Mano dura contra el varón que pegó, humilló, vejó y asesinó a una mujer. Pero más celo con las denuncias falsas
Jueves 15 de septiembre de 2011
JOSÉ ANTONIO SAU Tengo una amiga abogada que suele defender a numerosos hombres acusados de malos tratos y su diagnóstico, aunque políticamete incorrecto, se acerca a lo que muchos piensan y pocos se atreven a decir: la mayor parte de los casos son verdaderos y encierran realidades dramáticas, con mujeres humilladas, vejadas y vapuleadas por quienes dicen quererlas, pero un tanto por ciento de esos procedimientos, mal que les pese a algunos, son denuncias falsas, guiadas por el resentimiento, los celos o el ánimo revanchista y, a menudo, suelen acabar en absolución, aunque, como mínimo, el varón implicado se come una o dos noches en el calabozo y ve cómo su dignidad es arrastrada por los suelos mientras dura el proceso. Sé que lo que digo es impopular, y que algunos de los comentarios que recibiré de los lectores, que no siempre tienen la razón, irán directos a la yugular, pero, ¿qué quieren que les diga?, uno está aquí para decir lo que piensa.
Recientemente, un hombre fue absuelto de maltrato en Granada después de que su exmujer presentara testigos falsos para obtener su condena. El magistrado reconocía que, en muchas ocasiones, no se podía perseguir a quien acusó falsamente primero por la oposición frontal de algunas fiscalías, atenazadas por el miedo a una ciudadanía demasiado preocupada del qué dirán. Sé que en un país con casi ochenta mujeres muertas anualmente a manos de sus parejas no se puede bromear con estos temas; de hecho, me gusta mucho el espíritu de la Ley Integral contra la Violencia de Género, y todas las medidas tomadas para proteger a las féminas de la violencia más retrógrada y machista, pero un Estado de Derecho no puede derrapar en exceso, y, aunque el borde del abismo se halle cerca, hay que afinar la frenada: decenas de hombres son acusados de maltrato falsamente por sus exnovias o exparejas. Ésa es una realidad tan destacada y tangible como la otra, la de las familias que lloran por el asesinato de una familiar.
Mano dura contra quien sí pegó, humilló, vejó y asesinó. Contundencia normativa y años sin ver el sol. Pero también requerimos de una respuesta penal severa para con quienes se inventaron un episodio de maltrato pensando en la venganza, la humillación o en no sé qué clase de beneficios tras la separación marital. Más cautela y celo con las denuncias falsas que destrozan muchísimas vidas inocentes.
http://www.laopiniondemalaga.es/opinion/2011/09/15/son-hombres/450080.html
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