Leo con tristeza esta carta de los lectores que publica «La Vanguardia»: «Custodia Compartida»
SERGIO PARADÍS - Castelldefels - 21/03/2010
Las lágrimas que caen por mi mejilla me dicen que no es un sueño. Es real, por desgracia, me está pasando a mí y a miles de padres cada día. He sido un iluso. Más de un año esperando y todo seguirá igual. Han rechazado el recurso por la custodia compartida de mi hijo, que ahora tiene seis años. Ni siquiera me han ampliado el régimen de visitas; es increíble, pero seguiré sin poder llevarlo al colegio. Un día a la semana por la tarde y un fin de semana cada dos, esta es mi relación. No entiendo nada, hablan de derechos e igualdad y yo sólo veo crueldad e injusticia Sin garantías legales nunca más volveré a ser padre, el sufrimiento es demasiado profundo y te destruye todo proyecto de vida. En pleno siglo XXI los hombres no tenemos ni voz ni voto, simplemente no existimos. La paternidad carece de sentido. Que lo sepan todos los futuros padres de este país...
Al leer cartas como ésta, me entristezco aún más porque siento que, interesadamente, se están sembrando falsas esperanzas entre un creciente colectivo de cientos de miles de padres afligidos; porque en la España de hoy -con el Código Penal y el Derecho de Familia existente, modificados por la inicua Ley Integral de Violencia de Género (LIVG)-, tales esperanzas son baldías e inalcanzables.
Y es que la custodia compartida -una utopía mientras subsista la LIVG- además obstaculiza la visión de la cruda realidad. Porque los artífices de una ley monstruosa (todos los partidos políticos con representación parlamentaria que la aprobaron por unanimidad, excepto UPyD que entonces no existía); la que criminaliza al hombre por el hecho de serlo; la que lo encarcela, lo destierra y lo aleja de sus hijos, sin más "prueba" que la mera denuncia de su pareja (mujer), esos legisladores, los mismos que no reconocen el síndrome de alienación parental como una forma severa de maltrato infantil, ahora, en un alarde de “corrección política” nos proponen como "tapadera-trampa" la custodia compartida.
Con ello pretenden impedir, o dividir, o canalizar, la lógica indignación de las víctimas (varones) para que no se organicen y no expliquen a la sociedad española el genocidio social que están sufriendo; para que no se movilicen y frenar así el creciente clamor social que pide la derogación de una ley tan atroz y totalitaria. Para hacerles creer, arteramente, que "el problema está solucionado"; que ellos de verdad son "justos y benéficos", como preconizaba la Constitución de las Cortes de Cádiz, que defienden la equidad y la no discriminación hacia el varón, tanto, que hasta son "partidarios" de la custodia compartida.
El engaño y la incoherencia son evidentes: los que ahora pretenden legislar la custodia compartida son los mismos que ayer aprobaron, y hoy aplauden y aún potencian la LIVG. Algo metafísicamente imposible. No se puede estar en misa y repicando.
Por el contrario, sin el compromiso activo y el sacrificio de todos los afectados contra una ley tan execrable como la LIVG, nunca cambiará la triste realidad que estigmatiza a cientos de miles de varones y padres de familia en España. Y sin ello, nunca será realidad la ansiada custodia compartida. Solo será un papel mojado, un brindis al sol, un cambio para que todo siga igual. Basta una denuncia falsa y la prevalencia de la LIVG -por su carácter de ley orgánica-, para que se derrumbe la estudiada utopía de la custodia compartida.
El nudo gordiano pues, es siempre el mismo. La custodia compartida lógica y jurídicamente es incompatible con la existencia de la ley de "violencia de género", una ley profundamente injusta, sexista, discriminatoria, arbitraria e inconstitucional. Una ley "de autor" que consagra la discriminación “positiva” y la detención “preventiva” del varón, sin más prueba que la mera denuncia de su pareja (mujer); una ley que vulnera derechos fundamentales, como el principio de legalidad, que se deriva del Art. 25.1 de la Constitución Española y los de presunción de inocencia (Art. 24 CE) e igualdad ante la ley (Art. 14 CE), pilares de un Estado democrático y de Derecho.
Por tanto, mientras que no se derogue la LIVG, o no se modifique sustancialmente eliminando el concepto "de género" de nuestro ordenamiento, de forma que incluya y penalice el maltrato en el ámbito familiar y doméstico sin distinción de sexo y que, con todas las garantías legales, ampare por igual a hombres, mujeres, ancianos y niños, se seguirán vulnerando los derechos humanos de la población española (masculina), entre otros a la custodia compartida de sus hijos, tras la separación o el divorcio.
Bastará con una denuncia falsa y el concepto de discriminación “positiva” hacia la mujer para dar al traste con todas las leyes, nacionales o autonómicas, que sobre custodia compartida haya o pueda haber en el futuro. Las casas no se pueden empezar por el tejado.
http://blogs.periodistadigital.com/antoniocabrera.php/2010/08/04/title-4828
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