Muchos colegios envían a los niños de partos múltiples a distintas aulas para ayudar a su desarrollo. La decisión depende de los centros, pero cada vez más padres protestanhttp://sociedad.elpais.com/sociedad/2013/09/29/actualidad/1380483244_167860.html
Las comparaciones son más fuertes si los gemelos son del mismo sexo y comparten el aula.Los padres son los que mejor conocen a sus hijos cuando aterrizan por primera vez en la escuela, pero los docentes son los que saben de pedagogía. ¿Quién debe decidir entonces si los hijos de partos múltiples han de estudiar juntos o en clases separadas? La Administración delega esta decisión en el centro escolar y este a menudo opta por mandarlos a aulas separadas, intentando con ello promover el desarrollo de la individualidad de los niños. Los padres, aun con pesar, suelen acatar la decisión del centro sin rechistar... Aunque no siempre es así. Un grupo cada vez más numeroso de padres ha decidido alzar su voz contra esta práctica. La cabeza más visible en España es Meritxell Palou, una madre que se ha dedicado a recoger firmas en contra de la separación de sus mellizas (cuenta ya con más de 3.300 entusiastas apoyos de otros padres) y que, incluso, ha coordinado la edición de un vídeo contrario a la dispersión.
Las mellizas de Palou fueron separadas durante siete días pero, tras buscar la mediación de un abogado y reunirse con la dirección del centro —al que también va su hija mayor—, las niñas han vuelto a estar juntas. “Habían retrocedido. Tenían pesadillas, eran más dependientes la una de la otra”, asegura la madre, que trabaja como monitora de un movimiento denominado pedagogía blanca, que aboga por “educar sin amenazas”.
La escuela de Sant Andreu de la Barca (Barcelona) no ha cambiado su normativa, sino que ha hecho una excepción con estas alumnas. “Las separaciones se dan sobre todo en Madrid y Cataluña. En Extremadura, País Vasco y Valencia es menos frecuente”, asegura Palou. También en Barcelona, unos padres de Sentmenat han iniciado una campaña de recogida de firmas.
La política de los centros de separar a gemelos y mellizos comenzó hace tres décadas, cuando comenzó a fomentarse la individualidad de cada alumno. Antes se les trataba como un pack, eran “los gemelos”, no Juan y Pedro. “Es un falso mito que tengan que estar separados, se hace por ignorancia”, asegura la psicóloga holandesa Coks Feenstra, que trabaja con gemelos desde hace dos décadas en Valencia.
María José Santelesforo, orientadora del colegio Estudio, de Madrid, heredero de la Institución Libre de Enseñanza, asegura que en los últimos años tienen cada vez más padres que se quejan de que les separen. “Algo que hemos hecho siempre. Al principio es más fácil porque es como ir con tu mejor amigo a clase y a los padres les da pena. Pero a medio y largo plazo es lo mejor”, explica Santelesforo. La orientadora piensa que hasta los tres años es conveniente que estén juntos, pero a partir de esa edad tienen que haber desarrollado su identidad, su yo.
“Al principio ningún niño se diferencia de su madre. No entiende el yo. Pero a los tres es otra cosa. Si están juntos entonces no desarrollan mucho el lenguaje. Tienen su propio código y no necesitan hacerse entender con el resto de alumnos. No conviven”, añade. En el colegio Estudio, cuando los niños son mayores, las familias pueden elegir. En estos momentos tienen a dos trillizos de Bachillerato en la misma clase porque lo han querido así. “Piensan que se pueden ayudar y nos ha parecido bien porque ya tienen sus vidas propias y su opinión formada”.
Las mellizas Inés y Elena Hidalgo, de tres años, fueron juntas a la guardería en Valladolid por decisión familiar y acaban de separarlas al cambiar de centro. La dirección les explicó que así logran ser más independientes, pues la personalidad de un niño suele arrastrar al otro y para evitar que los profesores las comparen o las traten como una unidad. “Primero me dio pena, pero están muy bien. En el colegio llevan separando muchos años y solo una vez han tenido problemas. Fue con unos mellizos que llegaron con el curso empezado”, cuenta su madre, Victoria Posadas. “Les pusieron juntos porque la familia lo pidió. La niña era brillante y sociable y el niño, no. Iba a peor, así que al año siguiente fue cada uno a una clase”, prosigue. A esta madre le gusta que sus hijas “tengan distintas experiencias”.Lourdes Ferrer, madre de las gemelas idénticas Celia y Valentina, opina como Victoria Posadas. “A los dos años las separaron en la guardería y lloraron como cualquier niño que va al cole por primera vez. Me parece bien que estén separadas porque es el único momento del día que desarrollan su individualidad. En cuanto salen al recreo están juntas y en casa también”. Ferrer cree que esta es la única forma de que interactúen con otros niños, “les hace tener otras perspectivas, conocer otros contextos”. Cuando eran pequeñas, delante de un espejo creían ver a su hermana, pero “ya son conscientes de que son dos personas distintas y que la otra es su hermana”.
