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lunes, 11 de febrero de 2013

Acusaciones falsas contra papás: Una pesadilla peor que la de Mackenna

Lunes, 11 de Febrero, 2013
La noche del pasado domingo el escritor Pablo Mackenna fue acusado por la mamá de una niña de 9 años de haber abusado sexualmente de la pequeña en el casino de Viña del Mar. Una vez que quedó en libertad -y con la denuncia en su contra desmoronándose groseramente- Mackenna enfrentó a los medios de comunicación y en una de sus declaraciones dijo lo siguiente: “Por suerte fue en un casino que está lleno de cámaras y tengo testigos que vieron a la niña diciendo ‘no me hizo nada’ y a la madre diciéndole ‘no, tú no vas a decir eso’”.
La cuña nos sirve entonces para preguntarnos: ¿Qué hubiese pasado si ese registro audiovisual no hubiese existido y si el acusado no fuera un rostro de la TV? Es lo que ocurre en nuestro país con una gran cantidad de anónimos padres, para quienes las llamadas “acusaciones falsas” de abuso sexual contra sus propios hijos los han hecho perder mucho más que la honra. Para entender de qué hablamos, debemos primero conocer lo que es el Síndrome de Alienación Parental (SAP).
Nombrado así a mediados de los ´80 por el psiquiatra Richard Gardner, el SAP se refiere a un “trastorno en el que un niño está obsesionado con la desaprobación y crítica hacia uno de los padres (con más frecuencia el padre)”. Una suerte de “lavado de cerebro”, dice el especialista, producido porque “uno de los padres sistemática y conscientemente programa al niño para denigrar al otro padre”. Posteriormente Gardner identificó distintos tipos de SAP, considerando como uno de los más “severos” las acusaciones falsas de abuso sexual y planteó de paso que involucrar a un niño en un hecho tan grave es una forma de abuso en sí mismo.
Esta brutal realidad ocurre, principalmente, en el contexto de la separación de ambos progenitores, donde el futuro de los niños queda sujeto a un retrógrado artículo 225 del Código Civil, el cual establece que “si los padres viven separados, a la madre toca el cuidado personal de los hijos”. Es decir, un artículo creado en 1855 pero que continúa vigente, ignorando los enormes cambios sociales y culturales que se han sucedido en más de 150 años, no considerando a los hombres aptos para criar a sus hijos y de paso privándolos de la igualdad de derechos que establece la propia Constitución.


La “espiral perversa”

Como en un duro rito de iniciación, los nuevos integrantes de la agrupación Amor de Papá -que reúne a quienes son privados arbitrariamente de estar con sus hijos- conocen en su ingreso la llamada “Última Carta”. Leerla es averiguar de golpe cómo se pueden volver grandes los hijos cuando sus padres se comportan como niños. En la misiva, un adolescente de 15 años enjuicia a su madre por haberle hecho odiar a su progenitor. Aunque la identidad del joven se ha reservado, la historia es real y terminó con él suicidándose una vez escrita la última línea.
Si bien este es el caso más extremo que conocen los de la agrupación, en las historias de sus socios igualmente los niños siempre pierden. En sus reuniones y a través del sitio www.amordepapa.org, han circulado los relatos que les han permitido elaborar una suerte de cronología del proceso por el que debe atravesar quien acude a los Tribunales de Familia para ver a sus hijos. La llamaron “la espiral perversa”.
Aunque hay quienes corren con mejor suerte, lo cierto es que la siguiente es una dinámica que se repite en las historias de muchos de los afectados: Luego de una espera de hasta tres meses aproximadamente para una audiencia, se inicia un juicio sin tener claridad sobre su duración. La cronología continúa con la posibilidad de tener que enfrentarse a una “acusación falsa”, siendo el abuso sexual la más utilizada. Esto generaría la desvinculación del acusado con su hijo por parte del Tribunal, al que sólo podría volver a ver una vez comprobada su inocencia. Mientras tanto -relata la teoría- aparece en el menor el llamado Síndrome de Alienación Parental, cuyo principal efecto es su distanciamiento emocional. Las sentencias que regulan las visitas indican generalmente que éstas se realizarán cada 15 días; es decir, sólo dos veces al mes. No será ese el último paso pues, según “la espiral perversa”, al poco tiempo otorgado por el régimen se deberán sumar los continuos incumplimientos por parte de quien tiene la tuición del niño.

