Desde que el mundo es mundo y por tanto los niños se convierten en adolescentes, la cuestión sobre la educación sexual permanece en la sociedad. Hasta hace poco esta tarea recaía sobre los padres, primeros educadores, que lo hacían conforme a sus criterios de vida. En el año 2006 con José Luis Rodríguez Zapatero al frente del gobierno fue aprobado el sistema educativo denominado LOE, Ley Orgánica de Educación. En él se establecía como obligatorio para que los alumnos terminasen el ciclo de secundaria “conocer y valorar la dimensión humana de la sexualidad en toda su diversidad”. Cuatro años más tarde se aprobaba la Ley Orgánica de salud sexual y reproductiva y de la interrupción voluntaria del embarazo, produciéndose un cambio sistemático en las aulas públicas, concertadas y privadas de España.http://www.ellibrepensador.com/2013/07/03/la-educacion-afectivo-sexual-en-espana-una-corrupcion-en-voz-alta/
Fue entonces cuando los padres de las escuelas salieron a la calle y se manifestaron en contra de una ley que imponía una educación sexual basada en la promiscuidad y la “normalización” de cualquier práctica sexual. Más de 140 colectivos se suscribieron a un Manifiesto por la Libertad de Educación según los informes presentados por Hazte Oír y Chequeescolar.org, y profesionales de la ética elaboraban unos estudios en el 2009 en el que explicaban las consecuencias que esta ley tendría en los jóvenes.
Ante esta reacción popular, el gobierno se escudó en el supuesto oscurantismo con el que estos temas se habían tratado hasta entonces y la necesidad de que los jóvenes estuvieran informados. A esto respondieron los colectivos en el manifiesto publicado:
“No nos oponemos a la educación sexual, es algo que los padres hacemos con nuestros hijos desde que son pequeños, adaptándonos a su momento y a su edad. Pero le concedemos tanta importancia a este aspecto de su formación, el de la afectividad y la sexualidad para edificar su vida adulta, que no estamos dispuestos a dejarlo en manos del Estado de forma que sea éste quien decida.”
María José Albiol es uno de esos profesores que se oponen a que sus alumnos sean manipulados por el gobierno. Profesora de lengua, con siete años como docente a sus espaldas en institutos públicos. Como cada año desde que está en la docencia, al comenzar octubre, o cuando los más despistados se han centrado en las materias, llegan a su aula sexólogos de la Asociación Amaltea que durante cinco o seis horas anuales explican a sus alumnos temas relacionados con el sexo sin tener en cuenta, no ya las religiones o creencias de cada uno, sino sus sensibilidades. Y este año no ha sido menos. Hablar con los padres, profesores, informar de lo que sucede en el aula cuando sus hijos quedan en manos de los sexólogos lo considera como su deber frente a esos jóvenes que se adentran en el mundo de la sexualidad.
El adoctrinamiento, el problema, radica en que esta educación afectivo- sexual unidireccional ha sido impuesta por el gobierno durante el horario lectivo y en todos los colegios públicos, además de muchos concertados e incluso privados. Sin embargo, esta realidad no debería ser aceptada por los padres que confían la educación de sus hijos a los colegios públicos. Así lo expresaba la profesora María José: “Los colegios públicos son del estado y a diferencia de los privados o los concertados no tienen una ideología determinada. Son abiertos y han de respetar las creencias, sean las que sean, de todas las personas”. No se ofrece como formación complementaria a los alumnos, sino que es impuesta desde el gobierno con unos fines de adoctrinamiento, y ante esta realidad, no se puede pasar por alto el papel de los padres en la educación de los hijos. No puede afirmarse que los padres se encuentren al margen de estas sesiones que sus retoños reciben entre los 13 y los 18 años, periodo crucial en su vida.
La primera vez que María José entró a una de estas sesiones para conocer qué se impartía en ella vio cómo sus alumnos se tapaban los ojos mientras gritaban al ver de pronto personas totalmente desnudas proyectadas en la pared del aula.
Una de las profesoras del colegio a la que pidió opinión calificó las sesiones de educación afectivo-sexual como: “una conversación en una peña, pero con un agravante, en la peña tú puedes oír que alguien habla así y pensar que no va dirigido para ti, aquí quien habla lo hace desde la autoridad, desde el instituto”.
Comenzado el curso escolar y con la rutina adquirida, los padres reciben una sesión informativa impartida por sexólogos de la Asociación Amaltea en donde se les explica muy superficialmente lo que sus hijos van a aprender. En ningún momento se baja a temas concretos, como posteriormente serán tratados en las sesiones que los niños reciben, y tan sólo se mencionan aquellos en los que en un principio suele coincidir una misma opinión mayoritaria como la dignidad de las personas, la igualdad… María José nos cuenta: “Yo hablé con muchos padres tras acudir a la primera sesión con mi curso. Una de las madres me miró con sorpresa y me contó que en su casa cambiaban de canal cuando salían escenas de sexo explícito o personas desnudas”.
Como padres han de comprometerse con la educación de sus hijos, y para ello, como ciudadanos de un estado de derecho, teóricamente, han de defender sus derechos ante el estado. María José cuenta que: “Durante todo este tiempo no ha habido más que una madre que se haya enfrentado al colegio oponiéndose a que su hijo recibiera este tipo de información o acudiera a estar clases, y era una madre extranjera”. Tal vez este sea el quid de la cuestión. El silencio de los padres ante la evidente manipulación de sus hijos. Un silencio arrollador, criminal, por negarles a los hijos la libertad de conocer la verdad. Porque quien calla otorga… la razón, y esto, no cabe en la educación.
Reunión de los lunes
miércoles, 3 de julio de 2013
La educación afectivo- sexual en España, una corrupción en voz alta
Miércoles, 3 de Julio, 2013
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