No es dolor físico el que aplican la mayoría de las veces cuando maltratan a los hijos como elemento para castigar al padre, es lo que el feminismo odia oír: la manipulación o alienación parental. Un maltrato que deriva en consecuencias nefastas de por vida para los hijos, ya que en no pocos casos logran que los hijos rompan cualquier vínculo con su padre, y cuando menos que la relación paterno-filial, resulte profundamente dañada.
Pero son los jueces quienes además de aislar y separar al padre de los hijos, de imponer a los hijos no poder ser cuidados y atendidos tanto por su madre como por su padre, y permitir que la madre suplante -en muchos casos- el papel del padre en sus vidas con sus nuevas parejas o maridos, permiten a estas mujeres maltratar a los hijos de padres separados, pues conscientes de ello cuando los padres denuncian, no aplican medidas para evitar este maltrato de por vida y grave, para los menores. Intervienen y colaboran de igual forma en dicho maltrato, el Ministerio Fiscal, que supuestamente cobra un sueldo por entre otras cosas ejercer en la vista un papel similar a la de letrado de los menores, y los equipos psicosociales, que se suponen cobran un sueldo y han estudiado una carrera para informar a sus Señorías de cuales son las necesidades de los menores y minimizar en las rupturas los daños sobre los niños.
El artículo es una entrevista al doctor Javier Quintero, jefe de Servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario Infanta Leonor de Madrid, profesor de Psiquiatría en la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense y director de Psikids(Centro de Psicología y Psiquiatría del Niño, Adolescente y sus familias), en Madrid y en Pozuelo.
Precisamente este experto en psiquiatría, afirma que para la salud de los niños, por una separación o divorcio, ni el padre ni la madre pueden desaparecer de sus vidas, algo que sucede cuando los jueces imponen la custodia materna y convierten al padre de los menores en un visitante en sus vidas a partir de ese momento.
- Ser madre o padre, debe ir marcado por el amor incondicional a tu hijo. Pues bien, esto no debe, ni puede caducar con la disolución del contrato con su pareja. Con independencia de la relación que se mantenga con su expareja, la relación con sus hijos no debería cambiar, y si lo hace, ha de ser a mejor.
- Se separan de su pareja, pero no de sus hijos, y además su «ex» seguirá siendo «siempre» la madre o el padre de sus hijos
- Eso tiende a despertar los peores instintos en la parte que se siente dolida o traicionada. No obstante, esas son emociones que debemos trabajar y depurar, para en cualquier caso, canalizarlas de manera adecuada y no «darle una patada a su expareja en el trasero de su hijo»
- Hay que evitar los reproches al otro a través de los hijos, eso no solo destruye la imagen del otro progenitor, sino que el daño se produce realmente en el hijo. Van a seguir necesitándoles a ambos, por eso es tan o más importante seguir asumiendo las responsabilidades de la paternidad/maternidad tras el divorcio.
- Una estrategia errónea es tratar de comprar el afecto y vemos muchos hijos de separados a los que se les mima en exceso. Se debe evitar ese mercadeo, ese intentar la compra de afecto, mediante cosas materiales. No es solo un error, es un horror, que lo pagarán ellos, sus hijos, cuando sean más mayores.
Fuente:
«En los divorcios muchas personas dan una patada a la expareja en el trasero de su hijo»
http://www.abc.es/familia/parejas/abci-divorcios-muchas-personas-patada-expareja-trasero-hijo-201710250203_noticia.html#ns_campaign=mod-sugeridos&ns_mchannel=relacionados&ns_source=en-los-divorcios-muchas-personas-dan-una-patada-a-la-expareja-en-el-trasero-de-su-hijo&ns_linkname=noticia.foto.sociedad&ns_fee=pos-1
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