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martes, 10 de noviembre de 2009

El salón del divorciado


RUBÉN AMÓN desde París 9 de noviembre.de2009
- El salón del matrimonio es un clásico en la programación de las ferias de muestras parisinas. Se trata de concitar a las parejas casaderas y de resolverles las prosaicas inquietudes. Bien para vestir a la novia, bien para el destino de luna de miel, bien para el consejo administrativo.
Decía Marx, Groucho Marx, que la primera razón del divorcio es precisamente el matrimonio, de modo que antes o después debía organizarse un salón a la medida de las estadísticas. La prueba está en que la mitad de las parejas francesas se truncan antes del juicio final.
Para consolarlas, se ha celebrado hasta ayer en París el "Salón del divorciado, el separado y el viudo". No se ha producido una avalancha de clientes porque se trata aún de una iniciativa pionera, aunque los organizadores están muy satisfechos con los resultados.

Sostienen que la feria en cuestión responde a una demanda de la sociedad. De hecho, los visitantes -más mujeres que hombres y con un promedio de 50 años- han acudido a la colmena de stands para despejar tres grandes cuestiones:
-La ayuda psicológica.
-La búsqueda de una nueva pareja.
-El asesoramiento legal.
Así es que la primera edición del salón -y no la última- ha adquirido el aspecto de una gran terapia de grupo o la naturaleza de un ferial del veterano ligue. La lectura depende de la contradicción en que incurren los organizadores. Uno de ellos decía el divorcio es un trauma que la sociedad trata de anestesiar y frivolizar, mientras que otro, al contrario, reivindicaba la necesidad y hasta la urgencia de desdramatizar la gravedad de las rupturas matrimoniales.
Particularmente cuando el jefe del Estado, Nicolas Sarkozy, es una suerte de pluridivorciado. Tres veces se ha casado el presidente y en las tres había prometido amor eterno.
Se desprende, por tanto, que Sarkozy acelera las estadísticas, aunque sus compatriotas también han demostrado una propensión a las separaciones. Han aumentado un 12% en la última década y lo ha hecho con más contundencia el procedimiento consensuado. Hace 10 años las rupturas «amistosas» constituían el 41% de los casos. Ahora representan el 55%.
Es el caso de Thibault, cuyos 67 años –se diría que tiene 66- no le impiden revolotear como un adolescente por el Salón del divorciado, el separado y el viudo. Conoce en carne propia los tres fenómenos. Y no se sabe si busca el alma gemela o si ha venido a ligar.
http://www.elmundo.es/elmundo/2009/11/09/cronicasdesdeeuropa/1257765819.html

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