Tomás Camacho es director médico de un laboratorio vigués
Xulio Vázquez Fecha de publicación: 7/12/2009
Las pruebas de paternidad en Vigo atraviesan por un momento de estabilidad sin alcanzar cotas tan elevadas como las que se producen después del verano, aunque este año fue una excepción y quizá tenga mucho que ver la crisis económica, lo que ha frenado un poco los divorcios. Sin embargo, se han multiplicado por doce las solicitudes de ADN a través de las embajadas de países de Sudamérica, según confirma Tomás Camacho García, director médico de los laboratorios Lema&Bandín de Vigo, donde realizan a diario análisis clínicos, de aguas y alimentos, veterinarios y pruebas de paternidad.
Los turistas vigueses que acudan de vacaciones a distintos países de Sudamérica ya tendrán que pensárselo dos veces a la hora de tener alguna aventura romántica, sobre todo en lo que a la relaciones sexuales se refiere. Porque en los casos en que dejen descendencia ya no podrán hacerse el «cuco» y desentenderse de su compromiso como padres. «Ahora esas mujeres que se quedan embarazadas disponen de más información y ya saben cómo presentar una demanda en el país de origen y, posteriormente, a través de la embajada nos piden que le hagamos al supuesto padre una prueba de paternidad con cadena de custodia», explica Camacho.
El término cadena de custodia significa que se identifica a la persona. Suele ser casi siempre el padre. «En muchos casos se debe a gente que ha ido de vacaciones a esos países o incluso quienes se han casado allí. Pero decidieron regresar a España, desentendiéndose de sus obligaciones familiares», explica el director médico del mencionado laboratorio vigués.
No hace tanto tiempo que este tipo de casos se consideraban como algo excepcional, porque solo se registraba uno o dos a lo sumo al año. Pero en este último la cifra se ha multiplicado considerablemente, dado que ya se está produciendo una solicitud cada mes.
Proceden sobre todo de países sudamericanos, concretamente de Perú. Bolivia, Argentina, Ecuador y Cuba. «La prueba del ADN nos la piden para corroborar si se trata del padre. El único objetivo es reclamar una pensión alimenticia para el hijo», señala Tomás Camacho.
Hoy día este tipo de pruebas ya no se solicitan por parte de países europeos, porque ya suelen realizarlas en los de origen. De todos modos, hace algunos años también las demandaban.
«Las primeras pruebas de paternidad que realizamos hace años nos las solicitaron desde Alemania. Emigrantes que habían estado trabajando en ese país y que habían tenido algún hijo. Pero retornaban cobrando una pensión y se olvidaban de sus obligaciones», argumenta.
Anécdota
Recuerda como anécdota, aunque han pasado más de diez años, que el propio Gobierno alemán les enviaba todo el material para realizar la prueba al supuesto padre. «Nos hacían llegar las agujas, algodón y alcohol, para que fuésemos junto a esa persona a extraerle la muestra. Antes era mucho más complicado, porque se hacía todo con sangre y las pruebas resultaban complejas. Pero ahora, con el ADN, nos es suficiente con frotarle un bastoncillo en la mucosa bucal», afirma el especialista.
Lo que realizan en este laboratorio vigués es la cadena de custodia, identificando al padre con el carné de identidad. También le hace una fotografía y, una vez que ha concluido la prueba de paternidad, envían todos esos documentos al país de origen, donde los van a contrastar con los análisis de la madre y del hijo. Luego será un juez quien determine si tiene derecho a presentar una demanda, reclamando la ayuda económica.
En cuanto a las pruebas de paternidad ordinarias que se hacen en Vigo sobre todo por cuestiones de herencias, tras producirse un divorcio, rondan la media docena al mes en este último año, según los datos con que cuenta el doctor Tomás Camacho.
Asimismo, reitera que las pruebas de ADN, para cuestiones de paternidad, se han estabilizado en Vigo coincidiendo curiosamente con la instalación de la crisis económica, lo que le induce a pensar que guarda relación con la reducción de divorcios.
http://www.lavozdegalicia.es/vigo/2009/12/07/0003_8155901.htm
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