Tras tener gemelas idénticas en 1995, la estadounidense Pamela Prindle Fierro ha dedicado su vida a estudiar los partos múltiples y a transmitir su experiencia. La experta ha publicado dos decálogos con los pros y los contras de separarlos, y claramente ganan los primeros. Prindle Fierro sostiene que compartir aula aumenta la competitividad porque los alumnos (especialmente si son del mismo sexo) son constantemente comparados. Además, los niños tienen que interiorizar que son individuos únicos, con habilidades diferentes, y les desanima no aprender al ritmo que el otro. Al ser los mejores amigos y, al mismo tiempo, los peores enemigos, se distraen, alborotan y solo están interesados en sociabilizar con el otro, sin interés por jugar con otros niños.
“No tienen por qué alborotar. Tuve unos mellizos en sexto de primaria y sucedía al revés. Uno era muy payaso y el otro, más tímido, pasaba mal rato cuando el otro hacía monerías”, cuenta Cira Fernández, pedagoga y madre de gemelos idénticos, Manuel y Lucas Reimóndez, de dos años. Ella es partidaria de que sigan juntos y les matriculará en un colegio en el que ella trabajó y que sigue esta política. “No creo que tengan problemas de identidad. Ya la tienen. Cada uno tiene su carácter”. Sus niños tan solo se han separado alguna vez para ir al médico y echan en falta a su compañero de sillita. Sabe que tiene que empezar a hacer planes por separado con ellos —los expertos lo aconsejan desde los dos años—, pero reconoce que le apena y no encuentra tiempo. “El día a día ya es lo suficientemente complicado como para dividirlos”.
Prindle Fierro ha recopilado también un decálogo de razones para educarles juntos: aprenden lo mismo y al mismo tiempo; es lo más conveniente para organizar la logística de la familia —lo que no significa que sus padres sean egoístas o vagos—, y ello permite a los adultos involucrarse más activamente en la comunidad escolar; un gemelo puede hundirse por necesitar al otro; si no son competitivos (normalmente cuando no son del mismo sexo) pueden canalizar como algo positivo estar juntos y a algunos gemelos la ausencia de su hermano les impide concentrarse en clase.
Palau no dudó en contactar con un nutrido grupo de psicólogos que ampararan su teoría en el vídeo Gotas de agua. “La Convención de los Derechos del Niño dice que este tiene derecho a dar su opinión sobre las cosas que le conciernen, así que hay que tenerla en cuenta”, declara la profesional Rosa Jové, autora del libro Dormir sin lágrimas. A Alejandro Busto no le gusta que se busque la independencia de los niños con la separación: “Hay que tomar las decisiones basadas en los vínculos, en las emociones. Los profesionales creen que en una sociedad capitalista lo útil para el ser humano es la independencia. Pero yo creo que nuestros grandes problemas provienen de la independencia. Hay una falta de sentimiento colectivo”.
Ana María Valenzuela, también psicóloga, retrasaría la decisión hasta los seis años: “En primaria tienen ya identidad; o en secundaria, porque a los 12 años hay un deseo de individualización, de emprender algo en solidario”. Nayra Álamo, maestra, asegura en el vídeo que hay padres frustrados por permitir la separación que empiezan a “dudar sobre su manera de criar a sus hijos. Sobre lo que está bien y lo que está mal”.
Coks Feenstra, autora de El gran libro de los gemelos, distingue diversos tipos de relación, dependiendo del origen. Es más íntima entre los gemelos idénticos. “Compartes el ADN y te sientes más próximo. En sus investigaciones, Nancy Segal (psicóloga evolutiva de la Universidad Estatal de California) explica cómo todos los niños de partos múltiples se buscan con la mirada en clase para sentirse seguros, y más cuando son gemelos idénticos”. Ello hace que cuando son trillizos y dos provienen de un mismo óvulo divido su contacto sea más próximo. “A veces el tercero se siente discriminado y tiene problemas de autoestima. Físicamente no se parece tanto como sus hermanos y se siente aislado. He tenido más de un caso”, asegura Feenstra.
Entre mellizos de distinto sexo, el vínculo difiere. “Ellas suelen ser más sociables y tienen más capacidad oral y por eso a veces es contraproducente que estén juntos”, piensa. Aunque la psicóloga es una firme defensora de la no separación por norma en los primeros años. “El vínculo entre los hermanos es enorme. Han compartido el mismo útero”. Feenstra cree que hay que “actuar con sentido común y no tener que promulgar leyes, como en algunos Estados de Estados Unidos, para que no los separen”.
