Ago 30, 2011
Muchas personas se casan con alguien que tiene hijos de parejas anteriores. El proceso de insertarse en este tipo de familias puede ser muy complicado, pues los niños pueden desarrollar diferentes tipos de emociones ante la situación. Lo ideal es que el nuevo padrastro o madrastra establezca buenas relaciones con el menor, ello reporta muchas ganancias espirituales para todos.
La verdad es que no hay recetas facilistas para enfrentar el día a día en tales hogares. Cada familia tiene su propia dinámica y las personas son individuos con su personalidad específica. Así que el manejo dependerá en cada caso de cómo se desarrollen los acontecimientos. Lo que sí abrirá muchas puertas de manera invariante es la actitud comprensiva y paciente.
Para los niños, un padrastro es otra figura importante que cuidará de ellos y los educará. El comienzo no debe ser precipitado, se requiere tiempo para que los pequeños se sientan cómodos con la nueva situación. No se puede invadir la vida de un pequeño de manera brusca, sin tener en cuenta sus tempos de reacción. Conviene ir despacio, acercarse suavemente y sin presiones.
Algo crucial a tener en cuenta es que los niños tienen la capacidad de leer la sinceridad en los adultos. Sé espontáneo y natural y obtendrás mucho de ellos. La relación se profundizará al pasar el tiempo, será mucho más significativa. Y probablemente sea de naturaleza diferente a la que mantienen con sus padres biológicos. Muchos padrastros acaban siendo los mejores amigos de sus hijastros, personas en las que buscan un tipo de apoyo distinto.
Si el pequeño ha sufrido la pérdida de uno de sus padres, necesitará tiempo para aceptar la muerte de su ser más querido y para aceptar a una nueva figura. En estos casos la ternura y la paciencia son aspectos muy necesarios. El niño se sentirá solo y devastado, hay que sostenerlo con mucha sutileza y afecto.
En cambio, los hijos de padres divorciados crean defensas frente a los extraños. Estos representan el fin de sus esperanzas de que sus padres se reconcilien. Ello puede hacer que se sientan enfadados y tristes. No olvides que no es personal, el niño no tiene ninguna mala intención contigo, él simplemente no sabe expresar sus sentimientos, se siente impotente y el único recurso que encuentra para protegerse es el enojo.
Una vez más lo recomendable es una comunicación afectiva con los menores. Es imprescindible hacer que el niño se sienta incluido en la nueva familia que comienza, que es un elemento de primordial importancia. Contar con él para los planes, hacerle sentir seguro y confiado, buscar sus puntos de necesidad y apoyarlo. Cuando los niños ven que la persona nueva realmente los quiere y va a estar allí para ayudarles, como lo hacen sus propios padres, generalmente ceden y se entregan sin miedo al cariño de los adultos.
http://www.entrepadres.com/2011-08-30/3657/como-ser-buenos-padrastros
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