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domingo, 13 de enero de 2013

Divorcio: ¿Es recomenzar de cero?

Domingo, 13 de Enero, 2013
La imagen pertenece al enlace:
- Dije sí. Dije quiero. El matrimonio cristiano ante el desafío del divorcio
A veces, los que se divorcian quieren una segunda oportunidad y no entienden que algunos no reconozcan su nuevo matrimonio. En el libro “Dije sí. Dije quiero” (Ediciones Rialp 2012), Alain Bandelier explica que el pasado no se puede borrar: es ilusorio creer que el divorcio permite recomenzar partiendo de cero.
Alguien me pasó una carta de un lector que tocaba este tema de una manera sencilla, convincente: “Después de cinco años separados, pero viviendo la fidelidad matrimonial, nos hemos reunificado, me comunicaba, feliz, un amigo. Lo tenía claro: el matrimonio es indisoluble y nada mejor para la educación y seguridad interior de sus hijos que vivir todos en familia. En EE.UU. se empezó a decir: “Sí tu matrimonio no funciona, rómpelo y rehaz tu vida”. Después, psicólogos rectifican: “Si tu matrimonio no marcha, arréglalo”. Yo, desde luego, no he visto feliz a ninguna compañera mía separada. ¿Llaman progresista a una ley del divorcio? No digo que no haya matrimonios que no deban separarse, pero ahora se separa cualquiera…”
Porque la vida muestra que el divorcio es un mal para la sociedad; aunque a veces podrá tolerarse pero nunca facilitarlo. Es evidente que cultiva lo contrario a la solidaridad: hay rechazo a un compromiso adquirido y prevalecen los deseos –quizá egoístas- de los padres sobre las necesidades de los hijos. Como alguien puntualizaba, es un hecho que afecta a cada miembro de la familia, con frecuencia causa empobrecimiento económico, además del afectivo y humano, sobre todo en los más necesitados: los hijos. Por esta razón las leyes deben dirigirse a que sea un recurso extremo.
Es un tema detectado desde hace tiempo por expertos europeos del Consejo para la Familia. Señalan que ante el aumento del número de divorcios la peor respuesta sería rendirse, porque constata que el divorcio no es sólo una cuestión legal, sino ante todo una fuente de sufrimiento para la pareja, los hijos, y sus seres queridos. No hay que ocultar que la precariedad del vínculo conyugal es un problema en el mundo contemporáneo: no excluye a ningún continente ni ambiente social y hace frágil a la sociedad, porque debilita a las familias, base de la sociedad. “El divorcio --afirma-- no es una ‘crisis’ que pasa, sino que incide en el ser humano; es un problema de relación destruida, que marca a cada miembro de la familia: causa empobrecimiento económico, afectivo y humano”.
Un estudio ya clásico (Ten Principies Princeton, USA), señala cómo la legislación actual ofrece menos protección a los contratos matrimoniales que a los contratos mercantiles; un error que necesita una reforma urgente para reforzar el matrimonio. Y hacen propuestas prácticas, como aumentar los períodos de espera para un divorcio unilateral; que las parejas tengan consejo para resolver sus diferencias, etc., etc.
La actual mentalidad divorcista presenta como imposible promover una legislación a favor de la indisolubilidad del matrimonio. Pero puede y debe hacerse.
 http://www.s21.com.gt/descubrir-raices/2012/12/22/divorcio-recomenzar-cero

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