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martes, 5 de febrero de 2013

Las niñas de mentira

Martes, 5 de Febrero, 2013
"Mamá, quiero operarme las tetas. Sí, ya lo sé, tengo ocho años... pero me las veo pequeñas"
¿Qué les han hecho que sólo quieren ser mayores?.
Vayas por donde vayas, ves lo que antes se denominarían "niñas", con zapatos de taputón, rimel hasta en el alma y labios perfilados siguiendo la línea de las encías o del corrector.
Hablo de las niñas porque yo lo fui, o lo soy, o nunca lo he sido. Los niños los dejo para otra ocasión, porque ellos no se maquillan ni se suben a plataformas de doce centímetros. De momento...
Por mor de tanto antibi-pro-biótico y tanta hormona en carne, el concepto fisiológico infantil parece tendente a la desaparición y la activación y maduración del eje hipotálamo-hipófiso-gonadal se produce cada vez a edades más tempranas dando como resultado niñas que desarrollan a los ocho años, niñas de doce con tetas imposibles, niñas con vello orgulloso donde antes sólo habitaba el algodón... Entonces, ¿por qué agudizar el fin de una etapa con novios, novias, rellenos culares, tetámenes de guata y pinturas rupestres?.
Francamente, no lo sé.
Sí reconozco que desde una aldea semi-abandonada, las cosas se ven distintas y la infancia es más infancia y dura más. Incluso puedes permitirte el lujo de volver a ser pequeña y por qué no, alguna escena caprichosa para que te mimen más. Es cuando te ves obligada a salirte de este escenario de luna, romero y diente de león con resoplidos, cuando te enfrentas a la cruda realidad de un perpetuo carnaval donde ya no se sabe a ciencia cierta qué cuerpos son los inocentes y cuáles los corruptos.
Hace pocos días, la hija de una compañera le pidió de regalo a su madre un aumento de pecho. Cosas más raras se habrán visto, me dirán ustedes, sino fuera porque la niña en cuestión tiene ocho años y argumentó que todas las niñas de su clase usaban ya sujetador y ella no quería ser menos...
Reconozco que desde una aldea semi-abandonada, las cosas se ven distintas y la infancia es más infancia y dura más
Sin comentarios.
Mención aparte merecen las pseudo-niñas "utilizadas" para según qué tipo de publicidad. Es tan extraño verlas como antinatural es asistir a la proyección en cine de "Ted", un más que aborregado osito de peluche, simpático él, pero con unos modales a lo Torrente singulares. Cuando a ti te recomiendan la peliculita para que vayas a verla con niños "porque es súper-mega-extra simpática, con un osito que está vivo", pues no te lo piensas y decides pasarte una tarde de cine con cuantos más pequeñajos mejor.
Ya te empiezas a escamar cuando en la cola del cine lo que más hay no son precisamente "pequeñajos", sino chavales adolescentes de pantalones "culo-caído" y de nuevo "niñas" con piruleta, palomitas y wonderbra. La película empieza muy bonita, muy postal de Navidad, y a medida que va avanzando te das cuenta de por qué tanta tribu especial ha venido a ver "Ted": el pícaro osito correlaciona positivamente con lo que está pasando actualmente con nuestros niños y sus juguetes.
Si es que ni los ositos de peluche son ya lo que eran...
Yo, por eso, siempre que puedo me escondo entre mis montañas cual Heidi resabiada a verlo todo desde mi ventana rectangular tecnológica a la que llaman portátil. Desde aquí puedo, con el simple hecho de bajar una pantalla, hacer un corte de manga al mundo y proteger a las verdaderas hadas de bajadas ovulares mientras esté en mis manos, o en mis pies si tenemos que correr...
http://es.globedia.com/las-ninas-de-mentira

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