"Hace siete meses que no los veo y los extraño", "Queremos ver a nuestros hijos y nuestros hijos quieren vernos", "Por el derecho del hijo alejado", rezan los carteles y las pancartas que llevan estos hombres, a los que se les vienen sumando madres, abuelas y abuelos que también padecen el problema.
José Daniel Federico La Rosa es un abogado de 52 años que lleva una bufanda y un sombrero con la leyenda "Padres del Obelisco" en letras negras. Mientras marcha cuenta su historia, un prototipo que se repite con algunas variantes en las del resto de los convocados.
"Mi ex mujer no me deja ver a mi hija de dos años y medio. Tengo un impedimento de contacto y eso es lo peor que le puede pasar a una persona y al niño. Al separarnos de nuestros hijos se nos parte un poco el cuerpo... el corazón", dice a la AFP.
La Rosa cuenta que comenzaron las marcha hace sólo tres meses y que les sorprende el crecimiento que ha tenido la organización: "Ya tenemos 20 delegaciones en el país y unos 2.000 seguidores en Facebook", cuenta entusiasmado.
Muchos manifestantes llevan en sus manos gruesas carpetas que son copias de los expedientes que, según ellos, "duermen por desidia en los tribunales de justicia", cuyos funcionarios son blanco de fuertes críticas, en especial, señalan, por la lentitud en resolver y por la aceptación de falsas denuncias.
Aclaran que no marchan en contra de las personas que los alejan de sus hijos, sino para que se cumpla la Ley de Impedimento de Contacto que desde 1993 castiga con prisión al padre o la madre que no deja al otro ver a sus hijos.
Según datos de la Defensoría de Menores, uno de cada 20 divorcios termina en causas de este tipo y "en todos los casos el niño se tiene que presentar ante un tribunal", explica el defensor Atilio Alvarez, que está en el tema desde hace más de 30 años.
A los 33 años, Ariel Gutiérrez tiene asumida plenamente su homosexualidad. Es enfermero y su pareja lo acompaña a la marcha, pese a que viven a unos 500 km de Buenos Aires.
"Hace cinco años y medio nació mi hijo Benjamín. Decidimos tenerlo con una amiga de entonces, pero ella se apoderó del pequeño y me impide que lo vea. Incluso pensó en denunciarme por homosexual", relata Gutiérrez, quien sufrió discriminación en los propios despachos de tribunales.
"¿Vos sos loco, cómo decidiste tener un hijo siendo homosexual?", le reprochó un secretario de Juzgado. "Pero qué pretendés, vos estás viviendo con otro hombre y comparten la misma cama", le espetó otro funcionario durante una audiencia, según dijo Gutiérrez.
La mayoría de los casos comienzan cuando el padre o la madre no conviviente impide al otro ver a los hijos y, si la persona damnificada acude a la justicia, entonces aparecen denuncias de violencia familiar e incluso de abuso sexual.
"Yo no podía creerlo. Me volví loco cuando hace un año y medio la madre de mi hijo León (6 años) me acusó de violarlo", confesó Lucas Di Gianni, un joven de 32 años que lleva en su mochila el pesado expediente judicial abierto para que se respete un régimen de visitas.
Di Gianni cuenta el derrotero de exámenes psicológicos al que fue sometido hasta demostrar que no había abusado del niño, pero "cuando me sobreseyeron, la madre se mudó y ahora desconozco su paradero", dice descorazonado.
Los Padres del Obelisco llevaron a la superficie un problema que tradicionalmente se ocultaba en el ámbito privado, aunque muchos padres prefieren no ir a la justicia alegando que sus hijos sufrirán más en los tribunales y se resignan a no verlos.
http://www.rnw.nl/espanol/bulletin/la-lucha-de-los-padres-del-obelisco-para-ver-a-sus-hijos-en-argentina-0
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