Argentina
“Perdón”, escribió Alejandro Marino Amaya (44) en la pared de la celda de la comisaría 11°, con un cierre de una colchoneta. Era por lo que iba a hacer minutos después cuando tomó un cinturón de un bolso y se ahorcó colgándose de las rejas de una pequeña ventana. Una hora antes, aproximadamente, le habían avisado que debían trasladarlo a la Penitenciaría porque el juez le dictó prisión preventiva por el delito de abuso sexual. Su hijastra (17) lo había denunciado hace dos meses de haberla violado cuando tenía 7 años y su testimonio, evaluado por informes psicológicos, habría sido suficiente. No obstante, el caso dejó enormes dudas.http://www.sanluisnoticia.com.ar/2013/index.php/villa-mercedes/5771-conmocion-por-el-suicidio-de-alejandro-marino-amaya
El mensaje estaba dirigido, especialmente, a su pareja y sus dos pequeños hijos. La Policía no dio más detalles de lo que Amaya escribió anoche en la pared de la celda, pero trascendió que coincidía con una carta que ya había mandado a su familia, en la cual aseguraba su inocencia y atribuía las acusaciones a una fuerte interna familiar.
Cuando la denuncia en su contra ingresó a la Justicia, casi al mismo tiempo tomó estado público a través de distintos medios. En el Juzgado Penal N° 2, a cargo de Leandro Estrada, aseguraron que de allí no se “filtró” en ningún momento la información y se mostraron molestos por la difusión, ya que no solamente se trataba de un delito instancia privada, sino que la investigación recién estaba en sus inicios.
En el ámbito del Poder Judicial, porque Amaya era empleado judicial en Villa Mercedes, el caso provocó conmoción desde un principio. Hubo críticas hacia la disposición que tomó el Superior Tribunal de Justicia, ya que inmediatamente después de la denuncia y cuando aún no se habían tomado las primeras medidas para la investigación, el acusado fue suspendido de sus funciones, sin goce de sueldo.
La situación familiar era muy compleja. Según lo que fue declarado en la justicia, la denuncia surgió luego de una fuerte discusión que había mantenido Amaya con su hijastra. La chica, presuntamente impulsada por su padre biológico, presentó luego la acusación en la Justicia.
Lo curioso fue que el caso dividió a la misma familia de la adolescente, ya que la mamá no le creyó y, desde un principio, apoyó a su pareja. El abogado de Amaya atribuyó las acusaciones a la fuerte pelea que enfrentó a su defendido con la chica y su padre.
No obstante, fuentes del mismo juzgado –donde no quisieron brindar declaraciones- afirmaron que el testimonio de la adolescente fue suficiente para convencer a los profesionales sobre la veracidad de la acusación. A la misma conclusión habrían llegado especialistas que evaluaron las declaraciones de la denunciante en Cámara Gesell.
El caso también dividió opiniones entre los mismos profesionales y los compañeros de trabajo de Amaya ¿La adolescente dijo la verdad? ¿Amaya cometió el delito que, finalmente, lo llevó a la muerte? Será ahora imposible conocer las respuestas.
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