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viernes, 6 de septiembre de 2013

Ideólogos de género, carne de psiquiátrico

 Una revolución invisible
Viernes, 6 de Septiembre, 2013
Enlaces:
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El precursor Nietzsche, y los popes Foucault, Kinsey, o Margaret Sanger acabaron en tratamiento. ¿Casualidad?
la ideología de género es en realidad la vanguardia de la revolución antropológica, una revolución invisible que está transformando el mundo tal y como lo conocíamos hasta el siglo XXI.
Asumida de modo cada vez más entusiasta por la práctica totalidad de las sociedades occidentales, pocos reparan en que
Herederos de la lucha de clases, transmutada en lucha de sexos, los gurús de la ideología de género y el feminismo rechazan la idea de que la distinción entre hombres y mujeres sea algo más que estrictamente social y que el ser humano sea una realización cultural que se erige sobre una realidad natural que le precede y determina en su sexualidad. Niegan, pues, la evidencia de una sexualidad previa a la construcción cultural y a la asignación de roles sociales.
En su apelación a la voluntad pareciera resonar un nítido eco nietzscheano. Así es. Al menos para la destacada feminista española Amelia Valcárcel, quien reivindica explícitamente al filósofo alemán. No cabe duda de que Friedrich Nietzsche es el precursor de una ideología que comienza por proclamar la primacía de la voluntad sobre todas las cosas, explicitando un rechazo absoluto a toda moral fundamentada en el amor y la misericordia. Sobre esta co. Así, el “rechazo de la dulzura” de Valcárcel termina desembocando en la afirmación de Bataille de que el erotismo, lejos de ser una expresión de amor, no es sino “puro odio”. 
Como adecuado precursor, no olvidemos que Nietzsche terminó sus días en un largo peregrinaje de una clínica psiquiátrica en otra y al cuidado de sus familiares –guarecido en su piedad-, aquejado de una enfermedad mental manifestada a los 44 años de la que aún hoy se ignora en qué medida pudo haber afectado al conjunto de su obra.
Pero si hablamos de liberación sexual hay que citar a Wilhelm Reich, una de las deudas intelectuales más reconocidas por los teóricos de la despatologización de todo comportamiento sexual. Masturbador compulsivo desde su más tierna infancia, Reich desarrolló un particular odio a la familia, seguramente como proyección de la angustia que sentía por la suya; su madre se había suicidado a causa de la revelación a su marido de las relaciones que ella mantenía con un menor de 13 años. El informante había sido el joven Wilhelm. De ahí nació un trauma insuperable que, en una transferencia de la culpabilidad a su padre, cuajó en un ardor anti-patriarcal que ya no encontraría freno.
Reich proclamó como objetivo la destrucción de la moralidad, la familia y toda forma de represión. De hecho, el pequeño infante Wilhelm solía practicar el bestialismo con los animales de la granja familiar, de donde derivó algunos años más tarde a la asidua visita a burdeles. Las casas de lenocinio, sin embargo, dejaron de hacérsele imprescindibles cuando abrió una exitosa clínica psicoanalítica en Berlín, pronto acusada de simple tapadera de las más variadas perversiones sexuales.
Expulsado del Partido Comunista Alemán, marchó a vivir a EE.UU., país en el que, ya en la década de los cincuenta, perpetró un fraude masivo que dio con sus huesos en prisión. Una vez allí, fue redirigido a la penitenciaría psiquiátrica, donde moriría diagnosticado de paranoia y esquizofrenia progresiva.
Parecida interpretación de la sexualidad sostenía Alfred Kinsey, uno de los principales teóricos del pansexualismo hedonista, que se convirtió en la figura central de la revolución sexual del siglo XX. Kinsey y su esposa construyeron una especie de comunidad sexual más o menos secreta en la universidad de Indiana, en la que, junto a numerosos profesores progresistas, dieron rienda suelta a todo tipo de perversiones, entre ellas las más extremas prácticas sadomasoquistas.
Kinsey utilizó métodos clamorosamente fraudulentos para demostrar que la sexualidad considerada por la sociedad como “invertida” era, en realidad, normal. Aunque ha sido denunciado repetidas veces como falsario, durante mucho tiempo fue citado como “el mayor científico sexual del siglo XX”. Pederasta confeso, utilizó el pretexto científico como justificación de una perversidad que jamás encontraba satisfacción.
Los contemporáneos
De entre los más recientes, mención especial merecen Michael Foucault y George Bataille. Confeso admirador del marqués de Sade, Georges Bataille estuvo en su juventud inclinado originariamente hacia la Iglesia católica (llegó a considerar hacerse sacerdote) para concluir unos años después en que sus iglesias eran “los burdeles de París”.
Pero Bataille fue más allá, mucho más allá. Convertido en partidario del satanismo orgiástico, propagó las bondades de los sacrificios humanos rituales y fundó una sociedad secreta (“Acephale”) para llevar a cabo este tipo de actos. Curiosamente no faltaron voluntarios para ser inmolados, aunque sí para llevar a cabo los crímenes.
Bataille es el teórico del “erotismo narcisista”, basado en la consideración de que “el hombre soberano es un asesino en potencia”. De donde concluía que el sadismo sexual es la consecuencia más depurada de la sexualidad. Para el feminismo radical y los teóricos del género, Bataille representa la inserción “del olvidado tema del placer en la lógica de la lucha de clases”. A través de Bataille la ideología de género considera que el placer es, en realidad, equivalente a la trasgresión. Como es de suponer, sobre el estado mental de Bataille se han vertido todo tipo de opiniones.
Uno de los autores más reputados de entre los ideólogos de género -y admirador de Bataille, aunque ha superado a éste con creces-, es Michael Foucault, quien también reclamaba una filiación espiritual con el marqués de Sade. Nietzscheano y homosexual obseso, Foucault creó una obra dependiente de modo extraordinariamente visible de sus propias vicisitudes personales.
Foucault fue también militante del Partido Comunista durante unos años -etapa que él mismo consideró como “el camino hacia la filosofía”- siguiendo el itinerario de su maestro marxista Louis Althusser (internado en distintas clínicas psiquiátricas más de una veintena de veces, y que terminó estrangulando a su propia esposa).
Foucault fue iniciado en los EE.UU. en el sadomasoquismo homosexual y en el consumo masivo de drogas de todo género, y se ha convertido en el referente intelectual de homosexuales, bisexuales, transexuales y lesbianas. Es, probablemente, el más considerado de todos los filósofos de género. Sobre su estado mental, baste decir que en sus años más jóvenes llevó a cabo varias tentativas de suicidio. Además, hay testimonios de que perseguía a sus compañeros de universidad con una daga en la mano, y concibió un intenso odio por su cuerpo que le condujo a tratar de despellejarse con una cuchilla de afeitar. En alguna ocasión hasta compró una soga para ahorcarse.
Murió de SIDA en 1984, después de haber sufrido un grave accidente de tráfico causado por su politoxicomanía.
Las contemporáneas
No existe un solo creador de la ideología de género o del feminismo en sentido estricto, sino que ambos paradigmas se han ido construyendo a partir de aportaciones relativamente diversas. Pero sí podemos recorrer las ideas comunes que caracterizan las formulaciones feministas y relacionarlas con sus protagonistas y con la ideología de género, ya que el feminismo es una de sus corrientes nutricionales.
Varias de las grandes gurús del feminismo extremo tuvieron que visitar al psiquiatra y algunas terminaron suicidándose o al menos intentando poner punto final a sus vidas. También en este caso cabe preguntarse si todo ello es mera casualidad.
La fundadora del más universal de los lobbys abortistas del mundo, Planet Parenthood, fue Margaret Sanger, quien se entregó al goce sexual tan obsesivamente que se desentendió de sus propios hijos. Sanger identificó la ruptura de la moral tradicional con una apasionada defensa de la eugenesia, y proclamó como algo específicamente femenino “el derecho a destruir”. Tras una turbulenta vida que incluyó nupcias con un multimillonario, terminó sus días en un delirio alcohólico que le condujo al internamiento en una clínica.
Una de las feministas más celebradas ha sido Shulamith Firestone, quien hizo de la supresión de la familia su objetivo prioritario, a través de “la eliminación de la distinción sexual en sí misma”. Para Firestone, la maternidad representa una “opresión radical” que sufre la mujer, “la servidumbre reproductiva determinada por la biología”, tanto más insufrible cuanto que, según ella, “los hombres son incapaces de amar”. La autora de “La dinámica del sexo” manifestó una enfermedad cerebral en 1970 –fecha de publicación de su principal obra- y, tras pasar unos años internada en una clínica psiquiátrica, murió sola en su apartamento de Manhattan en agosto de 2012.
También se suicidó Elizabeth Fischer -bohemia radical de Greenwich Village que fundara Aphra, el primer periódico literario feminista-, como otra persona de su entorno, María del Drago. Así mismo la conocida autora feminista Ellen Frankfurt, quien se suicidó en 1987, con 50 años.
http://www.intereconomia.com/noticias-gaceta/politica/ideologos-genero-carne-psiquiatrico-20130905

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