El abuso madre
A eso se debió enfrentar René Espinoza, parte de la directiva de Amor de Papá. Frente a los reiterados incumplimientos en el régimen de visitas, en 2007 decidió pedir que le fuera otorgado el cuidado de su hija. Una posibilidad que puede permitir un juez “…cuando el interés del hijo lo haga indispensable, sea por maltrato, descuido u otra causa calificada…”, reza la Ley. Pero la intención le costó cara: La otra parte lo acusó de abuso sexual contra la pequeña de 4 años. “Es casi como la regla no escrita en los Tribunales de Familia. Es decir, si se quieren cagar a un hombre acúsenlo de abuso sexual”, ironiza René. Finalmente, comprobó su inocencia tras un juicio en Fiscalía, donde consiguió demostrar la falsedad del test psicológico realizado a la niña. Según le explicó el perito que analizó la declaración en su contra, su hija fue obligada por terceros a acusarlo. Todo el proceso le costó el desembolso de casi 10 millones de pesos y se adivina que otro tanto en lágrimas. Lo más grave es que pasaron más de dos años sin que pudiera verla y el vínculo entre ambos estaba obviamente quebrado.
A diferencia de lo que ocurre en países como Estados Unidos o Canadá donde cada vez más tribunales reconocen la existencia de daños causados a los hijos víctimas del SAP, en Chile este no es considerado a la hora de dictar las sentencias ni menos como un delito, aun cuando se ha establecido que las consecuencias son nefastas. Igualmente, no ha sido reconocido como síndrome por la Organización Mundial de la Salud -lo que tampoco ha ocurrido en Chile- por lo que no es ni siquiera un debate al interior de la justicia de familia.
Fue en este contexto que, en 2007, una jueza de la justicia de familia, Alba Llanos, acuñó un interesante neologismo, la “Padrectomía”. Luego de trabajar durante 27 años en el Poder Judicial, decidió priorizar su salud ante el colapso de los Tribunales y renunció. Antes de dejar su cargo, el 30 de septiembre de 2007, filtró al diario La Nación quizás su última sentencia: “Se hace padrectomía, directamente quitarle el padre a un niño y un juez no tiene capacidad de responder. Los sistemas no están diseñados de acuerdo a la naturaleza del conflicto familiar”.

Empujando el cambio
El año pasado, el senador Pedro Muñoz (PS) propuso aumentar las sanciones en contra de quienes denuncien calumniosamente abusos sexuales a menores de edad, cuando la acusación se haya hecho en el contexto de un juicio por el cuidado personal de los hijos comunes. Para ello el parlamentario expuso que “estudios al respecto en otras latitudes señalan que la tasa de denuncias fundadas por delitos sexuales contra menores, baja del 52% a sólo un 12,5% en los casos evaluados en el contexto de divorcios o que un 6% de las denuncias por abuso sexual presentadas son falsas y que dicho porcentaje se incrementa cuando hay pendientes procesos de custodia o regulación de visitas llegando al porcentaje del 55%”, según publicó el medio dialogosur.cl.
Además, en el Congreso se encuentra hoy un Proyecto de Ley elaborado por la agrupación Amor de Papá, que busca establecer una tuición compartida que considere a ambos progenitores en el cuidado de los hijos. Paralelamente, busca responsabilizar civil y penalmente a quienes promuevan y obliguen a sus hijos a entregar falso testimonio en contra del otro padre, permitiendo de paso que los jueces puedan suspender el derecho a la tuición cuando uno de los dos haya formulado denuncias falsas sobre la conducta del otro padre. Una situación en la que, por supuesto, cumplen un macabro rol aquellos abogados que -en conocimiento de un hecho falso- patrocinan igualmente una denuncia de esa gravedad y que urge sancionar pues, además de afectar emocional y socialmente al acusado inocente, perjudica las reales acusaciones de abuso sexual contra niños que sí deben ser perseguidas.
http://www.ciudadinvisible.cl/2013/02/acusaciones-falsas-contra-papas-una-pesadilla-peor-que-la-de-mackenna/

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