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jueves, 10 de mayo de 2012

'Baby changing station'

Jueves, 10 de Mayo, 2012
EN casi todos los aseos públicos masculinos que, desde hace algunos meses, frecuento en la costa este de los Estados Unidos, me encuentro con una pequeña repisa abatible que, rotulada como "Baby changing station", sirve para que un hombre le cambie sin dificultad los pañales a su bebé. En los aeropuertos, en las estaciones de tren, en las bibliotecas y museos, un hombre puede atender las necesidades fisiológicas de su hijo o hija sin demasiados contratiempos; no necesita pedirle a una mujer que lo haga ella, ya se sabe, en los aseos femeninos hay (o había) más posibilidades de solucionar los incidentes que supone ir por la vida con un niño pequeño.
Pero no sólo he visto esas repisas, también he visto a muchos hombres usarlas y, sobre todo, los he visto usarlas con naturalidad y confianza: en Washington, en Union Station, me tropecé hace poco con uno que, al tiempo que aseaba a una preciosa niña de unos dos años, le estaba susurrando una canción con juegos de palabras y números crecientes para aminorar el tiempo que ella tendría que estarse quieta. Y la niña permanecía inmóvil, sonriendo tranquila, moviendo rítmicamente la cabeza y tratando de rozar con sus manos diminutas la cara del que tal vez sería su padre. Parecía que estaban solos, abstraídos en sus tareas higiénicas, confiando el uno en el otro, felices camaradas en las pequeñas incidencias de la vida diaria, de la vida infantil.
No sé si en España existirán esas repisas abatibles en los servicios masculinos. Yo no las he visto ni en los restaurantes ni en las bibliotecas. Quizás existan o empiecen a existir dentro de muy poco; y supongo que será así porque la igualdad entre hombres y mujeres es una igualdad recíproca. No basta con que las mujeres estén en los consejos de administración o en la dirección de los periódicos. Hace falta también que los hombres puedan pasearse por el mundo con sus hijos en igualdad de condiciones. La repisa abatible de los aseos masculinos de Estados Unidos es un síntoma. Un síntoma feliz. Un síntoma que desvela la conciencia social de una igualdad entre hombres y mujeres que en España está muy lejos de alcanzarse. En Luisiana, por ejemplo, los jueces pueden imponer a las parejas en trámites de divorcio la asistencia a un seminario para padres divorciados (mujeres y hombres) con la intención de que aprendan a estar divorciados. Y en Delaware es obligatorio que los padres divorciados (hombres y mujeres) presenten una declaración de los derechos de sus hijos comprometiéndose a no manipularlos sentimentalmente nunca. En España ni siquiera hay custodia compartida. Y los hombres suelen encontrar muy pocos apoyos cuando ven pisoteados sus derechos como padres.
http://www.granadahoy.com/article/opinion/1250955/baby/changing/station.html

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