario” y así sentirse “ganadores de la contienda”.
La alienación parental es un proceso mediante el cual se obstaculiza el vínculo entre el o los hijos y uno de sus progenitores, sin haber justificación alguna. Durante este proceso se programa al hijo “sutilmente”, y a veces no tanto, para que odie o tema al progenitor en cuestión. Esto sucede cuando en los casos de divorcio está presente una patología, trastorno de personalidad o emocional en alguno de los padres.
Consiste en una campaña de denigración del hijo contra uno de los padres, utilizando distintas estrategias, hasta convertirlo en un villano y con la finalidad de impedir la relación con este último. Es una especie de “lavado de cerebro” en la que el padre alienador roba la autonomía y el amor hacia el otro progenitor, y en lugar de ello, siembra el terror y odio de los hijos hacia el padre alienado.
Algunas de las conductas de los padres alienadores consisten en: devaluar y/o insultar al otro progenitor delante de los niños, hacer alarde de su “incompetencia” para cuidar de ellos, obstaculizar la comunicación, alterar la versión de los hechos y manipular la verdad a su favor, castigar a los hijos cuando establecen contacto con el otro padre, cambiarles el nombre o apellido, culparlo del “mal comportamiento” de los hijos, inventar enfermedades producto de la visita a la otra casa, sabotear los días de visita, rehusarse a pasar las llamadas telefónicas, regresar o tirar los regalos que éste hace a los hijos, etc.
El padre alienante, provoca que los buenos recuerdos sean borrados y remplazados por una nueva “realidad” totalmente negativa, que justifica el rechazo del hijo hacia el progenitor alienado.
Cuando uno de los progenitores transforma la conciencia de sus hijos de esa manera, se considera un tipo de maltrato psicológico, y puede provocar un daño permanente en la relación con el padre alienado. El padre alienador hace sentir al hijo que sus necesidades no son importantes, y lo más grave, llega a creer que el amor hacia uno, solo puede ser demostrado a través del odio que puedan sentir y demostrar hacia el otro progenitor.
Los efectos de este síndrome son devastadores en los hijos, no solo en el plano afectivo, sino que se permea a todos los aspectos de la vida. En principio, puede manifestar trastornos de identidad y de imagen. Sufrir una depresión crónica e incapacidad para funcionar en un ambiente psicosocial normal, ya que el progenitor patológico, mal adaptado y con una disfunción, se ha convertido en el modelo principal.
El hijo no será capaz de llevar una vida normal y saludable a menos que se interrumpa el maltrato. Cuando crece, una vez que se da cuenta que ha sido alienado en contra de alguno de sus padres, sufre un incontrolable sentimiento de culpa, al descubrirse cómplice de una gran injusticia.
El SAP comprende incontables tipos de conducta inapropiada, y debe ser tratado oportunamente para prevenir los devastadores efectos de éste, no solo en los hijos, sino también en el padre que sufre la alienación.
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