Que los niños estén juntos en clase, aunque genéticamente sean idénticos en el caso de los gemelos, no significa que su evolución académica sea pareja. Núria Sebastián, catedrática de Psicología de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, y Anna Basora, doctoranda, están realizando un estudio con gemelos con el mismo ADN para averiguar por qué a algunas personas les resulta más difícil que a otras aprender un nuevo idioma. “Nuestros últimos resultados demuestran cómo el ambiente puede moldear las conexiones cerebrales y hacerlas más o menos eficientes, lo que impacta en el aprendizaje del lenguaje. Aquellos gemelos que difieren en la capacidad para aprender nuevas palabras también difieren en la estructura de las vías que conectan las áreas del lenguaje”, concluyen. “Esto refleja que nuestra capacidad para aprender un nuevo lenguaje no solo está en los genes, y que nuestras experiencias personales tienen un efecto crucial a la hora de moldear nuestro cerebro y nuestras capacidades”. Las experiencias, claro está, en dos aulas distintas son muy diferentes.
Pero, aunque no se críen juntos, hay expertos que sostienen que hay un nexo de unión que no se rompe. En Minnesota se recogen en un registro datos de gemelos, tanto idénticos como fraternales, que han vivido separados desde que tenían menos de un año y, por tanto, se han criado en ambientes diferentes. Los resultados sorprenden. En 1979 entrevistaron —y siguen su evolución— a dos gemelos, Lewis y James Springer, que tardaron 39 años en conocerse porque su madre se vio obligada a dar a uno en adopción. Ambos llegaron a la cita con un Chevrolet azul, se mordían las uñas, en la infancia habían tenido un perro que se llamaba Toby, se habían casado dos veces, fumaban el mismo tabaco y bebían la misma cerveza. Los dos habían sido buenos en matemáticas y no tan buenos en ortografía, pero solo uno de ellos tenía facilidad de palabra y escritura.
La similitud física lleva a que muchos padres opten por vestir a los gemelos idénticos de forma distinta. “Las peinamos y vestimos distinto. Facilita que la gente las distinga y las llame por su nombre. Que no las trate como un uno”, razona Lourdes Ferrer, que es diseñadora. Tras el nacimiento de sus niñas creó Tot-a-Lot una marca online de ropa para gemelos. Los conjuntos son diferentes pero tienen una prolongación en el diseño del hermano. “Como son sus vidas, porque aprenden y hacen todo a la vez”. A veces juntos. A veces, no.
A más edad, más gemelos
España e Italia son, con diferencia, los países europeos que más postergan la edad de la maternidad. Las españolas son madres, de media, a los 29 años de edad, la cuarta edad más tardía de los países de la OCDE. Y ello explica al menos parcialmente el alto número de partos múltiples. Conforme aumenta la edad de la madre, se producen más casos de reproducción asistida. Este procedimiento concluye en el 30% de las ocasiones en un embarazo de más de un niño, aunque el 67% de las mujeres se implantan más de un embrión. Esta es la razón por la cual, en apenas una década (ver cuadro), los partos gemelares han pasado de representar el 1,5% del total (5.975 nacimientos) a un 2,07% (9.629) en el año 2011.
Al tiempo que decaían en ese espacio de tiempo los nacimientos cuádruples de 6 a 1 y los triples de 302 a (0,07% del total) a 267 (0,06%). Es decir, hoy cuatro de cada 100 niños nació de un embarazo múltiple.
Dos de cada 100 embarazos naturales son múltiples, pero en el caso de quienes se han sometido a tratamiento se multiplica por 15. Han mejorado las técnicas y ya pocas mujeres se implantan tres embriones. “El Single Embryo Transfer (SET, transferir un solo embrión) es una máxima para muchos doctores, que advierten de lo complicado que puede ser un embarazo múltiple a nivel obstétrico”, cuentan fuentes del Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI). “Por eso en las clínicas tenemos un folleto informativo sobre el SET para que sean conscientes de lo que supone una decisión u otra”.
En este periodo se han producido importantes avances tanto en los tratamientos de fertilidad, cada vez más eficaces, como en la evolución de los propios embarazos. Así, mientras en el año 2000 el 54% de los gemelos nacía antes de tiempo, en el año 2011 el porcentaje había bajado al 45%.
Aunque no existiera el impacto de la reproducción asistida, a más edad hay, además, más predisposición a tener gemelos. En cualquier caso las clínicas tienden a reducir los embriones implantados, con lo que ese factor desaparecerá.
Reunión de los lunes
lunes, 30 de septiembre de 2013
Que no separen a mis mellizos
Lunes, 30 de Septiembre, 2013
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario