PILAR ARRANZ
Este domingo millones de niños españoles felicitarán a las mujeres que los trajeron al mundo o a aquellas que, sin haberlos parido, ejercen como mamás. Para que ellos estén aquí, algunas han pasado duros procesos de toda índole, como ejercer la maternidad en solitario o superar las trabas que impone la biología. Hace poco nos enterábamos de que la periodista Gloria Serra esperaba dos hijos; lo curioso de su caso es que será madre cuando falten apenas unas semanas para que sople 50 velas en su tarta de cumpleaños. Las técnicas de reproducción asistida han hecho posibles estos milagros. Asun, por su parte, recuerda cómo a principios de mayo de hace cuatro años los doctores que la trataban en el IVI (Instituto Valenciano de Fertilidad) le dijeron que estaba esperando a su hija. "Recuerdo esa fecha con una felicidad absoluta", confiesa. Pero antes tuvo que pasar por un largo proceso hormonal, revisiones ginecológicas, tratamientos médicos... Después de cinco abortos, y ya con 43 años, se quedó embarazada. Rememorando lo sufrido, asegura que "el resultado lo compensa todo" y que, además, "se olvida tan pronto como ves al bebé en tus brazos".
Cuando la biología no permitía la gestación, hasta hace bien poco la única solución pasaba por la adopción, un laberinto de trámites largos, costosos, con gran desgaste emocional y, en muchas ocasiones, sin final feliz. Después se comenzó a hablar de una vía, ilegal dentro de nuestras fronteras pero que puede realizarse en otros países: la maternidad subrogada. Sebastián Expósito, director de la empresa VDA Fertility Consulting, lleva cinco años asesorando a parejas que desean tener un hijo de esta forma. En un principio solo se realizaba en Estados Unidos pero hace unos meses Ucrania se sumó a esta oferta. "La razón para elegir uno u otro lugar es meramente económica, porque en el primero el coste medio es de unos 100.000 euros mientras que en el segundo la cantidad se reduce a 35.000; así se pueden plantear esta opción personas sin un nivel de ingresos tan elevado. En ambos países se garantiza la transparencia del proceso y la elección de las mujeres que van a llevar a los bebés en su seno", cuenta Sebastián. Pero ahora una preocupación se cierne sobre esta nueva fórmula: se trata de la sentencia que el pasado mes de febrero dictó la Sala Civil del Tribunal Supremo y que rechaza el acceso al Registro Civil de dos niños nacidos en California de un vientre de alquiler, a los cuales pretendía inscribir como suyos un matrimonio de varones.El 9 % de las familias en España son monoparentales.
Pero ¿es razonable esta lucha por la procreación casi a cualquier precio? ¿Las mujeres tienen una necesidad real de ser madres o lo hacen presionadas por el entorno social? Diana Sánchez, psicóloga, presidenta y fundadora de la Asociación Española de Psicología Perinatal lo ve claro. Según ella, aquellas que se someten a largos procesos médicos o tremendos controles psicológicos "tienen una necesidad real, sienten que les falta algo". Diana, además, da la voz sobre el hecho de la maternidad porque, dice, la sociedad vive de espaldas a ello. "No estamos preparadas para el giro de 360 grados que supone traer un hijo al mundo. Se nos ha concienciado para ser independientes y potenciar la vida profesional, no para ejercer como madres. Urge que las mujeres se apoyen entre sí para que el camino no se haga tan cuesta arriba", asegura.Cifras de la maternidad en España
En 2013 nacieron 452.273 niños
1,28 hijos por mujer
32,1 es la edad media de la madre
A pesar de todo, ningún obstáculo parece lo suficientemente alto para impedir a alguien ser madre. Y así lo atestiguan cinco que lo consiguieron a pesar de que las circunstancias jugaban en su contra.
- Madre monoparental, con pareja: Ana tenía cerca de los 40 cuando se enfrentó a la disyuntiva que se les plantea a miles de mujeres: elegir entre un novio que no quiere descendencia y el deseo irrefrenable de tener un hijo. En esa tesitura, la mayoría deja al primero o renuncia a su sueño. Ana, sin embargo, consiguió mantener a su pareja y asumir la maternidad en solitario. "Propuse a mi chico, con el que salía desde hacía tres años, la idea de ser padres y me dio un no rotundo, no quería asumir esa responsabilidad", recuerda. "Lo primero que pensé fue en abandonarlo, porque no teníamos un proyecto vital común pero, como funcionábamos bien como pareja, no lo hice". Esto no la frenó a la hora de conseguir su sueño y decidió asumir la maternidad en solitario. Acudió a una clínica y, durante año y medio, se sometió a varios procesos de fecundación con el semen de un donante anónimo hasta que, cumplidos los 40, dio a luz a su bebé. "El niño tiene mis apellidos, es solo hijo mío pero, curiosamente, mi pareja se implicó en el embarazo y ahora en su cuidado. De hecho, excepto el círculo más cercano, pocos saben que ese al que el niño llama papá realmente no lo es, ni biológicamente ni de derecho. Ahora, cuando ya tiene cuatro años, se queda con él para que yo pueda viajar o salir, lo educa, juegan juntos..., ejerce como un verdadero padre. Todo habría sido más duro si él no hubiera estado a mi lado. Lo único que le llama la atención a mi hijo es que tengamos dos casas, porque jamás hemos vivido juntos. Creo que los nuevos modelos de maternidad permiten muchas fórmulas. La mía es una de ellas, curiosa, no cabe duda, pero que me ha funcionado hasta el momento".
- Maternidad subrogada: Elena acuna a su pequeño de tres meses y, cuando ya está dormido, le hace una fotografía para mandarla, a través del teléfono móvil, a una mujer que vive en California. De origen peruano, fue la que gestó a su hijo y la que se lo entregó en cuanto nació. Madre de un hijo adoptivo de 10 años, al que acogió cuando solo tenía unos días de vida, un día ojeaba una revista del corazón cuando leyó el caso de Miguel Bosé y de otros famosos que recurrían a la maternidad subrogada, lo que popularmente se llama vientre de alquiler, para tener descendencia, y le sedujo la idea. Preguntó a su pareja, que en un principio la tachó de loca pero que luego aplaudió la ocurrencia. A través del médico que siempre había tratado sus problemas ginecológicos que le habían causado esterilidad, se puso en contacto con Sebastián Expósito, director de la empresa VDA Fertility Consulting, y asistió a una reunión a Barcelona. En la primera entrevista, Sebastián le comunicó que, pasadas dos semanas, tenía previsto un viaje a California para iniciar la selección de mujeres que quisieran ser madres subrogadas. Ni cortos ni perezosos, Elena y su marido se embarcaron en ese proceso. A los pocos días decidieron que una mujer de 25 años, de origen peruano, madre ya de un niño (condición imprescindible para ejercer la subrogación) y que trabajaba en un banco estadounidense, albergaría durante nueve meses el embrión formado por el óvulo de una donante y el esperma de su marido. "Por supuesto, le pregunté por qué decidía hacer esto", comenta Elena, "y me contestó que su suegra y su cuñada lo habían probado y le parecía una forma bonita de ayudar a otras personas. Durante todo el embarazo estuvimos en contacto casi diario, me mandaba las ecografías y me contaba cómo iba todo. El parto se adelantó unas semanas, por lo que no pude ver nacer a mi hijo y, cuando llegué, dos días después, ella lo había estado amamantando y cuidando, esperando mi llegada. En cuanto entré en la habitación del hospital, jamás volvió a cogerlo en brazos. Solo lo miraba y le decía: 'Bye, baby' (adiós, bebé). Nunca más tuvieron contacto físico. Los días que estuve en Estados Unidos pude conocer a su familia y el lugar donde vivía, ahí entendí que, desde luego, no lo hacía por dinero, porque su casa era preciosa y gozaba de un poder adquisitivo medio-alto. Creo que mi historia puede llevar a familias normales a plantearse esta vía, porque no es un camino que solo puedan recorrer los famosos, cualquiera que tenga una economía saneada está en posición de optar a él". Con 48 años y una experiencia tan positiva, a Elena le entran tentaciones de dar una hermanita a sus hijos a través, de nuevo, de la maternidad subrogada.
- Adopción: El 2 de junio de 2011 cambió la vida de Carmen, una mujer soltera que, por aquel entonces, tenía 44 años. Conoció a J., un niño colombiano de ocho años que, en una ocasión, le confesó que había estado todos los días de su vida rezando para que una familia le quisiera. La que cumplió sus ruegos estaba compuesta solo por una mamá. Carmen se hizo cargo de este pequeño porque siempre tuvo muy claro que quería adoptar. Y ya cumplidos los 40 inició el proceso para conseguir el certificado de idoneidad, que se demoró varios meses: pruebas con psicólogos, trabajadores sociales, cursos de preparación, papeleos... Un largo procedimiento para, finalmente, obtener el beneplácito de las autoridades españolas, que le advirtieron de que no iba a acceder a un bebé, como desean prácticamente todas las madres, sino a un niño algo mayor. "Ante esa situación", confiesa Carmen, "decidí adoptar en un país de habla hispana porque, como no me iban a dar un niño pequeño, quería ser capaz de comunicarme con él. En la búsqueda de una ECAI (Entidad Colaboradora para la Adopción Internacional) encontré a ADAIMA, una agencia que gestionaba adopciones en Colombia. En mayo me desplacé hasta allí y me encontré con J., que había cumplido ocho años. Tengo que reconocer que encajamos enseguida y que la adaptación ha sido bastante sencilla. Además, toda mi familia se ha volcado y está loca de contenta con el crío". "¿Por qué cuento mi historia?", reflexiona Carmen, "sobre todo para que las madres que quieran adoptar no tengan miedo de que les proporcionen un niño algo mayor. Mi hijo es guapo, cariñoso, buen estudiante y, sobre todo, necesitaba todo el amor que le estoy dando. Ahora mi vida puede describirse con una fórmula matemática: más trabajo, menos dinero y mucha más felicidad".
- Coparentalidad: Sandra (nombre supuesto ya que no quiere revelar su identidad) llevaba años planteándose la maternidad en solitario, incluso tenía fecha para que le realizaran una inseminación artificial cuando se encontró con una amiga, que iba acompañada de su hija de 10 años, nacida con el mismo método. Al explicarle su proyecto, su amiga le espetó: "Piénsatelo bien, mi niña no para de preguntarme quién es su padre, tiene un trauma tremendo por desconocer su origen. Me dice que cuando sea mayor irá a la televisión a encontrarlo". Tras esa revelación, Sandra decidió abandonar su idea, quería ser capaz de contar a su futuro hijo quién era su padre biológico. Sin una pareja estable, buceó por internet hasta encontrar una nueva fórmula, la coparentalidad. Se trata de un método por el cual personas desconocidas se ponen en contacto para lograr un embarazo. "Elegí esta fórmula porque pensé que era mejor para el niño", cuenta. En esa página web conoció a Antonio, un gay de 45 años, profesor de universidad, que soñaba con ser padre. "Nos caímos bien desde el primer momento, me pareció un tipo estupendo y con las cosas muy claras", asegura Sandra. "Decidimos acudir a una clínica donde nos hicimos pasar por una pareja con problemas para conseguir ser padres. Tras dos fecundaciones in vitro me quedé embarazada de una niña. En el séptimo mes de gestación fuimos a un notario y regularizamos la relación con respecto a nuestra hija: custodia compartida desde su nacimiento, aunque hasta los tres años solo podría dormir los fines de semana en casa de su padre, gastos repartidos, consenso a la hora de elegir tipo de educación, etc". La niña ha cumplido dos años y durante este tiempo él ha sido el mejor padre que hubiera podido soñar. "Se encargó de ella los primeros meses con una dedicación absoluta, incluso se mudó al edificio contiguo para estar más cerca de nosotras. No he tenido un solo problema, todo lo contrario, se ha convertido en mi mejor amigo y le adoro. Sigo sin pareja, pero Antonio sale con un chico desde hace unos meses, aunque tiene claro que su hija está antes que nadie".
- Con ayuda de la ciencia: Y.Z. desea compartir, a través de una carta, el largo camino que recorrió para tener a sus dos hijas: "Tras varias relaciones sentimentales duraderas, a los 40 años conocí al hombre de mi vida, con quien formar una familia. Después de 12 meses de relación, decidimos casarnos e intentar tener hijos; conseguí quedarme embarazada enseguida pero a las 10 semanas sufrí un aborto espontáneo. Después de realizarme diferentes análisis, decidí pedir ayuda y ponerme en manos de la clínica IMF (Instituto Madrileño de Fertilidad), donde me confirman que debía recurrir a la ovodonación. Fue un golpe muy duro, me encontré de repente ante una decisión difícil, me invadieron las dudas, las preguntas, los miedos y la incertidumbre. ¿A quién se parecerá? ¿Tendré que decirle a mi hijo de dónde ha venido? Y lo más duro, ¿me querrá cuando lo sepa? Pero decidí seguir adelante y a los nueve meses, y contando ya con 42 años, di a luz a nuestra primera hija, lo que nos llenó de gran alegría y felicidad. Dos años más tarde decidí darle un hermanito, pero entonces tuve un embarazo ectópico y, aunque era una situación delicada para mi salud, finalmente no tuvieron que operarme, el embrión se reabsorbió y con el tiempo desapareció. Unos meses después volvía a estar embarazada y esperaba con gran ilusión otra niña. Continuaba con mis controles normales hasta que, en una ecografía rutinaria alrededor del sexto mes, la doctora me indicó que su corazón no latía y que desgraciadamente había muerto. Siete meses más tarde de aquel aborto volvimos a intentarlo y conseguimos un nuevo embarazo. Qué alegría y a su vez qué miedo a que me volviera a pasar algo parecido a las ocasiones anteriores... Llevé a término el embarazo sin ningún problema y hace ocho meses di a luz a nuestra segunda hija, preciosa y muy sanita. Por fin mi sueño se había hecho realidad. Con mi experiencia quisiera animar a las mujeres a que se informen de la gran cantidad de posibilidades que ofrece la ciencia para conseguir la maravillosa experiencia de la maternidad. Cada vez que miro a mis dos niñas siento que ha merecido la pena todo el esfuerzo, dedicación y sacrificio que he realizado a lo largo de este tiempo".
Enlaces:
- Hay madres
- Día del Padre. ¿De qué padre?
- "El otro día del padre"
- Colectivos pro custodia compartida piden eliminar el Día del Padre
http://www.elmundo.es/yodona/2014/05/03/535fbf66268e3eeb2a8b457a.html
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