La anécdota revela hasta qué punto se está produciendo en esta sociedad 'postprogre' una asimetría de género, que diría un adepto a la causa. El periodista en cuestión se topó en plena calle con una señora que por entonces ostentaba un alto cargo en su ciudad, y que le espetó en la cara la frase con que se inicia esta crónica de la Andalucía sostenible, antes imparable. ¿El motivo de ese brindis que llevaron a cabo la susodicha con sus compañeras de juergas feministoides? Muy simple: aquel periodista había traspasado la línea roja de la corrección política y había criticado el uso del dinero público en performances ridículas y patéticas mientras había mujeres maltratadas que no tenían un miserable techo bajo el que guarecerse. Sólo eso. Y menos mal que aquel periodista echó mano del sentido del humor para repeler la frase de mal gusto:
—Pues mucho vais a tener que brindar, porque la cosa no está precisamente en proceso de decadencia.
Y vaya que si brindaron... En el silabeo espeso y en la mirada vidriosa de la señora política en cuestión se adivinaba el trasiego previo. Y ahora imaginen que la escena se hubiera producido con un intercambio de género, esto es, que un concejal le hubiera dicho algo similar a una periodista en plena calle y delante de varias personas. ¿Qué hubiera sido de la carrera política de ese maltratador en potencia y en acto? ¿Cuánto tiempo le habrían dejado para que presentara su irrevocable dimisión?
Esto, que no es más que una simple anécdota, ilustra en clave bufa lo que está sucediendo con el juez Serrano, un excelente profesional que está sufriendo un linchamiento en toda regla. Francisco Serrano es un tipo abierto, progresista, que ha luchado como pocos por la dignidad de la mujer maltratada y de los niños que sufren ese horror. Cuenta en su haber con premios que le han otorgado las asociaciones que se dedican a estos menesteres. Ha sido un pionero en estas dolorosas lides. Pero se ha atrevido a decir la verdad, o sea, a traspasar la delgada línea roja de lo políticamente correcto.
El juez Serrano ha dicho en voz alta lo que callan los políticos cobardes que piensan a golpe de encuesta y que huyen del enfrentamiento con el feminismo ultra. Hay hombres maltratados aunque eso no entre en los cánones viciados de la nueva ideología. Porque el germen de esta nueva forma de intolerancia está ahí: se ha convertido el sexo en ideología. Como el telón de acero cayó y se llevó por delante aquello en lo que creían los que se quedaron huérfanos de paraísos artificiales, hubo que inventar alternativas ideológicas para dominar la sociedad a través de sus resortes morales. Y una de ellas se ha erigido en la nueva inquisición del siglo XXI: el feminismo ultra.
Vaya por delante que quien comete maltrato debe ir a la cárcel. Ipso facto… pero después de un juicio con todas las garantías. Y si alguien calumnia y difama para conseguir beneficios en la batalla del divorcio, también debe pagar por ello. Una sociedad libre no puede consentir que ciertas señoras generosamente subvencionadas con dinero público se erijan en un tribunal que someta a la vergüenza pública a quien les parezca oportuno. El dolor que nos producen las víctimas de violencia doméstica no puede servir de coartada para el ensañamiento con un varón que ha sido denunciado por despecho o con fines espurios. Hablando en plata: la Justicia no puede ser el instrumento de ninguna ideología.
El juez Serrano merece una defensa pública, como están haciendo muchísimas asociaciones que se han puesto de su lado. No podemos dejarlo solo en este día de San Esteban, el mártir lapidado. No debemos consentir que Francisco Serrano figure en los anales que escribió Borges y que tituló de una forma más que estremecedora: Historia universal de la infamia.
http://www.abcdesevilla.es/20091226/nacional-andalucia-actualidad/serrano-200912252220.html
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